Trazodona en Cuarentena

Tengo desconfianza de cerrar mis ojos. Pensé que las pastillas me ayudarían a tener un sueño más profundo, lo que siento es que el encierro potencia mis temores, mis miedos y deseos, tengo cientos de pesadillas, de movimientos involuntarios, de respiraciones marcadas a destiempo, no soy capaz de diferenciar si estoy dormida, o si la luz que sutil entra por mi ventana es la señal de arranque anhelada.

Siento fatigado todo mi cuerpo, las articulaciones en especial son piezas ajenas al engranaje. El silencio de mi cuarto me hace pensar que yo misma debería ser la cura. ¿Cuál? No encuentro la respuesta correcta.

De manera secreta Trazodona y yo nos mentimos de frente, cortamos la continuidad, escapamos juntas de la convulsión, de la asfixia.

Le suplico que no vaya a permitir que en medio del confinamiento pierda la consciencia, y lo que me queda de entendimiento, en dado caso que tuviera que aceptar el fin de los tiempos, quisiera estar despierta.

Por fin logro cerrar mis ojos y todo lo que precede al sueño es casi un ritual.