¡Vaya mosqueo que tenía, ya estaba harta…! Todos los días igual, a ella le tocaba hacer todo, preparar el desayuno, hacer que Marieta se levantara a su hora e ir detrás de ella hasta que estaba lista para el cole, recoger la casa antes de ir al trabajo ¿Y él qué? Él tan pancho, acicalándose en el baño, desayunando sin prisas… ¡Vamos que estaba harta!

Esta tarde cuando volviera del curro le iba a montar una que a partir de mañana nada volvería a ser igual.

Por la tarde su impaciencia hacía que no se concentrara en nada, acababa de mirar por enésima vez el reloj cuando el timbrazo del teléfono la sobresaltó.

¿Es usted la esposa de J.Marzo? La pregunta le puso el vello de punta.

Con Marieta de la mano llegó al hospital y cuando entró en la UCI y le vio, todos los propósitos de la mañana se desvanecieron.

Solo deseó volver a sentirse explotada.

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