Nadie en la calle, todos obedecen el estado de alarma. Desde su refugio, él está al tanto de las noticias del mundo. Sin embargo, tiene que salir , es urgente, sino no encontrará su alimento. Pasea sigiloso con su capa negra. Embozado, se acerca a un hospital. Aquí, estos días es el único sitio dónde poder encontrarlo. Cree que podrá robar en los bancos de sangre o quizás encontrarse a alguien en un pasillo vacío, acercarse a su cuello y…
Nadie parece percatarse de una figura negra, alta, imponente que se adentra en él. Quizás le confundan con algún alto dignatario, lo que llaman un persona importante . Entra en el hospital, mira los pasillos llenos de personas que en camillas o sentados se agarran a la vida , a la esperanza y ese corazón gélido después de siglos y siglos , empieza a latir con fuerza.
Recuerda cuando una vez escuchó de los labios de la persona que le convirtió, que ellos siempre serían inmortales, que la única forma de dejar de serlo sería donando sangre.
Avanza por el pasillo, mira a las personas, pasa a su lado, algunos le confunden con un médico, le preguntan, le agarran la mano, le piden y él cómo puede les responde. De su boca salen palabras de aliento, su mano fría agarra con cariño las otras. Avanza cada vez más confuso.
De repente al fondo del pasillo descubre una puerta que dice » sala de extracciones» . No lo piensa más, no seguirá siendo inmortal.
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