Hoy, algo sucumbe en el interior de un corazón valiente.

Hoy, Goliat no es el enemigo.

Porque no se trata de aquel mitológico gigante de estatura incuestionable, sino de la bella y traslucida transparencia del miedo en cada suspiro, en cada gesto. Me encuentro ante un ambiente vírico, que indiferente, atreve a caracterizar mis sentimientos y redactar mi incuestionable sufrimiento. En este estado de infortunio constante, la duda siembra en mí teorías conspiratorias con intereses de plomo y acero, que insatisfechas, bailan al tempo de incontrolables críticas a temperaturas sobre 0. Vaya primavera, ahogada entre lágrimas de fregaderos y abstractas preguntas de por medio. Mientras, aquellos aviones de lujuria planean sobre universos complejos, y son los peones los que sufren y entienden de vidas en juego.

Qué tristeza, ¿verdad?

¿Es esta la realidad?

¿De verdad está ocurriendo?

No puede ser…

(20:00)

– Eh!

– ¡Tú, si tú! Acércate y observa, el sol se está poniendo amigo.

Porque no se trata del caos floreciendo en una primavera sumida en el encierro, sino del deseo de cabalgar unidos a cielo abierto, de galopar en ausencia de tormentos, y de vivir, privados de lamentos. Así, mientras el sueño de todo un pueblo ahoga zumbidos de terror, el aletear de una dulce mariposa acaba generalizando el triunfo de una vocación, que valiente y orgullosa, mira al cielo alzando la voz.

(20:04)

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