¿Acaso ves el aura de lo que se acerca?

Dijo ella, esa ultima vez, antes de irse.

Y ahora estamos en el bello sueño virtual, todos en linea, con la sensación de la irrealidad tras nosotros o como Cortázar ya menciono alguna vez:

«Cuando abra la puerta y me asome a la escalera, sabré que abajo empieza la calle; […] Donde las caras van a nacer cuando las mire, cuando avance un poco más, cuando con los codos y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta del ladrillo de cristal, y juegue mi vida mientras avanzo paso a paso para ir a comprar el diario a la esquina.»

Pero ella no podía ir a comprar el diario, no existía el donde, al menos no tal cual, su cabeza decía, si quieres un diario podrías conseguirlo.

Él nunca se preocupaba por eso, su existencia estaba sumamente entregada al amor.

LA CUARENTENA LOS HABÍA ALEJADO.

Él sentía que siempre habían estado así, pero esos días se preguntaba si ella sentía amor realmente, lo quería, eso decía, tal vez todo era una mentira.

Un sueño virtual, «Nos costo sentir amor, expresarlo» Tal vez ya ninguno lo hacia sensatamente, dudaba de él mismo, de sus acciones, sus ficciones, sus obsesiones.

Solo era uno, entre tantos, tantos, tantos Cronopios, humanos y seres extraños.

Ves esas auras, repetía ella en su almohada, a veces con tono de pregunta, mientras el escuchaba susurros en su cuarto que no lo dejaban dormir.

Él creaba teorías sobre el amor y el tiempo, conocía su ser.

Ella bailaba, meditaba y se preguntaba si él también pensaba que de ser necesario se cruzarían todas las esquinas solo por tener el diario de aquellos ojos, de aquellos besos, de aquella voz, de aquella sensata caricia, ese abrazo de veinte minutos diario que en realidad nunca se daban, y que solo duraba veinte segundos.

Pero a nosotros solo nos espera ver esa magia que solo trae día a día la poesía.

«Me lavare las manos con paciencia, para estar limpio de mi conciencia cuando vuelva a verte»

Un fragmento del club de las mil eRRes, AtentaMente.