Un día más no es un día menos, lo único que he conseguido es estar en completa oscuridad, cada día más siniestra. Me encuentro en una habitación completamente oscura, no hay ni un ápice de luz, ya no veo, sólo pienso, y ese pensamiento me apaga a mí. Un día tras otro, me vienen a visitar mis demonios, para terminar de una vez con mi esperanza, no lo consiguen, lo preferiría, es peor una lucha a morir que una muerte. Estoy callada, las lágrimas pesan más por dentro que por fuera, de repente veo un destello de luz, lo dejo pasar. No voy a ir en busca de claridad, que venga cuando desee, me dejo. Si vuelvo a verla, ¿qué hago? No hago nada, tal vez las personas más felices luchan hasta encontrar el origen de ese destello de luz, y así tendrán luz eterna, yo prefiero esperar a que venga, y se vuelva a ir, ¡qué estúpida!, pudiendo quedarme siempre en ella…
No es así, la luz sólo es un cebo para llegar al engaño, en el que estamos cómodos, ¡la ignorancia de ser feliz o la felicidad de ignorar!, ya no sé qué merece más la pena, ¿la tristeza consentida o la felicidad fraudulenta? La tristeza es el cometido de la realidad, y la felicidad es la mayor virtud del engaño.
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