LoLa señora Ester está vez se quedó pensando que haría con tanto tomate que le quedó; otras veces en esa misma esquina regalaba su último tomate a algún vecino.
Contaba una y otra vez su dinero como queriendo que aumentará en el.proximo conteo.
Ya daban las veinte horas y no había un alma en la calle. Ella, siempre a esa hora es cuando más clientes tenía. La tarde estaba más fría que otras, la panadería cerraba sus puertas más temprano que antes.
Cuando ya nos marchamos la señora Ester alzó la voz y dijo: el corona virus me va a matar primeramente por el bolsillo.
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