Cada uno intenta pasar el tiempo como puede, dependiendo de la imaginación. Está mi hija mayor veinticinco años, nunca ha estado más organizada que ahora. Se levanta realiza una tabla de gimnasia. Efectúa un curso on line que lo cumple todos los días, escucha música, se descarga series, vamos a ver todas las que existen en el mercado porque en general no hacemos otra cosa. Eso los primeros días, porque el sexto día muchos necesitan contacto visual, se empiezan a hacer video conferencias. “Hora de la cervecita”, quedan un grupo de amigas, se ponen en contacto y pasan un rato hablando de sus cosas como si estuvieran en una terracita.

Por otro lado están mis hijos. Uno de dieciocho años tiene clase todos los días, se pone el despertador, desayuna tranquilamente a la vez que escucha la clase. Cuando termina os podéis imaginar que es lo que hacen el 90% de los chavales “ jugar a la play “, no se destrozan el cerebro. Se colocan el mando y pueden pasarse horas sentados en la misma posición hasta que oyen a lo lejos una voz que les indica la hora de comer.

Tenemos un tercero de veintidós años, vive encerrado en su habitación. No se mete con nadie, pero hay que llamar a la puerta y preguntad: ¿Estas vivo?. No se plantea hacer deporte, porque según el no lo necesita, no tiene clase on line porque sus profesores son unos ineptos, no están en la onda de las nuevas tecnologías. Tiene un amigo con muchos pájaros en la cabeza, se pasa el día ideando el negocio del siglo, consiste en buscar algo donde tengan que trabajar entre poco y nada pero que consigan unos ingresos impresionantes. La panacea … y luego tenemos a mi marido que está hiperactivo. Ha limpiado todo lo habido y por haber, colocado los altillos, cortado el césped. Saca a los perros constantemente, huyen cada vez que le ven con las zapatillas de deporte puestas. Así vamos pasando los días.

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