Otro día de cuarentena

Otro día de cuarentena

Susa Nada

22/03/2020

Ariadna se había ido a la cama pronto, estos días se le estaban haciendo demasiado largos. Lope entró en la habitación un par de horas después, Ariadna vagaba entre el sueño y la vigilia. Lope, quién había decidido ya en la adolescencia que prefería que la llamaran así, como aquel que eligió abusar de la vida, y no Penélope, como aquella que eligió que la vida abusara de ella, se acostó junto a Ariadna y se acercó a ella de forma sigilosa y premeditada. Acercó toda su piel a la de su diosa, su boca se instaló en su nuca, sus pezones se erizaron al rozar la suavidad de aquella espalda adormecida, su pubis coincidió con los glúteos desnudos de su amante y sus piernas se encajaron en la silueta que perfilaban las otras piernas.

Ariadna sintió que la piel de su compañera la abrazaba y se apretó contra ella. El brazo izquierdo de Lope reptó lentamente hasta colarse en el hueco que dejaba la curva del cuello de Ariadna y la mano rozó su pezón distraído, que se despertó rítmicamente al son de los movimientos que los dedos de Lope dibujaban sobre él. El otro brazo, el derecho, se deslizó delicadamente sobre la cadera de Ariadna , la traspasó, los dedos se enredaron a propósito en los pelos de su coño y llegaron finalmente a la vulva, abrieron y cerraron sus labios varias veces pausadamente, con cautela. Y cuando Lope introdujo, por fin, uno de ellos en la vagina atenta de Ariadna, sintió una cálida humedad que le provocó un insolente placer. Entonces pensó que esa era, sin duda, la mejor manera de dar fin a otro día de cuarentena.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS