Ahora estamos solos,
esta prohibido salir,
no hay nadie aquí ni en las calles:
no le queda otra que hablarme.
Hace mucho ni siquiera me dirige la mirada,
pero ahora no hay nadie más.
Lava la ropa y los pisos,
pasa horas viendo la tele o leyendo,
hablando con gente falsa por medios falsos;
teniéndome a mi aquí,
siendo más real que todas ellas.
Pero yo espero paciente.
De hecho, hoy ocurrió algo:
fue un pequeño desliz,
un movimiento inconsciente que fue interrumpido no sin un poco de susto.
Sé que me miró y por eso mis ojos se llenaron de lágrimas.
Tal vez me perdone, tengo esperanza;
con los días aprenderá a mirarme más y me hablará como un viejo amigo.
Después todo, en la soledad, nadie puede evitarse a uno mismo por mucho tiempo.
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