La pandemia de los raros.

La pandemia de los raros.

Taidia

21/03/2020

Y de pronto, Mac iba a cumplir su cuarto cumpleaños más especial. Tenía una forma diferente a los “neurotípicos” de entender la vida, esta historia es larga, pero en su mundo imaginario todo está clasificado según criterios. Había empezado una guerra mundial que atacaba solo a la categoría de personas: jovenes, mayores, altos, bajos, ricos, pobres, inteligentes o con capacidades diferentes, incluso morenos , rubios y pelirrojos en fase de extinción. Lo llamaban pandemia, la verdad que la “pan-de-mia” nunca la había probado, debe saber mal si mata: “¡Arggg qué asco!” retumbaba en su pensamiento sin parar.

Una pandemia era una guerra, no con juguetes, pistolas y muñecos que se empujan, sino algo que no podía ver, tocar o representar, era un virus mortal que ataca a maquinaria vital, ¡Qué curioso, curiosísimo!”, exclamaba sin cesar. Así era Mac, entendía el mundo solamente en imágenes y formas geométricas, una maravillosa forma de pensamiento que muy pocos privilegiados tienen, un don que los neurotípicos, a partir de ahora «raros» no entienden.

Papá lucha en la calle, es policía y su misión es que las personas cumplan la ley y no ataquen con su virus a otras. Mamá trabaja en un hospital, junto a los súper héroes luchadores que están en primera línea jugándose la vida con limitadas armas defensivas, si mi abuelo estuviera vivo, estaría luchando con su capa blanca, estoy seguro. Ella ayuda a personas que como yo, les cuesta entender a los raros y a otras que no pueden comer, hablar o pensar,”.

Mac percibió, que los raros se comportaban de manera diferente, no se tocaban, abrazaban. Habían desarrollado obsesiones compulsivas como lavarse las manos continuamente, limpiar y taparse la cara, jugaban al despiste, no sabía si estaban enfadados, tristes o tenían cara de sorpresa. Se habían encerrado en sus casas y solo salían al balcón a aplaudir, cantar y a hacer cosas muy divertidas mientras la gente moría. Los raros se habían vuelto locos “¡El mundo se va a acabar!” exclamó y al que llaman Dios, se debe enterar, pensó. Y así, se puso manos a la obra.

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