La incertidumbre es la primera sensación. Como todo proceso nuevo, nos pertrechamos de todos los elementos que consideramos que puedan solventar la futura situación.

Hemos iniciado la Cuarentena. Ella la asumimos como la indicación que nos da un médico que ha observado alguna enfermedad. En este caso, el virus no habita en nosotros, pero nos circunda.

Realmente siempre vivimos en una cuarentena, porque somos los eventuales receptores de aquellos elementos patógenos que se pasean por la atmósfera. Cuando ellos se manifiestan en gran volumen y atacan a muchos, surgen la epidemias, Ya no son ellos quienes atacan de forma individual, sino que nos utilizan como vehículos para el contagio masivo.

Hay maldad en los virus y bacterias? Ciertamente no. Un cuerpo sano tiene las defensas suficientes para contrarrestar cualquier ataque. Por lo general, cuando un virus o una bacteria conocida nos ataca, el cuerpo sano los elimina con sus anticuerpos y si ellos sobrepasan nuestras defensas, proveemos al cuerpo de aquellos medicamentos que contribuyen a eliminarlo. Cuando no contamos con la ayuda externa, surgen los problemas. Es por ellos que se aplica La Cuarentena, con el propósito de que no seamos el vehículo transmisor hacia aquellas personas que lamentablemente, por edad, por otras patologías y por lo tanto, desprotegidas, sean las victimas fatales de los virus y bacterias.

Si tomamos conciencia de que somos la medicina que necesita el vulnerable, la cuarentena pasará de ser un encierro, para convertirse en una bendición.

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