Él se volvió a tirar en la cama: no había mucho para hacer; bueno, no había mucho que quisiese hacer.
Ya habían pasado cuatro días desde el inicio de la cuarentena. Estaba un poco aburrido, pero, debajo de eso, tenía miedo.
Sabía que la humanidad no terminaría con la pandemia. Sabía que tendría que volver a la normalidad: a estar con gente que no comprendía; a ser disciplinado por niños malcriados que alguien había puesto como sus jefes; a buscar algo de sentido en las series que consumía, los hobbies que decía amar y el sexo con personas que nunca llegaba realmente a conocer.
Estaba tan asustado de que la pandemia desapareciese que no sabía qué hacer.
OPINIONES Y COMENTARIOS