¡Mi pueblo querido!

¡Mi pueblo querido!

Lucia Ines Rojas

19/11/2018

Mis oídos comienzan a escuchar el quiquiriquí del gallo, al rato se siente casi en susurro el pio pio de mi madre que llama a las gallinas para alimentarlas. Comienzo a estirarme dentro de las sabanas y a disfrutar de los aromas matutinos del campo. Me dije a mi misma ¡ya es hora! En un santiamén me incorpore y comencé a vestirme para iniciar un nuevo día.

Me puse una camisa blanca con la pollera azul a cuadros. En mis pies unas medias blancas y los mocasines negros.

Mi madre ya tenía preparado el desayuno.

Bebí apresuradamente una taza de mate cocido y me despedí. Fui comiendo una rodaja de pan casero camino al trabajo.

Todas las mañanas caminaba por un sendero rodeado de algunos arbustos, de tunales, algún algarrobo, etc.

Veía a los niños correr para ir a la escuela, también iban zorras con las personas encargadas de ir al monte a talar, a lo lejos ya se escuchaba el ruido del aserradero.

Se notaba una gran alegría en las personas esta mañana, ya que hoy es el día que viene el tren trayendo correspondencia y noticias desde Buenos Aires y otras ciudades. Pueden llegar familiares o personas que vuelven de las ciudades que asistieron por trámites o de paseo.

Ya estoy llegando a mi trabajo – la Estafeta Postal-

Como todas las mañanas paso el maestro a preguntar si tenía correspondencia para él. Mi respuesta fue negativa… Por esos días no imaginaba el futuro que tendría junto a él…

En el pueblo gracias al aserradero y el tren, día a día se veía un constante crecimiento

Uno de esos días, aquel maestro que todos los días preguntaba por su correspondencia me pidió que fuera su novia. Y así fue, durante año y medio fuimos novios hasta que un 3 de octubre me pidió que fuera su esposa. Vinieron mis hermanas con sus familias desde Buenos Aires en el tren. Celebramos nuestra boda, todo el pueblo asistió a mi gran día. Mis padres se encargaron de preparar abundante comida: Chivitos al asador, cordero, lechón y asado de vaca, empanadas, vino y gaseosa. La fiesta duro casi dos días.

¡Fue una boda inolvidable con mucha alegría y amor!!!

Pero, con el paso del tiempo…

¡Llego la triste noticia – el tren realizaría su último viaje!

Con la ausencia del tren lentamente el aserradero se fue quedando sin pedidos.

Y también tuvo que cerrar sus puertas. En el pueblo ya no había trabajo para los hombres jóvenes y viejos, de a poco fueron migrando a las grandes urbes en busca de trabajo.

¡Lentamente se fue despoblando mi pueblo querido! Tuve que partir acompañando a mi esposo a su nuevo puesto de trabajo.

Hoy 2018, el pueblo sigue con sus viejos pobladores, ancianos ya. Con la esperanza de que todo vuelva a ser como años atrás. Con la esperanza de que sus hijos y nietos vuelvan a su hogar.

¡Desolado se ve el pueblo, con caras tristes y en silencio!

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