SOÑAR BAJO LA LLUVIA

SOÑAR BAJO LA LLUVIA

MMMH

30/10/2018

He soñado que la lluvia me perseguía mientras caminaba. Empecé a correr pero me azotaba desde delante, no había forma de zafarse de ella. Una pesadilla que no me importaría tener todos los días.

He despertado, me he arreglado en un baño ajeno, como todos los días y he salido a caminar. Otra vez, hasta otro pueblo. Que más da, si cada pueblo vale más por su vistas que por la visita que les hago. Desolados, tristes y polvorientos.

Ya estoy cansado, ni se los años que tengo, no lo recuerdo. No hay cumpleaños, navidad, o verano si alguien no te lo recuerda, si no hay nadie con quién compartirlo. Hecho de menos al ser humano. A cualquiera, daría lo que fuera porque Jack el Destripador me recibiera con los brazos abiertos en el próximo pueblo. Si me porto bien igual me llama para desearme un feliz año nuevo.

Ya ni me pregunto que ha pasado, me dedico a buscar comida y caminar. Por otro lado puedo recorrer el planeta sin pasaporte ni aduanas. Todo está en su lugar, todo menos la especie humana, o ¿seré yo el que está fuera de lugar? Y ¿si estoy fuera de tiempo? Eso no me lo había planteado. ¿Si estoy en uno de esos universos paralelos y resulta que estoy rodeado de gente pero no puedo verlos? Tampoco hay animales, ni peces, nada.

—El anciano se detiene justo en un cruce con semáforo y mira a su alrededor—.

Vaya mierda de física. Sería una jodienda que siendo profesor de física haya saltado de una cuerda a otra y a saber en que carajo de universo estoy. Si es eso, ya no estoy para piruetear, así que este es mi mundo hasta que muera.

La noche se acercaba desde atrás dispuesta a acuchillarle a traición si no encontraba cobijo pronto, lo que sea donde pasar la noche. El 675 ya casi ni se veía.

Pasaron tres noches y tres días más antes de que el pueblo 676 apareciera ante su cansancio.

—Te has resistido eh. —tartajeó a la soledad—

¿Porqué será que siempre son los pueblos pares lo que más tardan en aparecer?

Se tomó un respiró sentado a un lado de la carretera asfaltada por la que la hierba salvaje había encontrado mil huecos para abrirse paso. Dos horas.

Miro cada rincón, escaneo desde lejos cada edificio o casa de cada pueblo que he ido encontrando. La experiencia me ha enseñado que las sombras del atardecer juegan con la mente humana haciéndome ver cosas moverse desde la lejanía. Una vez que aprendes que estás solo en el mundo, das por sentado que son sombras, siempre han sido sombras. Sombras como la mía, como la que me acompaña, sombras como yo. Eso es lo que soy, una sombra irreconocible de lo que represento.

Otra más que se aparta de mí. Cada vez que llego a un pueblo, la lluvia ya ha pasado por aquí. ¿Es posible que hasta las tormentas huyan de mi?

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