Se sentó en la mecedora a la puerta de la casa, había barrido su trozo de calle, dejó que los rayos del sol acariciaban sus hombros, la mecedora la balanceaba.

– Ana – mira, ¿ has visto los chicos, los muy “canallas” se han metido en el rio, ¡que iban a pescar!,

infelices, mira, todos mojados.

– Anda, entrad en la casa que os voy a dar…

– Carmela reía al verlos caminar asustados delante de su madre .

– Juana la vecina de al lado hacía ganchillo mientras decía: “cosas de críos, ¡que me vais a contar a mi!.

Al fondo, allá a lo lejos se escuchaba la voz de Angel,venia con las ovejas y el soniquete que estas hacían en su marcha……el sol se ocultó y ella despertó, miro a su alrededor, la calle estaba vacía, No estaban Juana, ni Carmela, ni Angel, solo Andrés y Adela vivían en el pueblo, en la calle de arriba y abajo, cerca de la fuente quedaban Antonio y su hija Cuca……Ya no quedaba nada, ni risas, ni niños, ni vida.

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