GORRIÓN DE MI PUEBLO

GORRIÓN DE MI PUEBLO

La única fábrica se cerró un día y mi pequeño pueblo se estremeció, los jóvenes partieron a buscar futuro, sus fuertes manos lo encontrarán, también se fue el boticario y el viejo médico hace un tiempo que falleció, donde iría yo si pudiera, pero soy un vagabundo que deambula las empedradas calles vacías, sólo unos cuantos ancianos quedan aún, con la gente se fue el bullicio de los niños jugando, la campana de la escuela no repica más, la humedad corrompe y el abandono se enseñorea, ahora el caserío se asemeja a mi roída vestimenta y en éste crudo invierno el frío cala los huesos, el crepúsculo, es voraz, atrevido, constante, no perdona mi frágil humanidad deteriorada por años de lucha, de desmanes y de faltas.

El álgido clima reina en las ruinas de éste hotel abandonado que me obsequia una húmeda habitación trocada por el tiempo, antes lujosa, requerida, anhelada, ahora sólo un despojo donde el moho y el óxido se han adueñado.

Lejanos acaudalados visitantes de éste cuarto han forjado aquí sus sueños, hecho realidad mil y una fantasías y quizá cuantas almas engendradas en el lecho que adivino vestido de sedas importadas.

Hoy apenas tapado con harapos, que hacen las veces de sábanas y un par de frazadas horadadas por doquier, me mantienen despierto y temblando, al acelerado ritmo del castañeo de mis dientes.

La pocilga que me aloja al menos me mantiene separado de la destemplanza exterior, que acecha cual malvado insensible gigante de hielo, que no se conforma, no se detiene y viene por mí, enviando sus garras de gélidos vientos por cada rendija o muesca que encuentra a su paso.

Una noche más de este invierno inagotable en la que no dormir es lo apropiado, si Morfeo gana la partida es probable que la hipotermia se lleve de mis labios en una pequeña y húmeda nube mi último suspiro.

Por eso pienso en la mañana y la cálida presencia del astro más deseado, que me permitirá sentir como un torrente correr mi sangre por las venas y me dará la dicha de vivir un día más en mi derruido pueblo, de donde no me iré jamás, simplemente un día habrá un pordiosero menos y una lápida más.

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