Quizás uno nunca sepa porque se va, pero si sabe porque regresa. Visto de lejos, mi pueblo parece una inmensa casa vacía, ardiendo al fulgor del cielo. Sus hombres parecen ser uno solo: Sus miradas reflejan el desamparo, la angustia, el desespero y la soledad de quienes miran a la distancia y solo escuchan el rastro de voces de los que dijeron adios alguna vez y nunca han vuelto. La torcedura de sus calles estan hechas al antojo de los burros y por las noches conducen al vacío infinito de las estrellas en desorden y el universo en silencio, eso me hace pensar ahora mas que nunca…. que estamos verdaderamente solos. Si este pueblo fuera un hombre tendría sus manos laceradas, el cuerpo cansado y la mirada yerta, mascullaría insensateces, escupiría sangre y sonreiría vagamente para parecer feliz. La desolacion hace pensar que jamás hubo nadie y quienes estén parezcan fantasmas y que quienes se quedaron, realmente no lo hicieron sino que escogieron su forma de partir, se fueron en el abrazo, en el llanto, en la promesa, viajaron en el beso, en la palabra y en la tristeza de la voz del que dijo adiós y que alguna vez regresa a encontrar recuerdos, pero que al recorrer estas calles son ellas quienes no los conocen y cuando se van somos nosotros los que nos vamos, y quienes se quedan son ellos.

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