EL ÚLTIMO GUERRERO.
(Deformas Destructurales)
Ríos cancerígenos, montones de piedras, otros de láminas y varillas retorcidas entre un entorno de destrucción a manos de implacable maquinaria pesada, la iglesia saqueada y derrumbada en ese orden, vajillas rotas y trastos aplastados, zapatos sin su par, algunas ropas viejas y almas que se niegan a irse pero, que hoy, su materia hace tiempo abandonó a Roberto de la Rosa; quien por segunda ocasión, vive la despoblación forzada.
Gracias a la mina de un personaje influyente de cuando él tenía 11 años, se hubo de mudar junto con su familia del pueblo donde creció hacia la zona Norte de Mazapil, Zacatecas; ahora a sus 66, sufre el mismo drama pero, ésta vez, no se va a rendir; él, dice consternado:
-¡Está canijo ver que la escuela donde uno estudió ya estaba tirada, la iglesia y todo. Duele. Es lo que nos identifica a nosotros; es mi identidad. Lo que estos quieren es borrar nuestro arraigo, nuestra identidad, nuestra historia!…-.
“El Último Guerrero” es como bajando la mirada, los exiliados de hoy le llaman a Don Roberto quien, exponiendo su vida, se ha opuesto con dignidad y valentía al proyecto minero Fuisco Tayahua de Carlos Slim quien, de acuerdo con las autoridades, hizo un plan para terminar de erradicar todo signo de vida del poblado y, éstas últimas, citando al rebelde a más de 200 km de su hogar con un oficio firmado y sellado para presentarse el 6 de diciembre de 2012, cuando iba apenas de camino sobre el autobús de pasajeros, alguien le llamó para decirle:
-¡Ya se lo cargó todo a la chingada!… ¡hubo una explosión debajo del pueblo!…-.
Cuando Don Roberto regresó, el reporte del saldo de autoridades más que secundarias quienes quedaron encargadas del poblado, fue que la explosión y el socavón resultante se debieron a un deslave por las lluvias, tal y como quedó asentado pero, lo que no tomaron en consideración, es que estaban en tiempos de seca y no había llovido en semanas; y como el resultante de la explosión dentro de la mina fue una rajadura en los cerros en donde se asienta el poblado, mismo que con una rapidez nunca vista se declaró en riesgo; motivo por el cual de igual forma, al regreso del viajante ya se habían firmado las autorizaciones para que llegaran trascabos y aplanadoras, y así enterrar al poblado entre los escombros del olvido con la mayor celeridad y, entonces, acto seguido, llevarse la montaña en pedazos de la similar manera.
Es como gracias a la opacidad, la trampa y a las llamadas Reformas Estructurales impuestas por la OCDE en detrimento de lo social, entre los enterados conocidas como “Deformas Destructurales”, que Germán Larrea, Alberto Bailleres y Carlos Slim controlan 4 millones de hectáreas en beneficio personal; y, sumadas a las 109 millones de hectáreas concesionadas a las mineras extranjeras, equivalen al 57.6% del territorio entregado igual a la depredación aunque, a sus 66 “El Último Guerrero”, sigue en pie.
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