Cada vez que me limpiaba los mocos, se veían marrones en el pañuelo de papel.
Aquella casa vieja de dos plantas se había convertido en nuestro rincón.
Limpiarla fue una aventura, siempre con la música de fondo y el cepillo de barrer como micro.
¿Te acuerdas cuando nos creíamos cantantes y voceábamos aquélla canción bajo el altavoz? Los vecinos debían estar fritos ya con tanta concierto.
Aquellas paredes nos unieron más aún. Las tres juntas éramos capaces de comernos el mundo hasta crudo.
Te prometo que se me saltan las lágrimas. Es una mezcla de nostalgia y alegría. Allí nuestra adolescencia tuvo sus primeras citas, allí fuimos libros abiertos las una con las otras…y viceversa.
No he vuelto a tener una amistad así jamás con nadie.
Espero que, más pronto que tarde, nuestras tareas de mujer adulta nos reúnan con una cerveza. O dos. O tres. O…
¿Has sabido algo de Lxxx? Supe que regresó del extranjero pero nada más…debe estar recolocándose en este mundo. A veces no es fácil.
Os echo tanto de menos…y, sobre todo, echo tanto de menos a esa niña adolescente bailando en la peña… Esa niña que ni de coña imaginaba que hoy viviría donde vive y que a vosotras no os vería en años.
¿Te acuerdas cuando robamos la llave de la peña para que «las otras» no entraran sin decírnoslo?, ¡menuda carrera nos echamos!
Escucha esta canción, sé que te hará bailar… (y llorar)
Que gran descubrimiento fue esta cinta de cassette.
¡Sube el volumen, amiga!
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