Los tres tiempos

Los tres tiempos

Gabgaara

28/04/2022

No tengo por donde empezar esta historia, si es triste o alegre por sus diferentes matices la verdad no lo sé; lo ignoro, pero para el buen entendido con pocas palabras basta; así será al entendido los dichos de mi boca pero en un mar de palabras transparentes como el hielo y frágiles como el cristal…

Recorreré mi mente para recordar:

Empezando por el principio; irónicamente como diría cualquier literato culto. Hola mi nombre es Gael y pues me gusta montar bicicleta en las calles de tierra y piedrecitas de mi pueblo, con sus diversos colores de relieve crema y marrón con desniveles que hacen un hermoso contorno con las casas, palos de luz, cables, aceras, alcantarillado y caminos, donde saltan arenillas y polvo que dibujan mi rostro y mi cuerpo en el aire que dejo atrás al pedalear, el sol deja lucir sus partículas mientras pasamos por ese espacio que es como un rio de aire y una dimensión que solo sé está en tiempo y espacio solo una vez en la vida, y pues me gusta porque puedo ver el pelo de ella bailar a través de los rayos del sol y las partículas de arcilla y se detiene el tiempo; puedo ver su cara y sus dientes blancos y relucientes cuando pasa el viento… y su bella sonrisa y sus adorables rizos dorados, eso se me queda grabado en mi mente de manera atemporal e indeleble; quizás en la eternidad, ella es un ángel que corre tras de mi, sus risas y su voz vuelan como pajaritos de primavera a mis oídos; Gael! Gael!.

Me estremece toda el alma recordarlo, yo sin embargo estaba en mi bicicleta, reíamos de alegría y le decía Yamilet a que no me alcanzas! Mientras pedaleaba y mis pequeños músculos se tensaban desde el saltatorio hasta el gastronemio, desde el cuádriceps al femoral, ejercía y producía fuerza como si yo exprimiera los años de mi juventud como lo harías con una naranja para hacer un jugo, como si mi energía que exhalaba desde mi boca y todos los poros de mi piel, generarán la más fuerte de las vibraciones y un sudor y un frío de éxtasis que me recorría por todo el cuerpo, no entendía que una niña hermosa me perseguía y siempre lo había hecho, no, no me di cuenta; que yo la amaba.

Pasaron los años y me mudé para la capital, dejé a todas mis amistades y familiares atrás y parte de mi corazón con la niña que me hizo hombre al formar un ideal del amor desde niño en mi, sin tocarme, sin besarla y sin ella saberlo.

Estudie en un colegio bilingüe de clase alta y de cultura norteamericana, me enamore una segunda vez, de una niña que era la ejemplificación de Afrodita en vida, mi timidez nunca me dejaron entablar una relación romántica con ella, se llamaba Nicolet; la de los ojos azules. Y este fue mi segundo tiempo en el ring de la vida.

Crecía en palabra y en inteligencia pero no en entender sentimientos, me faltaba sabiduría, sobretodo la emocional, de Nicolet entendí que no todos los amores suceden, ella siempre me parecía alguien curiosa y me trataba con tanta bondad que confundiría a cualquiera, nos encontrábamos en el bebedero siempre a beber agua y a saludarnos y a vernos, nunca el agua fue tan fría y tan dulce como en aquella época, nos quedamos estáticos en la entrada del mundo de la cordura incoherente.

Siempre pensaba en Yamilet, y la visitaba de vez en cuando, cuando iba para el pueblo, ella a la verdad era especial, una chica inteligente, sumisa y seria.

Cuando finalmente salí del colegio bilingüe porque no tenían cursos de secundaria, terminé en un colegio de mucho renombre en la capital y uno de los más exclusivos, donde aquí tuve mi tercer tiempo.

Dicen que la tercera es la vencida, pero claro que no mi querido lector, en el combate de la vida; es hasta que dejes de respirar, y el cerebro y el corazón cesen sus funciones vitales!, por eso es que aprendí a vivir la vida y medirla por los momentos que me quitan el aliento, me contentan el corazón o embriaguen mi mente con resoluciones brillantes!

Esta última chica, era blanca como la nieve y su pelo azabache como la noche más oscura de invierno, y sus labios rosados parecían de seda, no entendía aún lo que era el amor, pero Gelany era como mi consuelo por los amores perdidos, yo le escribía poemas y ella decía que mis palabras eran como la morfina, siempre en el Messenger nos mandábamos mensajes indirectos, pedazos de una canción o simplemente nos admirábamos.

Estábamos solos en el salón y me acerqué a su silla y reuní todo mi valor y mis experiencias y como un cuento de hadas mal contado; fracasé, salió llorando como una Magdalena diciéndome que no sentía nada por mí y así morí, yo Gael, el príncipe y caballero de las fantasías psicodélicas del amor inocente en pubertad.

Terminé la secundaria y me fui a estudiar medicina a la universidad en España, me olvidé de todo, y el mundo siguió su curso y volvió a girar, hasta que un día volví.

De Gelany supe que se mudó para los Estados Unidos y hizo sus estudios universitarios en ciencia y biología, se casó y tuvo un hijo, Nicolet estudio música y se hizo cantante, tiene novio y una hija… y en cuanto al amor de mi juventud… Yamilet, la dejé ser feliz… estudió medicina en la universidad del pueblo, tiene un esposo y una hermosa niña llamada: Camila.

Viví… los tres tiempos, y tuve los tres amores: el ágape, el eros y el filial.

Viví… el amor idealista, el amor por necesidad, y el amor inesperado.

Solo que en mi caso yo la dejé ser feliz!

~Dr. Gabriel A. Morales

Música: Chopin -Spring Waltz (Mariage d’Amor)

Fotos: El principito (-Antoine de Saint-Exupéry)

Fotos aleatorias de Pinterest.

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