He escogido esta canción porque la encuentro sublime. Para mí esta música es excepcional y en cuanto a las palabras, son tan sumamente densas, cada frase esconde tantas ideas que al final me quedo con la fuerza de su sonoridad integrada en la música.
La música empieza y mi alma se abre. Es como un recuerdo que no es, puesto que no lo he vivido pero que al mismo tiempo está en el fondo de mí. Esa marea que está en el corazón, que me atrae y me sumerge, este mar que nunca está quieto, ese mar que, como decía Paul Valery, siempre vuelve a empezar.
Oigo la voz de Léo, se hace más intensa y me hace hundir en las aguas profundas para luego volver a la superficie una vez la calma regresada. Las palabras son música, no importa lo que dicen, van con el chasquido de las olas sobre mi cuerpo. Es un tú a tú con ese mar que es fuerte pero que sólo trae imágenes a mi mente, imágenes fantasmagóricas evocadas entre la niebla, las veo, las siento, esa isla de Jersey que aparece algunas noches con la bruma que rodea todo en un abrazo infinito.
Recuerdo, sin haberlo vivido, las luchas en la playa con la espuma que semejaba un rebaño de corderos a quien el mar llamaba como una madre y entonces, mis deseos ya no son más que un dolor de mi soledad.
Aunque el final de este trance me produce algunas lágrimas, no quedo triste, al contrario, siento una plenitud, como haber apercibido la existencia de un estado superior y tener la satisfacción de haberlo alcanzado. Me siento ligera y llena de reconocimiento a este hombre capaz de crear una obra tan perfecta.
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