DEL DELIRIO, AL AÚREO
Viscosas.Flácidas.Absurdamente rebosantes. Mis lorzas. Siempre me acompañaban, plenas de alegría, usurpándome. Qué egoístas. Mientras, frotaba. Frotaba, y frotaba, y seguía frotando un poco más, aquél olor. Aceite usado, podrido. Detestable. No existía suficiente jabón en el mundo, para asesinar aquel palpable golpe de pulmón. Miré, y le volví a encontrar. Siempre estaba ahí,en la esquina,...