El gringo Erik
Del otro lado de la calle estaba el huerto del gringo Erik y su extraordinario durazno de frutos blancos. Eran duraznos albinos, como su inventor. Su piel era de un blanco mate, mientras que la pulpa tenía un albor de nieve de la que recordaba la blandura fresca y crujiente. Eran exquisitos; su sabor delicado...