Los lunes también cuentan

Los lunes también cuentan

Martes por la mañana. Café con leche de almendras y canela. Lo que necesito en estos momentos. Ni el café tiene cafeína ni la leche es leche. Lo único auténtico es la canela; así como en la vida, a veces nos rodeamos de mentiras, habiendo solo un toque auténtico, que es el que nos acaba importando, por mínimo que sea, y con este toque de verdad es con el que nos podemos permitir salir a flote.

No va a ser fácil, ya lo sé. Pero este camino solo puedo recorrerlo yo.

Le doy vueltas a mi café mientras me impregno del olor a canela en la cafetería francesa que frecuento normalmente, cerca de la floristería. El olor a canela, junto al del jazmín, me parece el mejor del mundo; por eso me relaja y me hace pensar que todo va a ir bien. Esta vez no esperaré a que todo vaya bien; yo misma me encargaré de que así sea. Craso error, ése de avanzar en la vida con la idea de que si haces el bien, si te lo mereces, si está en tu camino, las cosas buenas te alcanzan y se quedan contigo. Y con el paso del tiempo, va una descubriendo que si deseas que algo salga bien, no basta con desearlo con fuerza, debes trabajar para que así sea, no vale el estar tranquila “porque lo merezco”. La vida no es así. Y, aunque tarde, ya me he percatado de ello.

Acabo mi café y, aunque con ganas de tomarme un segundo y pasar la mañana salvaguardada entre café y canela, asiendo el informe médico con fuerza,salgo a la calle y empiezo la aventura que he demorado durante tantos años. Camino hasta la parada de taxis, pensativa, y me subo en el primero, sin preguntar.

-Buenos días. Calle Romagueres, 13, por favor.

-Buenos días, señora, allá vamos. Disculpe mi intromisión, ¿Va al bufete de abogados La Bastida?

-Así es.- A mí me tiemblan las piernas hace ya rato, y este taxista, con toda la amabilidad del mundo, preguntando como si nada.

-Gran elección, señora. A éstos no se les escapa una, pueden con todo. Grandes abogados, ya lo creo.

-Sí, una elección muy acertada. Ya quisiera yo cerciorarme de que así va a ser.

-Ya llegamos, hoy no hay mucho tráfico.

Con los nervios, ni siquiera me había dado cuenta de que hace un sol de justicia. Si llega a diluviar, seguramente tampoco me hubiese dado cuenta. Mi cuerpo está rígido y mi mente…para definir mi mente en estos momentos debo aludir a la antítesis, pues debo reconocer que albergo tantos sentimientos que me siento inerte, por muy paradójico que pueda sonar. Y, sin embargo, aquí estoy.

-Buenos días.

-Buenos días, señora, ¿En qué puedo ayudarle?

-Tengo cita con Guillermo La Bastida. Llamé hace unos días para concertarla.

-De acuerdo, ¿Me facilita su nombre, por favor?

-Jacqueline Bouvier.- Mi acento, con un toque inglés, tras pasar allí una década, bien podía corresponder a este nombre franco-inglés. Cuando llamé para pedir cita tenía en mis manos su biografía, que aún sigo leyendo. No creí que nadie conociera su apellido de soltera, así que proporcioné esta falsa identidad, gracias a la viuda de Kennedy y Onassis. Quizás a ella siempre le gustó más su apellido de soltera que el de sus maridos, y no pudo nunca elegir, así que hoy le doy yo la oportunidad, quién sabe si me agradecería este pequeño homenaje a su independencia, en lugar de ser recordada bajo los apellidos de dos grandes fortunas que terminaron por controlar cada paso que daba.

-Gracias, señora Bouvier, y bienvenida. Le acompañaré a la sala de espera mientras el señor La Bastida se prepara para su recepción. ¿Puedo ofrecerle algún café, un poco de agua tal vez?

– Agua estaría bien, gracias. Sin gas.-Lo que me faltaba ahora: cafeína; y sin canela, además. Ni hablar.

Sinopsis

Victoria es una mujer sensible, miedosa e insegura, que vive ignorando lo valiente que puede llegar a ser. Ha ocultado gran parte de su vida para intentar no alterar la vida de aquellos que han estado a su alrededor, o incluso de los que se han mantenido alejados de ella; pero no contaba con las trágicas consecuencias que pueden desencadenarse tras este modo de vida aparentemente inocuo.

A punto de cumplir 32 años, ahogada por un pasado que le ha ido dificultando cada vez más el presente, y tras haberse enfrentado a sus miedos en una psicoterapia durante diez meses, decide destapar, de una vez por todas, la mayor mentira alrededor de la cual ha ido creando la que ahora es su vida. La lucha por la recuperación de su hijo, que sufre una enfermedad renal, la ha llevado más allá de los límites que ella misma, y especialmente su entorno, habían marcado paso a paso, año tras año. Hasta hoy. Hoy todo cambia, porque Victoria se ha propuesto que ahora sí va a salir bien, porque ahora sí que va a decidir. Nada de dejarse llevar. Nada de ser vulnerable.

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