FONT DU CLAUDE

“Desplegarsuavemente los Sueños”

Parte Uno

A partir de abril de1861 Estados Unidos de Norteamérica experimentó la ruptura de un estilo de vida que había logrado el desarrollo de un Sur extremadamente aristocrático gracias a la esclavitud y un Norte industrialy antiesclavista .Se produce así la chispa de la Guerra de Secesión.

Solberg Creek, desde fines de agosto de 1862pequeño pueblo al sur de Richmond, enclavado en la zona montañosa y verde del condado de Virginia, comienza siendo el escenario… donde una niña-mujer de apenas trece años empieza ser la protagonista de su propia vida.

Capítulo Uno

Alexandría- Estados Unidos de Norteamérica- 20 de Diciembre-1862

La casa parecía más sombría quede lo que podría ser a plena luz del día. Con menos frío. O sin la niebla que venía desde los esteros del Rey Jorgefuera de la ciudad. Neblina o finísima llovizna que se pegaba a todo lo existente: animado o inanimado. La maloliente y grotesca figurase detuvo frente a esa casa. Dudóun instante, luego hizo sonar tres veces la aldaba. Era tardeprobablemente el propietario no estuviese o durmiera. O se negara a recibir visitas a una hora tan avanzada. La mujer no daba más. En cuerpo y alma. Había viajado más de dos días con poco más de tres o cuatro horas de sueño.

El silencio respondió a su llamado.

Golpeó nuevamente esta vez con mayor fuerza. El cielo pareció caerle encima con un terrible aguacero de esos que no se anuncian con truenos y relámpagos. “Ese” trueno y relámpagoapareció cuando la puerta se abrió:

-¡¡¡ ¿Quién se atreve a molestarme a esta hora de la noche?!!!. ¡¿Una mendiga?!¡Sacre Notre Dame!. ¿Es que ya no hay decoro en esta maldita sociedad americana?. ¡¿Se le olvidó con la guerra?!-élpropietario de aquel discurso arrugó ostensiblela nariz antes de continuar-¡Vuelva en la mañana si no quiere que la despida de un puntapié al medio de la calle!. ¡Y que sea después del mediodía!, no me levanto antes de esa hora.

La vieja mujer levantó la mirada bajadurante toda la diatriba, en realidad conteniendo una sonrisadespués del primer momento de impacto. No había cambiado. Para gran alivio de ella Él, no había cambiado:

-Sigue siendo igual de estirado como cuando le arrojé a la cara la trucha que estaba pescando. Pero claro, ¿Quién iba a imaginar que un francés me estaba dibujando mientras pescabatranquila en el arroyo de Solberg Creek?. Un fisgón es un fisgón…sea artista o no-dijo a manera de discurso depresentación el bulto.

-¿¿Qué…??-fue el grito echo pregunta.

El hombre elevó la lámparapara ver mejor a la mujer: ¡En realidad era un espanto!. ¡Sacre Notre Dame!, parecía salida delInfierno del Dante. Pero los ojos. El rostro…

-Sé que no me veo bien para que me reconozca. Debería detectar mi lengua Monsieur Rhys Durand. ¿Aún sigue pintando en ocres el esplendor verde del verano?. Es de noche así que no puedo arrojar mi sombrero rojo sobre el pasto, para que pese a verlo, siga negando que“es” verde.

-¡¡¡Sacre Notre Dame!!!. ¿Mademoiselle Claude?.

-Claude Douglas-concluyó Jessy.

-¿Pero, cómo, qué…?-sin saber el hombre qué interrogar primero.

-¿Sería demasiado pedir un fuego cálido y algo caliente para tomar?. Luego de eso vendría el: pero, cómo, qué. ¿Sí?.

-¡Oh, sí…!.Ouí. Pasa, pasa criatura. ¡Santo Diosqué mal hueles!.

El último comentario lo hizo en voz muy baja pero la vieja lo oyó. Iba a sentarse en un sillón frente al fuego cuando:

-¡No!. Ese sillón es Luis XIV-gritó Rhys.

Comenzaba a moverse hacia otro cómodo asiento, más alejado del fuego.

-¡No!. Esteee…Este es de fina seda parisina…-continuó azorado el francés.

-Monsieur Durand elija el sitio, porque en dos segundos mi mugre y yo vamos a desplomarnos. Llevo casi tres días sin dormir…

-Lo imaginé. ¿Me estoy portando como una vieja matrona, ¿verdad?.

-Así es.

-Perdona criatura. Allí frente al fuego-conun sonoro suspiro de resignación, tendría que tirar a la basura ese sillón, quedaríainutilizable-Prepararé un baño caliente mientras pongo algo a hervir para que te dé calor-dijo suspirando el hombre.

– Yo prometo, cuando esté repuesta…desinfectar el sillón.

-Bueno, bueno. No me tomes el pelo, niña. Respeta mis canas.

-¿Cuáles?-preguntó casi son voz.

-Las que están apareciendo por encima de mis orejas.

-Ahhh…

En cuanto se acomodó en el sillón…se quedódormida. Cuando Rhys bajó a avisarle que el baño estaba listo:“Dormida claro, lo que faltaba”-pensó el hombre.¿Cómo iba a llevar semejante bulto escaleras arriba?. Ladespertaría y punto, no iba a romperse un solo músculo cargándola. Pero por más que lo intentó fue en vano. Resignado fue en busca de unos guantes que pensabadesechar y un gran paño para proteger su ropa de cualquier posibleadherencia por la suciedad del vestido. Iba a cargarla sobre los sushombros cuando palpó la mayoría de lo que parecía acumulación de grasa. ¡Eran almohadas!. Calculó su peso y luego la llevó en brazos hasta la habitación de huéspedes donde el baño ya comenzaba a enfriarse.

Fue en busca de unas tijeras y cortó el repugnante vestido, sacó la cofia y todo lo ajeno a la joven. La dejó únicamente en camisa y con el cabello suelto. Rhys la observó: demasiado delgada desde la última vez que la viera, solo un abdomen apenas prominente y la piel… un desastre. ¿Pero qué habría pasado para que llegase en medio de la noche, después deaños de conocerse y con este disfraz?. Volvió a llevarla en brazos y la introdujo en la tina. Un suspiro de puro placer surgió de los labios femeninos aún dormidos.

El problema se presentó cuando la camisa se convirtió en algo insuficiente para cubrir el pudor de nadie. Al fin y al cabo Rhys Durand había visto, estudiado, dibujado, pintado y disfrutado demasiados cuerpos femeninos desnudos en sus cinco décadas y algo más de vida…pero “seguía siendo un hombre”. Ella dormía…Asíque arremangósu camisa: formó la imagen mental de estar realizando una escultura tamaño real, moldeando la arcilla, deslizando sus manos tan sólo por sentir la textura y la forma de la creación en sí. Colocó esencia de violetas en el agua y con un jabón afín comenzó a lavar ala joven. Pese a que el cuerpo era demasiado pleno en algunos aspectos, iba realizando la labor sin un solopensamiento erótico. No fuese cuestión de terminar como la historia de aquel escultor que se enamoraba locamente de su escultura…

Confirmó su hipótesis de que nada sensual se despertaba en él cuando movió el cuerpo de ella paralimpiar la espalda. “Nada sucederá entre nosotros”- así se lo juró cuando retrocedió y quedó el aliento detenido en una inspiración trunca: aquella espalda tan joven tenía una cicatriz que atravesaba su omóplato izquierdo como un ancho río, atravesando colinas bajas llenas de arroyos que desembocaban en él. Si ésta era una cicatriz física… ¿Qué cicatrices podría tener su alma?. No iba a agregar él ninguna más. De ningún tipo. Sintió consu Intuición que la joven había llegado a su vida como la escultura queél se había imaginado: moldear, curar cicatrices por fuera y por dentro en alguien muy especial. Lo intuía. Y nunca le había fallado esa capacidad. “Pobre Mon Cherìe…Nadie, nadie te lastimará mientras estés bajo mi protección. Te ayudaré, veré extender tus alas y empezar a volar tu vida”- se reprendió mentalmente. Aquella vieja veta poética de su juventud aún hacía esporádicas apariciones.Acabó con el cuerpo y se abocó al cabello, lo que más castigado tenía en el aspecto estético. Enjabonó y secó como pudo. Corrió hasta la cocina, no sin antes agregar un poco de agua para mantener caliente el baño y regresó con limones que fue exprimiendo sobre sus cabellos. La secó con enormes toallas calentadas frente al fuego del hogar. Ya depositada en la cama le colocó una camisa para dormir de él que le quedaba enorme y esparció los cabellos, ni lacios ni ondulados, rubio oscuros sobre la almohada para que el calor de la habitación los secara. Apagó la luz y dejó la habitación.

Bajó a la sala y luego de beberseel coñac de una vez, atizó el fuego pensando que la mañana llegaría pronto…Y… sabría todo de ella.

Cuando Jessica despertó lo primero en sentir fue que por primera vez en mucho tiempoestaba limpia, cómoda y en una cama. ¿Cama?… ¿Pero, donde era que…?. Ah, sí. Rhys Durand.

Poco más allá de las once de la mañana, Rhys entraba a su casa cargandoropa para la muchacha. Había tenido que sobornar a modista y vendedora de accesorios para que le dieran todo lo solicitado. ¡Esta guerra!. No sólo teñía la tierra con sangre de hermanos sino que aniquilaba lo bello y dejaba sueltos a los buitres que rondaban todos los aspectos de la contienda. No se refería únicamente a los carroñeros de los cuerpos caídos en los campos de batalla, sino los que lucraban con el evento: la Guerra de Secesión Norteamericana.

-¡Bonjour madeimoselle Claude!. Es un frío pero espléndido día-demostrando lo dicho corriendo las cortinas para que el sol demediodía llenara la habitación.

-Bonjour, Monsieur Durand-dijo apenas ella.

-Tengo esta ropa -no quiso alardear de haber comprado todo nuevo y para ella- deanteriores huéspedes. Anheloque le siente. Una vez que concluya de vestirse la espero abajo a desayunar.

¿Desayunar? Jessy se preguntó eso luego de mirar el reloj sobre la repisa… ¡Eran más de las once!. Tendría que empezar a cocinar si queríapreparar un buen almuerzo.Pero el ímpetu del apuro quedó allí al observar el vestuario: era lo más exquisito que ella había visto en la vida que “recordara”. No podía creer que realmente fuesen para ella. La anterior usuaria de esas prendashabría sido una dama de mucho dinero. Se vistió con todo excepto el corsé; ya había visto qué clase de instrumento de tortura era y además se necesitaba que alguien ayudara a colocarlo. “No, gracias”, pensó. El vestido era una creación simple pero muy bella en damasco suave color rosa viejo con adornos en terciopelo negro. Cuando se observó en el espejo de cuerpo entero no se reconoció. No sólo su imagen sino el simple hecho deverse de cuerpo entero. Pierce, el fanático religioso que la crió un tiempo apenas si tenía un espejo donde afeitarse. Y en la época del American House, eran ovalados. El American House… no pudo dejar de evocar lo que había representado aquella casa de comidas para ella. Cobijo, enfrentarse a una vida desconocida: cocinando, explorando sabores, colores, escuchando a medias las historias de vida que la gente le contaba, por el sólo hecho de trabajar allí. Luego…llegar a ser la dueña por tan breve tiempo. Volvió al momento, al espejo de cuerpo entero a preguntarse:“¿Esa soy yo? ¡Condenación!. ¡Qué maravillas operaba en una un hermoso vestido!”.

Cuando descendía por la escalera de caoba Rhys se acercó a recibirla acompañándola con una sonrisa de gato relamidohasta el comedor.

-Madeimoselle Claude, está usted encantadora. ¿Desayunamos?.

Sobre la mesa, aparte de un impecable servicio de porcelana que daba penaensuciar, había un surtido de cosas que niantes de la guerra Jessy había visto juntas. ¡Rogaba que su estómago no emitiera ruidos patéticos ante tamaños manjares para un desayuno!. Recurriendo a su máximo autocontrol, tomó zumo de naranjas, café con miel, un panecillo salado con un poco de crema y uno dulce con mermelada. ¡Era tan extraño no estar cocinando yque todo aquello no tuviera que servirlo ella!. Lo disfrutódoblemente. Élla observaba en silencio. Cuando concluyó y se quedó mirando con expresión lejana los dibujos de la taza de café:

-¿No va probar los huevos y el tocino?-preguntó el caballero.

-¿A esta hora?. En realidad no sé si estoy desayunando o almorzando, Monsieur Durand.

-Mi cocinera se enfurecerá si no prueba su famosa torta sacher.

Jessica comenzaba a levantarse:

-Dígame dónde la encuentro y le pediré disculpas. Realmente no puedo comer un bocado más, pero sé lo queesque no valoren el trabajo de uno…

-Dudo que la encuentre, madeimoselle Claude. Ella hace sus tareas cada día y parte hacia otras casas que atiende. Lo mismola persona que mantiene el orden y la limpieza. No apruebo que el servicio doméstico conviva conmigo. Viví y vivo sólo-dijo Rhys rotundo.

Ella lo miró triste entendiendo que con clase, le estaba pidiendo que se fuera:

-Entonces…lamento haberlo molestado. Ya me reti…

-No me comprende madeimoselleClaude. ¡Siéntese!-dijo firme Rhys.

-¿Por qué no usa mi apellido completo?. Es Claude Douglas. Jessica de último.

-La llamaré Jessica cuandoreemplace el Monsieur Durand por Rhys.

-Hecho, entonces.

-Volviendo al tema-retomó Rhys-Me refiero a que no hay nada más chismosamente molesto en esta vida que el servicio doméstico conviviendo con sus patrones. Soy muy celoso de lo que hago o no en mi propia casa como para que lo ventilen terceros. Si se trata de escandalizar a esta sociedadmojigata e hipócrita me encargo personalmente de hacerlo. Con mis propios actos públicos.

-Oh. Entonces…¿puedo quedarme?-preguntó asegurando ella.

-¡Por supuesto que sí!. Si no, no la hubiese invitado. Eso sídebe tener en cuenta el impacto que ello tendrá en su reputación-la previno él.

-¿Cuál?. No tengo familia, ni amigos…Ni nadie a quien pueda dañarla manera en que vivo. Me importa poco lo que pueda decir gente que no conozco ni me conoce.

-¡Três bien!. Así se habla. El día que se case…a su prometido sí le importará.

-¡No! Mientras pueda evitar atarme a cualquier hombre, lo haré. Soy demasiado independiente para ser propiedad de alguien. Y si eso cambia, será alguien que acepte lo que soy más allá de lo que digan los demás.

Rhys sintió ganas de aplaudir pero se contuvo. Algo le había faltado a ella mencionar. Algo que alguien de su edad,no más de dieciséis, diecisieteaños no dejaría de mencionar: el amor.

-¡Bon!. Entonces como primera medida iremos a lo de una peinadora para que le indique cómo recuperar ese pobre cabello. Luego, ella le mostrará cómodar vida a esa maltratada piel y…

-¡Rhys! No vine a mejorar mi pelo ni mi piel: vine a encontrar a Melanie Andrews, la niña que vivía a mi cargo en Solberg Creek-trató de explicar Jessica.

-No podrá encontrar a nadie si no se encuentra a sí misma-sentenció con sabiduría-Déjeme ayudarla a convertirla en lo que es…y luego la ayudaré a encontrara… ¿Era una niña, no?.

-Sí. Ocurrieron cosas. Tantas, y…

Jessy se levantó abruptamente y después de mucho tiempo, no pudo contener las lágrimas. La ahogaban. Rhys se acercó presuroso y la abrazó dándole consuelo de forma natural. De inmediato Jessica comenzó a debatirse:

-¡¿Pero qué pasa, Mon Cherìe?!.

-Los abrazos son malos. Vienen antes de que un hombre haga daño. Son el comienzo de…-logró articular entre el llanto y el temor que experimentaba.

-Jessý. ¡Jessý, míreme!-tomando el rostro de ella con sus grandes manos.

Así lo hizo ella: sus ojos eran de un gris peltre suave, su mirada tranquila.

-Los abrazos jamás deberían ser algo malo Mon Cher, pese a lo que pueda haber experimentado. Así como las frases de consuelo equivalen a acariciar con palabras. Los abrazos son pétalos que nos envuelven y protegen. Confíe en mí-concluyó Rhys. Amonestándose por utilizar “otra vez”su vieja vena poética.

Ella se relajó un poco sobre el amplio pecho. Dándosepermiso para tratar de disfrutaralgo que no tuvieraotras intenciones. Era una sensación agradable a la que una podía acostumbrarse si no estaba en guardia sobre algún manoseo que viniera a posteriori.

-Tiene mucho que aprender, Mon Cheríe. No soy igual a nadie, a ningún otro hombre que haya conocido. ¿Confía en mí?-dijo él elevando el mentón de la joven.

-Sí, desde el primer momento.

-Bon. Entonces subamos, así le ayudo a ponerse el corsé. Nadie es una dama si no lo usa.

-¿Cómo lo supo?.

-¿Años de experiencia?-dijo él con una sonrisa mortalmente seductora.

-Si lo hiciera, cosa que no pienso, debería ayudarme una mujer, no usted…

-Ya le dije que aquí no hay personal de servicio. ¿Quién cree que la bañó, y dejó cómodamente instalada en su cama?.

SINOPSIS

Separación, rompimiento. Secesión. Guerra de Secesión Norteamericana. Una niña de diez años vendida a un fanático religioso, sin memoria de sus primeros años de existencia decide usar el primero de los muchos disfraces que le salvarán la vida. No puede ser parte de una contienda que no siente suya, pero noquiere volver a ser esclava de nadie. Libre en el amor, libre en la amistad. Pero la vida le va arrojando pérdidas, dolor, muerte que ella esquiva con lucha constante, con un espíritu que la llevará a desear recuperar lo que otros decidieron quitarle.

¿De dónde proviene el fuego que la consume para vivir y buscar constantemente esa libertad y rebelión contra todo lo que quiera atarla, poseerla, retenerla dentro de normas sociales, experimentar lo que creía era amor …sobrevivir a extraños atentados contra su vida, misterios, hasta recuperar sus recuerdos, toda su historia perdida?. Londres y el sur de Francia la guiarán en su búsqueda. Europa toda. ¿Quién es quién en su carrusel de vida?

Por eso se arriesga más allá de lo queuna mujer podría siquiera pensar para aquellos caóticos tiempos de mediados del siglo XIX.

¿Será que “la centenaria sangre Font du Claude” clama entre la niebla de sus primeros años perdidos desde el fondo de su Alma través de su inconsciente? Pero jamás le arrancarán el orgullo y la fortaleza hasta que pueda ser aceptada tal y como es por el amor de quién menos pensó… podría llegar a amarla.

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