Retazos

El principito ha vuelto. Tenía que decírtelo.

Escribe la mujer, unos 40 años pelo corto y cano, cuerpo atlético, está sentada frente a una mesa redonda sitiada por el alboroto de libros diseminados, sí son todos hombres los autores aunque la mujer es ahora una acérrima feminista, está vestida con una malla negra. El espacio es amplio y luminoso.

No voy a escribir una novela para niños, le dije. Nadie la leería. Por lo mismo debía hacerlo insistió, pero por supuesto no escribiré una novela para niños. ¿Qué padre compraría para su hijo y menos para su hija los escritos de una prostituta? Esas cosas siempre se saben. Y yo quiero escribir un libro de auto sanación, ya saben con mi linaje materno y todo eso, aunque tenga que contar de cuando mi madre me pidió que matáramos a su amante. Me parece interesante narrar la cotidianidad con que discutimos los detalles sobre “qué haríamos con su cuerpo” mientras yo comía un completo, sí lo comí y ella saboreaba un trozo de pastel en un café cualquiera de nuestra ciudad Puerto.

Encontré la foto flotando en los escombros de lo que debió ser su casa, algunas cosas me las he inventado por supuesto o simplemente las sé. Siento que todo lo que cuento es verdadero, ahora respecto a los papeles que hemos encontrado en las cajas negras no puedo decir lo mismo. Era escritora al parecer o escribía mucho al menos; con diferentes tipos de letra, de una forma muy rara, casi esquizofrénica.

Cuando tocaron a la puerta no sabía a quién invitaría a pasar había pensado en el horror junto a la pornografía, por supuesto algo que venda, ser la nueva marquesa del vicio solitario, ya tengo todo el vestuario con mis corsé y mis ligas y mis pelucas ¡amo mis pelucas! Mi favorita ahora es una melena estilo Bob lisa platinada, creo que esa misma usaré hoy con el gordo al que veré más rato. Me cae bien el tipo. Sí soy una puta feminista como dice una bella mujer de grandes ojos que cohabita mi tiempo- espacio. Ayer también tuve certeza de La otra. ¡Tengo tantas cosas que escribir! ¿Por qué tengo que escribir sobre ese niño? Bueno porque él lo pidió. Pidió que le avisaran. Y a los llamados hay que responderlos. Y la verdad hay que decirla. Así que no digas que no te avisé Antonio, aunque seguramente no leerás esto en un café de París, ojalá sea en una favela de Río o tomando choca en el Wall Mapu. Espero estés más cerca de estas mis tierras para que podamos abrazarnos y darte la noticia en persona.

Magda me pregunta que por qué me interesa tanto por qué no dejo de venir y luchar contra el agua que diluye imágenes y palabras para seguir reconstruyendo la historia de esta mujer. Es porque siento que la conozco por eso cuando llego a una conclusión sobre ella no la cuestiono, aunque tal vez debería hacerlo, pero a nadie le interesa su verdad hoy, solo saber dónde están los caleidoscopios.

¿Qué me dijo? No mucho realmente como tú dices él hace muchas preguntas y responde pocas, aunque bueno no es necesario, se las responde uno, maneja el arte de callar y saber qué decir. Dijo que te avisara y que sacara los caleidoscopios de la ventana, que iba a volver otro día, me pidió la cama y se echó una siesta. Cuando despertó sonreía con los ojos. Ah no es como tú lo describiste. Su pelo es ensortijado y su piel es negra como una aceituna aunque las aceitunas no sean en realidad negras sino que las tiñan así, algo tan obvio para alguien que ha visto un árbol me sorprendió cuando me lo dijo un vendedor de aceitunas, en fin, es él estoy segura.

…….

  • – ¿Era un visitante? ¿De qué niño habla? ¿Quién es Antonio?
  • – No lo sé Ankatu

Los dos hombres salieron saltado entre los restos de una casa que flotaba en La Gran agua y se dirigieron a una roca donde descansaban sus pares de alas negras. Ankatu alisó las plumas con las manos y se acomodó las alas sobre los hombros, miró al cielo antes de ascender y me guiñó un ojo, yo regaba mis flores y pude verlo.

1-

La mujer que escribe

“Quise quedarme pero me fui”

Charly García

El sabor del café en la boca, los restos de galleta. Otra mañana que no se ha lavado los dientes y después se queja de las caries. Pero bueno hay cosas más importantes, escribir por ejemplo, aprovechando que el niño duerme. Ya son dos años dedicada a él. Lo ama pero a veces pierde la paciencia. A veces se iría corriendo. ¿Eso no la haría infinitamente peor que su madre? Ella hizo lo mismo, solo que vivía con su madre, mi abuela, mi madre ¿A quién amabas más? ¿Por qué ella ha soñado contigo hasta se han abrazado y tú sólo apareces en mis sueños como una aparición, aparición aviso, aparición pregunta a mí misma? ¿Por qué estás tan triste Elizabeth? Si yo también me llamo Elizabeth, pero me gusta que me digan Liz como a la Norton de Bolaño, ese personaje es muy yo ¿Cuántas vidas has vivido?

Imagino que una cachá y siento que no he aprendido nada. Hasta respirar me cuesta, igual que a mi madre, no quiero traspasar eso a nadie por eso no tengo hijos. ¿Qué niño durmiendo? No hagan caso a las terceras personas, solo la primera importa.

Servíamos café y combinados mientras tomábamos bebidas de 4 lucas, escuchábamos mucho, malas historias en general, los café estás llenos de hombres tristes y los hombres tristes ni saben ni tienen historias para contar. Hablo de los café con piernas por supuesto, mi primer coqueteo con la prostitución. ¿Cómo llegué ahí? Era yo una joven educada de familia de clase media, es decir arribista, porque en mi país solo hay pobres y ricos. O sea era yo una joven pobre en busca de trabajo. Fui a una fuente de soda que es como le decimos en Chile a un restorán barato. La prostitución habría también ido a buscarme allá, es lógico, por eso cuando la mujer nos dijo- a mi amiga y a mí- que no necesitaba gente ahí pero sí en el café con piernas no pareció nada raro. Además remató con la frase: Una señorita es señorita aquí y en la quebrada del ají.

Con eso quedé convencida. Mi abuela me había educado para señorita, una señorita bastante inútil, que añoraba las épocas antiguas para vestir corsé y vestidos enormes y ser azotada por un guapo con un miembro enorme. En ese tiempo no sabía eso, lo del masoquismo lo fui asumiendo después. Ahora que recuerdo cuando “mi primer hombre” quiso pegarme porque yo no había cocinado por no saber cambiar un balón de gas me parece hasta entendible y absurdamente triste. En fin, a lo que iba. Servíamos café en un reciento pequeño, el único de esos lugares que de verdad servía café y no solo trago. Mi favorito el irlandés: Café, whisky, crema.

Fue una época divertida, bonita, además el lugar tenía cierto estilo: su dueña era mujer, usábamos unos trajecitos iguales, cortitos, hechos a medida y teníamos eventos, noche de odaliscas por ejemplo. Una vez hasta hicimos un baile y la dueña me llevó a la peluquería, rubia por supuesto. Era en ese entonces una joven provinciana del sur del mundo, seguramente aun lo soy, provinciana no joven.Sigo encerrada en la cárcel de este idioma que me enseñaron por el más bello y así lo he disfrutado todo este tiempo pero lo cierto es que no me ha ayudado a entenderme ni a trascender del sufrimiento. Acaso me he deleitado demasiado en el dolor. Y ya, otra vez se me fue la onda. Es que fumo demasiada marihuana deben saberlo. También tengo mi temita con el alcohol ¿Ustedes no?

Me pediste que te escribiera un cuento y sí voy a hacerlo. Porque me caes bien. Aunque a veces no. A veces no sé porque me acerco a ti. Pero me gustas. “Tu filosofía barata y zapatos de goma”. Los mismos que me calzan tan bien, igual que mi pijama y los pelos que ya no me depilo con frecuencia. Y sí para mí también el sexo es el juego y la belleza y el riesgo. Pero también quisiera que hubiera algo más, más profundo, que no me haga sentir vacía y volver a caer al abismo después de haber estado a un pene de distancia de abrazarnos.

Porque siento que debo representar el teatro de la prostituta una y otra vez y no sirve de nada porque ahí estás tú queriendo acostarte con la primera mujer que se muestra interesada. Hablando del horóscopo.

Pero bueno a lo que íbamos, el cuento:

Cuando me dijo que nos juntáramos por supuesto dije que sí. Habían sido meses de silencios y miradas. Llegué ansiosa. Él ya estaba ahí. Me sonrió y miró con admiración. Caminamos en silencio, me indicó un auto antiguo aparcado en la calle contigua a la plaza. Subimos, me acomodé la falda y bajé la ventana, él me ofreció marihuana, fumamos, puso en la radio a Charly.

Nos dirigimos a la costa, la noche estaba cálida por lo que dejé la ventana abierta y me dejaba acariciar por el viento mirando las estrellas. Cuando llegamos tuve la sensación que ya había estado ahí.

Una casa en lo profundo del bosque era de madera y sus ventanas brillaban. Adentro había fuego. Un cuento de hadas del que desperté al interior del lugar. Pese al fuego era pobre y estaba sucio, las tablas del piso estaban entreabiertas y me hacían temer lo peor de todo, después de mi madre: Arañas.

Una vieja alfombra roja en el piso era el único mobiliario. Al menos había fuego. Mis ojos se detuvieron en las llamas, vida. Y vino, sin romper el silencio me ofreció una copa.

Di un sorbo y la arrojé contra la pared. Ya había sido suficiente. Me miró y me besó. Nos besamos, caí sobre él en un acto bastante torpe, me pegué en la rodilla, temí por su espalda. Iba a comenzar con el ritual de chuparle el pico cuando me detuvo. Tomó mi mano y me llevó a otra habitación. Había una cama de madera muy antigua con dibujitos, me recordó a mi abuela. Mi mente se esforzó en volver. En lo profundo del bosque me seguía sintiendo culpable por sentir.

El hombre me acostó en la cama y comenzó a besar mi cuerpo, de los pies a la cabeza, literalmente, muchas veces, volví al momento. Estoy ahí con él besándome entera y yo deseando que seas tú, a quien no conozco, me excita saber que lo tengo ahí muriendo de placer, de deseo por penetrar mi cuerpo. No lo dejo. Él me ha dicho al oído haz lo que quieras, solo quiero que me bese que lama mi vagina una y otra vez, que se sumerja en mí, que se le acalambre la lengua de chupar, que le reviente el pene de sangre, de deseo, para que cuando me penetre lo haga con desesperación para luego detenerse y suavemente seguir mi ritmo.

Pero nada de eso sucede, la tercera vez que le niego mi vagina a su pene, se levanta airado y me grita ¡Qué te hai creío PUTA! Entonces hace un chiflido como llamando a los perros, en lugar de perros llegan dos hombres jóvenes, uno es muy guapo. Pienso que si alguien va a violarme debería ser él, su piel es morena su complexión fibrosa, sus pelos son castaños como desteñidos por el sol y tiene unos ojos dulces como la madera nueva. El otro es un niño, un adolescente, flaco, esmirriado, tiene por el contrario una mirada oscura de quién ha vivido sólo dolor, es él quién sonríe perverso al verme.

Me siento en la cama pero no alcanzo a levantarme o decir gran cosa cuando el guapo se coloca sobre mí, me calma la mirada me vence con un beso, delicioso por cierto, para que el duende de la noche como diría Lemebel me ate a la cama, a los dibujitos de la infancia.

Luego, para qué seguir, puedo confesar que al principio estaba excitada. Cuando me penetró con brusquedad el bonito no pude evitar estar mojada pese a lo horrendo de la situación, tal vez en parte gracias a eso, ya saben el romanticismo. Pero todo luego se volvió asqueroso, doloroso, humillante, la sensación de suciedad, asco y rabia me acompañó las cuatro horas que caminé a orillas de la carretera, al filo de los camiones, qué importaba ya nada, pero aun así no habría podido ponerme al frente, aun con todo el dolor que me había caído encima como esa lluvia valdiviana que acompañaba mis lágrimas, como siempre porque siempre llovía y a mí ya me gustaba llorar. Ahora tenía un buen motivo para hacerlo.

¿Ah no era de eso el cuento que querías? Pero dijiste Gangbangs ¿No es lo mismo que violación?

Ok, lo siento y perdóname el final del cuento, no puedo narrar una violación y terminarla con esa sarta de clichés, en realidad no terminó así: El hombre, sí se puede llamar así a ese gusano infecto luego que sus perros terminaron conmigo me extendió con la mano llena de semen un caleidoscopio. Era hermoso, papel con planetas y una cúpula de vidrio que lo hacía parecer un cohete. Una burla. Me obligó a mirar dentro de él. Y entonces lo vi multiplicado, luego el rojo, el rojo de mi rabia, mi cerebro derramándose y finalmente, el frío, la inmovilidad, la oscuridad eterna.

Desperté en la playa, mi cuerpo se sentía como después de una gran borrachera, a mi lado dos gaviotas, acaso las mismas que veo siempre desde mi casa. Desperté en la playa, estoy en Valparaíso, hace años que no vivo en el sur, tengo en mi mano un caleidoscopio.

Juro que es cierto. Juro también que a veces soy una araña, a veces vivo en París, muchos me han visto y hoy tocó a mi puerta un niño que dice ser el principito.

-Los baobabs no son malos me dijo y yo nunca quise un amor domesticado. Ese hombre entendió todo muy mal, solo quería dibujar- me dijo.

Lo despertaron las sirenas apocalípticas. Malditas. Las odio. Cuando la mar se salga será como Pedrito y el lobo.

SINOPSIS

Tres Veces Tres

“El principito ha vuelto”. Escribe la mujer ¿Debemos creerle? ¿Le creen los hombres gaviotas quienes encuentran las páginas en un sur del mundo devastado por el cambio climático?

Tres personajes clave. Una cuarta misteriosa. Tres narradores. Nueve capítulos, nueve fotografías. Que la lectora y el lector pueden armar o destruir a su antojo. Mientras navegan en las profundas y ¿paralelas? aguas de las mujeres ballena y los hombres gaviota.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS