Simón y los anuncios de la muerte

Simón y los anuncios de la muerte

Sandra Vidal

15/03/2018

CAPITULO I

“El adiós de Santiago”

– ¡Niños, llego la hora de dormir¡. Gritaba, una delgada mujer, a quien le aturdía enormemente escuchar el cuchicheo de sus hijos, y no porque le preocupara que los pequeños no descansen a sus horas, sino porque no le permitían oír claramente la trama de su novela. En la otra habitación un niño de aproximadamente unos nueve años le hablaba sin parar a otro más pequeño, el cual harto de escuchar cosas sin sentido gritó: – ¡Ya basta Simón , me asustas¡. Simón, con los ojos llenos de lágrimas le repitió: – Santiago tu eres muy importante para mí, eres mi hermano. Por eso no quiero que nada te suceda….., terminando de decir esto se dio media vuelta, para tumbarse sobre la cama, sin lograr concebir sueño, realmente estaba preocupado aunque su hermano no lo entendía.

Luego de una hora de telenovela y aprovechando que ya había llegado su esposo, la mujer comentó lo que harían al día siguiente los niños.

– Van a venir los hijos de tu socio, han planeado con Santiago jugar a los exploradores. Indicó Susan, ese era el nombre de la delgada mujer, mientas colocaba una capa de crema en el rostro, que según ella le devolvería unos 15 años. En la cama leyendo un periódico estaba Samuel, dueño de una cadena de tiendas de abarrotes en la populosa ciudad capital, esposo de Susan y padre de los dos niños que eran su máximo orgullo, aunque tenía ciertas preferencias, como todo padre pensaba . – Y Simón, ¿irá también a jugar con su hermano?. Susan, preocupada, en tono alarmante, respondió: – Samuel, ese muchacho esta raro. No come ni duerme desde hace días, sus calificaciones han decaído enormemente. Solo fastidia a Santiago, anda tras de él pegado como chicle. Santiago no quiere ni verlo, le aburre, a pesar de que Simón insistió en ir a jugar con Santiago y sus amigos, éste le dijo que si iba entonces él nunca más le hablaría…… ¡ Samuel mis hijos se han convertido en enemigos!.

Susan se echo a llorar desconsoladamente, como la protagonista de su novela favorita, sobre los hombros de su esposo, quien quitándosela de encima dijo que no hiciera tanto escándalo, él solucionaría tal problemilla.

Al día siguiente era sábado. Los hijos del socio de Samuel, llegaron temprano. Santiago se apresuró en darles la bienvenida y comenzaron a planear como sería la aventura de ese día. Samuel, se percató de que Simón no estaba con ellos y recordando la conversación que tuvo la noche anterior con su esposa, fue en busca de él.

Samuel entró en el cuarto de Simón y charlar con él.-Simón, hijo que haces solo en tu habitación. Simón no respondió, miraba desde su ventana con profunda tristeza, como Santiago corría por el jardín con sus amigos. Samuel se acercó, lo abrazo, pudiendo comprobar que había perdido por lo menos unos 5 kilos desde la semana pasada. Simón miró a su padre y antes de que le dijera algo arguyo: – Yo quería ir a jugar con Santiago y sus amigos. Ellos van a explorar la casa de la esquina que esta desocupada desde hace años. Pero Santiago no quiere, yo tengo que ir pues soy su hermano mayor y debo cuidarlo, pero Santiago no quiere, NO QUIERE, NO QUIEREEEE…… Simón empezó a gritar mientras daba pequeños golpes sobre el estomago de su padre. Samuel lo cogió por los hombros y lo coloco casi a rastras sobre una silla, y enérgicamente le dijo: – ¡CALMATE SIMON, QUE TE SUCEDE!. Simón abrazó a su padre llorarando, luego de unos minutos dijo: – Papi, yo quiero mucho a Santiago, es mi único amigo, por eso debo cuidarlo para que nada le pase. Tengo miedo que vaya a esa casa y no regrese. Samuel estaba confundido, sin embargo no quería darle la contra a su hijo, así que le aconsejó: – Simón si te vas a sentir mejor estando cerca a tu hermano, anda ve con él y sus amigos, por detrás sin que te vean.

Simón iba tratando de pasar desapercibido, no importaba si su hermano no jugaba con él, lo único que tenia en mente era el tratar de salvarlo de cualquier peligro. -POR AQUIII¡¡¡¡¡, el grito ensordecedor de Santiago hizo que Simón apresurara su caminata hacia la casa abandonada, trepo una reja oxidada, se escondió detrás de unas matas que tenían como frente una especie de piscina con aguas pantanosas, en cuyo borde se encontraba Santiago jugando.

– AYUDAAAAAA¡¡¡¡¡, Santiago gritaba desesperadamente, Simón veía como la pequeña mano de su hermano iba desapareciendo, sumergiéndose hacia el fondo de lo que algún día fuera una alberca. Al poco rato llegaron los hijos del socio de su padre. Al ver a Simón al filo de la poza y a Santiago flotando sobre las aguas verdes, preguntaron ansiosamente: – ¿QUE PASO SIMON?. Este solo lloraba y repetía : – Se lo advertí muchas veces. Los dos niños no entendíanlo sucedido.

CAPITULO II

“La enfermedad de Simón”

-No puede creerlo, simplemente NO LO ACEPTO¡¡¡¡¡. Gritaba sin cesar Samuel, mientras que Susan se ahogaba en llanto.

– Señor, el medico desea hablar con Usted y la señora. Aviso un copetudo hombre que fungía de mayordomo. Ambos padres se dirigieron a la sala contigua donde estaba un hombre de unos sesenta años, ataviado en un traje gris y con maletín en mano, era el medico de la familia. Se saludaron e informo sobre el diagnostico: – Señores, lo de Simón es grave, sus alucinaciones las lleva a la realidad, cueste lo que cueste, incluso la vida. No se si ya habían escuchado sobre sus historias de que la gente se va, creo que su hijo es un psicópata en potencia.

Susan recordó la vez en que Simón dijo que no podía dormir porque su tío Ralfi se iría para siempre. No le dió importancia pues pensó que se debía a que Simón quería mucho a su tío y no deseaba separarse de él, incluso el tío se quedo unos días mas en casa. Pero de ahí a pensar que eso era indicio de que su hijo era un asesino, jamás.

-Bueno doctor, yo no sería tan severo en su diagnostico, él insiste en que no le hizo nada a su hermano, sin embargo por otro lado esta el hecho de que hablara a cada momento de que Santiago sufriría peligro , que le iba a pasar algo, no se….. , estoy realmente muy confundido. Samuel se cogió la cabeza tratando de poner en orden sus ideas. Se sentía culpable pues si Simón había matado a su hermano era por él, pues Susan y él siempre habían tenido preferencia por Santiago ya que era mas “normal”, por así decirlo, que Simón. Secándose las lagrimas que le corrían por las mejillas, dijo tajantemente: -Nadie sabrá lo sucedido, diremos que lo de Santiago fue un accidente. El tiempo resolverá todo.

CAPITULO III

“Simón conoce Amanda”

“El pequeño cuarto donde se guardan los útiles de limpieza será un buen refugio hasta las 6:00 a.m., hora en que las puertas se abren para dejar entrar a los proveedores de alimentos. Así podremos salir sigilosamente sin que nadie se de cuenta, pues con el alboroto en la cocina todos estarán preocupados por tratar de verificar que cada ración de comestible tengan el peso exacto para poder comer durante un mes….”

-¡ALTOOO¡, NO DEJEN QUE SE VAYAN, COJAN AL MAS CUERDO¡¡¡, grito una enfermera a los hombres de seguridad, dejando el pensamiento inicial de Simón, solo en eso, en un pensamiento…, pues nadie puede escapar de un manicomio tan fácilmente y mas aún cuando tu compañero en lugar de colaborar solo da alaridos como un animal salvaje.

-¡NOOOO…, NO PUEDEN ENCERRARNOS, NO PUEDEN ENCERRAR A EMILIO, NO ENTIENDEN QUE YA VIENEN POR EL, SI LO ENCIERRAN SE LO LLEVARAN , EL VA A…….¡ Simón dejo de gritar, mientras sus ojos se iban cerrando poco a poco, producto del calmante que le inyectaban cada vez que tenía esas alucinaciones con aquellos seres espeluznantes, que a criterio de Simón se llevaban a la gente al mas allá.

Sentado en una vieja silla y con la mirada fija hacia la ventana, Simón simulaba escuchar el mismo interrogatorio que venía oyendo desde hace 12 años, cuando sus padres decidieron internarlo en aquel hospital para enfermos mentales. –Simón, tu eres un chico con mucho potencial, porque insistes en la existencia de esas criaturas…, la doctora con apariencia preocupante, pretendía seguir hablando cuando fue interrumpida intempestivamente por Simón, quien enérgicamente se acerco desafiante a su consejera y sin dejarla siquiera parpadear la encaro: -DOCTORA DIGAME UNA COSA ¿DONDE SE ENCUENTRA EMILIO?, SI USTED ME DICE QUE ESTA DESCANSANDO Y YO LO VEO TIRADO EN ESA PEQUEÑA CAMA DEL CUARTO DE REHABILITACION, ENTONCES DOCTORA LA ESCUCHARE Y DEJARE DE PROCLAMAR LA EXISTENCIA DE ESOS SERES FANTASMALES. VAMOS DEMUESTREME QUE EMILIO ESTA VIVO, PERO NO PUEDE, PORQUE SABE QUE LO QUE DIGO ¡ES CIERTO¡

La paciencia de la doctora se agotó y temiendo una reacción violenta por parte de Simón, llamó a los hombres de seguridad para que se lleven al muchacho. Antes de retirarse volteo a mirar a Simón y refutando los argumentos de su paciente dijo: -Sabes Simón, en una cosa tienes razón: Emilio no esta. Murió ayer en la madrugada a causa de un derrame cerebral provocado por la subida de su presión arterial y esto fue gracias a un episodio impactante en su vida, episodio que TU SE LO HICISTE VIVIR AL INTENTAR SACARLO DEL HOSPITAL. SIMÓN DE REPENTE SI ES CIERTO QUE VEAS A LA MUERTE, CLARO COMO NO LA VAS A VER SI LA MUERTE ERES TU, PUES TODOS LOS QUE SE ACERCAN A TI MUEREN, AL IGUAL QUE TU HERMANO, POR ESO ESTAS ACA, PORQUE ERES UN PELIGRO PARA TODOS. La doctora terminó de decir sus palabras que como dardos entraban a la mente de Simón, trayendo el recuerdo de su pequeño hermano flotando sobre las aguas sucias de una piscina.

-¡¡¡YO NO LO MATE, TRATE DE SALVARLO PERO ELLOS YA HABIAN IDO POR EL, LO JURO…¡¡¡, Simón cayó al suelo y mientras los hombres de seguridad lo recogían para llevarlo a su habitación, Simón repetía sin cesar: -Yo no soy la muerte, pues yo se que ellos vienen por mi, por eso me quitan a mis seres queridos para que muera de pena, el próximo soy yo, estoy seguro.

Los tenues rayos de sol que entraban por las rendijas de una burda imitación de ventana despertaron a Simón. Trató de adivinar que hora era, por el sol supuso que serían las dos de la tarde, pues su madre le decía de pequeño que a las dos de la tarde el sol siempre brillaba endeblemente en primavera. Tal vez no estaban en primavera, pero que importaba, para Simón solo le bastaba saber que hora era. Estando de pie tratando de encajar bien sus pensamientos, Simón sintió que alguien lo llamaba, se acerco a la puerta para oír una voz femenina, que del otro lado susurro su nombre. Simón estaba confuso pues si bien veía seres extraños ,él los llamaba los “mensajeros de la muerte”, nunca antes había oído voces, ni mucho menos voces tan encantadoras como la que escuchaba en ese momento. Suponiendo que estaba soñando, Simón decidió contestarle a aquella voz:-Soy Simón, ¿qué quieres?. Grande fue su sorpresa cuando la respuesta a su pregunta fue: -Ayudarte.

La puerta del cuarto de Simón se abrió lentamente y ante su asombro una bella mujer vestida de blanco y con unas finas gafas, entraba a lo que podría llamarse su habitación. –Soy la doctora Amanda, desde ahora serás mi paciente, estoy realizando mi internado y me han asignado tu caso. Se presentó sonriente la enigmática mujer ante un desconcertado Simón.

-No creo que pueda ayudarme, pues al igual que todos Usted también creerá que estoy loco y sabe una cosa NO LO ESTOY¡¡¡, gritó Simón a su nueva terapeuta, quien sentada en una esquina de la cama pareciera que realmente creía lo que oía por parte de Simón. –Esta bien, no te haré interrogatorios y no tendrás que contarme nada que no quieras, sin embargo tengo que justificar mi presencia en este lugar por lo que te pediré que por lo menos me ayudes a fingir que realizamos sesiones terapéuticas, seremos cómplices. Le propuso la doctora, quien antes de salir de la habitación de su nuevo paciente, sonrió y dijo: -Bueno mañana te espero en el consultorio tres, luego del desayuno.

-De veras te gusta la música urbana, dijo la Dra. Amanda a Simón y terminando su comentario hizo sonar un CD del genero musical protagonista de la conversación. Era cierto a Simón le gustaba la música urbana y cada mañana luego del desayuno se dirigía al consultorio tres para escucharla y comer junto a la Doctora Amanda unos deliciosos sanguches de atún, ni sombra de los que servía la cocinera del nosocomio, y hablar de todo un poco excepto de la muerte y sus mensajeros que venían para llevarse a la gente que Simón quería tanto, tal como empezaba a querer a Amanda ,nada de doctora le había dicho ella, acaso ¿no eran amigos?.

-JA,JA,JA….,la risa de Simón fue interrumpida por la presencia de algo que solo Simón creía que el podía ver. Simón sin decir nada abrió la puerta del consultorio, Amanda lo cogió del brazo y rogó con la mirada que se quedara, pero Simón se marcho, sin embargo antes de salir le dijo con la voz que se le partía por aguantar los sollozos: -Amanda no puedo seguir viéndote, pues no quiero perderte…. A partir de ese día y durante una semana Simón justificaba su ausencia a las terapias con Amanda con unos extraños dolores abdominales, los mismos que hicieron que la directora del manicomio dictaminara descanso absoluto por parte de Simón, sin salir de su habitación hasta nuevo aviso.

CAPITULO IV

“El Final”

Simón sintió la presencia de alguien, no quería abrir los ojos, pues temía encontrarse con alguno de aquellos seres, sentía que se acercaban a él poco a poco y antes de que lo tocaran, se levantó precipitadamente y vio la silueta de una mujer al lado de su cama, era Amanda quien intento acercarse a Simón pero sobreparo como si algo le interrumpiera el paso, fue entonces que Simón se dio cuenta de que Amanda también los veía.

-¿Por qué te sobreparaste?, interrogo Simón a Amanda, quien no le dijo nada solo agacho la cabeza y dejo que unas lagrimas cayeran sobre sus mejillas.

-¡¡LOS VISTE, NO ES CIERTO, VISTE A AQUELLOS ENCAPUCHADOS DE NEGRO!!. Mira Amanda podemos huir para que no te lleven, no quiero perderte, siento que te quiero y eres muy importante para mi. Sospecho que ellos son solo mensajeros, creo que hay mandos superiores, algo así como una jerarquía, pues cuando logro alejar a los que se van a llevar, ellos demoran en encontrarlos, a veces ni los encuentran como sucedió con mi tío, le dije que por favor no viajara ese día, no lo hizo y vivió, creo que hay otros seres que les indican el lugar donde están las victimas, pero si las victimas se van ellos no pueden moverse hasta esperar una nueva orden…, Simón vio que mientras hablaba, Amanda lloraba y que nada de lo que dijera pararía ese llanto. Entonces esperó que se pronunciara.

-Simón, eres un gran chico, yo pensé que no podía sucederme, pero me equivoque. Simón te amo. Luego de la confesión de Amanda, una sonrisa se dibujo en el rostro de Simón. Quiso abrazar a Amanda, pero ella no lo permitió. Simón se sintió extrañado y antes de que le pidiera alguna explicación a Amanda, ella se adelantó y dijo: -Tienes razón Simón, ellos son unos simples mensajeros, hay mandos medios y altos, cuando los mensajeros no pueden cumplir su misión envían a los mandos medios, llamados ángeles de la muerte, para que puedan cumplir la misión de llevarse a aquellos que son resistentes e interrumpen la tarea de los mensajeros, como tu lo haces.

Simón sintió un vuelco en el estomago, se coloco muy cerca de Amanda y le dijo: – Amanda por primera vez me he enamorado, si me van a llevar por lo menos permite sentir un beso, aunque seas un ángel de la muerte.

Amanda llorando silenciosamente se acerco a Simón y lo beso intensamente, Simón cerró sus ojos y se dejo caer sobre su cama, durmiendo profundamente.

Al entierro de Simón fueron sus padres y algunos doctores quienes explicaban a la madre que fueron las agudas ulceras estomacales que Simón presentó en las ultimas semanas, producto de los fuertes medicamentos que durante doce años venía tomando, los que le provocaron la muerte. Y cada vez que le hacían el comentario, la madre lloraba desconsoladamente, pues que colocarían sobre la lapida de su pobre hijo orate y enfermo de ulceras, el cual para las “amistades” se encontraba estudiando en el extranjero.

Ya cuando se habían ido todos los asistentes, una Amanda mas delgada, se le acerco a la preocupada madre, iba vestida de negro y le caía muy bien el color.

-Señora como esta, soy Amanda, mire se que esta preocupada por el epíteto de la lapida, puede dejar que yo me encargue de eso, pues Simón significo mucho para mi, enseñándome algo que pensé no sucedería. A la madre le pareció extraño que su hijo haya podido tener algo bueno como para que una persona se sienta inspirada para escribirle algo, pero como ella no tenia la mas mínima idea de que hacer y estar ahí además de penoso le era incomodo, acepto la propuesta de la joven.

A los dos meses de la muerte de Simón, el tío Ralfi, quien siempre tuvo cierta compasión por el ya fallecido, llevo flores a la tumba de su sobrino, leyendo con asombro la siguiente frase en la lapida : “AQUÍ YACE SIMÓN QUIEN MURIÓ POR AMOR”.

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