Marzo de 2013
La tenue lluvia caía detrás de mí y un puñado de nubes centelleando se avecinaban desde el oeste; llegamos corriendo hasta ahí con la respiración agitada, el aliento de los relámpagos salpicaba y se filtraba entre nuestras sombras y la de una farola de hierro que nos observaba taciturna; un enérgico trueno sordo y enemigo, se descargó displicente sobre el cielo, rugiendo como un león voraz enojado y siniestro; y sentí bajo mis pies por primera vez temblar la tierra. Caminé unos pasos hacia adelante y me detuve en el mismo lugar que lo hacía todos los meses… me arrodillé en el césped con el pobre sol serio y tibio muriendo a mi espalda; sequé las lágrimas ácidas que me caían suavemente, con un pañuelo viejo de tela blanca que siempre llevaba en el bolsillo trasero del pantalón… e hice silencio.
La noche se arrimaba serena, aún sin conversar… estiré el cuello, acerqué afligida mi boca más abajo del ombligo y respiré hondo.
– “Aquí estoy nuevamente”, – murmuré suave con humedad en los párpados y tomándome mi tiempo, – vine a verte por última vez “mi amor…” – y repetí dos veces las mismas palabras siempre que acudía a esa escena, con reverencia, a quien descansaba allí sin hablar. Pero esa vez había sido la última.
Hice un esfuerzo por creer que ella me escuchaba, la muchedumbre que estaba a mi alrededor observaba ese acontecimiento desgarrador y dialogaban entre sí por lo bajo sin parar. Tenía adentro de mí vientre aún, el fuerte veneno de su amor y éste se esparcía locamente hasta mis labios frescos.
A lo lejos, las bellas campanas de acero templado golpeaban fuerte contra su núcleo, casi con rabia, e irradiaban cuidadosamente el sonido agudo sobre mi torso deshecho. Fueron unos seis o siete fríos repiqueteos… fueron seis o siete escasos segundos que me envolvió atónito el vacío… yo, estaba boquiabierto delante de mi padre, que casi no respiraba.
– ¿Vamos? – susurrándome escuché un sonido conocido, como a lo lejos, pero sonó aquí cerca, muy cerca en mis oídos… – ¿vamos?, es tarde y ya nos han visto, – agregó él-, ya es demasiado por hoy.
Mientras escuchaba sus palabras, la brisa radiante rozaba mi endeble y suave cabello…
– Esperá, – le respondí de costado y con enfado al viento que traía su voz entrecortada, y dejé con temor dos notas sobre la tumba.
– ¡Vamos, Vamos! – Volví a escuchar aturdido detrás de mi espalda…
– ¡Vamos! – le dije…
Capítulo 1
El recinto
Abril de 2016
El fuerte y exquisito aroma a tabaco con sabor a chocolate se metía de prepo en mi mezquina nariz; cruzamos serenos las blancas y gigantes puertas batientes y se me encogió el estómago, avancé e hice unos cinco pasos cortos endebles e ingresé temeroso en una habitación pequeña que me esperaba ansiosa llena de papeles viejos, uno encima del otro, sin enojarse… me sentía inmensamente triste observando el cielorraso blanco con humedad en las esquinas. Estornudé sin piedad dos veces y me planté callado en una silla antigua de paja de color beige, a esperar que el hombre mayor de cabello enredado de tonalidad blanca, de impecable traje de moda azul de gabardina a rayas, camisa celeste pegada al cuerpo y una corbata angosta al tono, observara mi actitud pasiva y hablara de una vez. El individuo extraño arqueó las profundas cejas, expuso sobre el escritorio unos papeles escritos a mano, y a medida que se animaba a hablarme, me devolvía una sonrisa falsa y congelada…
– ¿Sabe por qué está aquí, señor? – me tiró de forma agria el sujeto que estaba frente a mí…
– No mucho, – le comenté sin mirarlo a los ojos.
– Soy el Fiscal de la causa, mi nombre es Milton Delei, y éste es un llamado a declaración indagatoria señor, porque el magistrado tiene motivos suficientes para sospechar que usted es participe y ha cometido un clásico y torpe delito, y puede convertirse en algo mayor, delicado… – Mire…- agregó, – la indagatoria tiene lugar en la primera etapa del proceso, no lo estamos acusando de nada aún señor, solo estamos haciendo ésta por lo que pudimos averiguar con testigos, pruebas y…
– Disculpe Sr. Fiscal, – le expresé, – yo no he cometido ningún raro delito… salvo que en estos tiempos amar así lo sea y…
– ¿Amar?… ¿de qué está hablando señor?… ¿su nombre?, lo escucho…- me deslizó ahora sí el gentil hombre de forma amistosa, casi con sarcasmo…
– Mi nombre es Luciano Garrido Freekman, – le expuse, – argentino, tengo treinta años de edad, y voy a decirle siempre todo lo que se cómo corresponde Sr Fiscal.
– Bueno, bueno, deje de dar más vueltas… – manifestó algo severo, – Le voy a hacer conocer el hecho del que se le acusa aquí señor, está imputado en una causa abierta por hurto, desaparición de personas, complicidad…, ¿quiere que siga?
Le eché un vistazo al Fiscal con cierta renuencia y lo dejé hablar…
– Tengo que preguntarle algo Sr. Luciano, pero antes de eso debo decirle lo siguiente: – si va a declarar hoy… – me tiró el Fiscal, – el espíritu de esta audiencia es darle la oportunidad a usted como persona, a que se defienda del hecho delictivo investigado, y le recuerdo bien… que, si usted no declara, se dará por terminada la audiencia inmediatamente.
– Sí, sí señor, por supuesto, a eso he venido con mi abogado, Fiscal, – le manifesté un tanto angustiado. Raudamente y sin aviso, otra extraña voz apareció próximo a mi espalda…
– Buen día Sr Luciano, – extendió la pequeña mano un hombre bien vestido… – soy el Juez de la causa, soy el Dr. Dante Juris y lo invito a manifestar la aclaración de los hechos y a indicar las pruebas que estime oportunas… mmmmm, le haré hoy algunas pocas preguntas… también el Fiscal, y su defensa puede también en este acto, formularle cualesquiera…
– Lo escucho señor Juez…
SINOPSIS-RESUMEN
Marzo de 2016, Semana Santa, el festejo de la Pascua cristiana está a punto de florecer y estallar. Mucha gente está atrapada en sus creencias y otros pocos abocados en el atraco millonario más deliberado que se llevará a cabo en la República Argentina. El Sr Freekman, avezado gerente bancario del Banco Nación de la Argentina, nos mete de lleno con destreza y sin vueltas en este sensual género policial. Su hijo, Luciano Freekman, nos relata la historia paso a paso de seis jóvenes amigos y el mismo Sr. Freekman, que se lanzan en un suceso que torcerá la existencia de todos los involucrados.
Su plan, es la posibilidad de llevarse de una manera irreverente, mucho dinero delante de la nariz de la justicia que nada consigue hacer con frecuencia. Su idea, es que sea factible dejar a todos sin pistas y sin palabras en el camino. Su genio, es que solo un hombre planee todo el desarrollo de este método sinuoso y superlativo, ocultando cadáveres y seres vivos sin dejar huella alguna.
Muertes, misterio, seducción, amor y soluciones inesperadas, nutren a este policial atrapante.
OPINIONES Y COMENTARIOS