Tyrone James vive en un barrio pobre de Louisiana. Es uno de los tantos jóvenes afroamericanos cuyas familias lo perdieron todo luego de la tragedia del huracán Katrina. Sin familia y sin mayor futuro decide abandonar su tierra natal. No termina el colegio pero decide hacerse camino por sí mismo. Siempre admiró a las grandes estrellas del cine y del teatro, ya que su abuelo materno fue personal de limpieza durante 30 años de uno de los teatros de la ciudad. El abuelo siempre le contaba las películas antiguas como si fueran cuentos de niños para lograr que el inquieto Tyrone se quedara dormido.

Para poder convertirse en actor se da cuenta de que necesitará no sólo estar en buena forma física, sino que también debía desarrollar otras habilidades: canto, baile… y por supuesto actuación. Toma varios empleos a la vez; al menos uno de ellos siempre requería de un gran desgaste físico. Se convierte en un autodidacta: aprende a cantar y a bailar trabajando como mozo y conserje de un bar. Se hace amigo de los músicos y cantantes. Los mira y escucha pero nunca baila ni canta frente a ellos, lo hace a solas. Se da cuenta también que no puede sostener una conversación seria con una persona con un alto nivel de estudios, entonces decide terminar la escuela y leer todos los periódicos y reseñas de libros posibles.Lee también varios libros sobre actuación en la librería pública tratando de aprender todas las técnicas posibles. En sus numerosos y cortos trabajos se las arregla para aprender a manejar todo tipo de vehículos, a nadar, a montar a caballo y también las técnicas de algunos deportes. También aprende a disparar armas de fuego.

Luego de 5 largos años de arduo trabajo logra reunir algo de dinero y decide por fin aventurarse a Los Ángeles. Con mucha habilidad se las arregla para asistir a una fiesta de camaradería del fin de filmación de una película. Logra abordar a uno de los productores y a convencerlo de darle una oportunidad. Pasan 6 meses y lo llama el productor para que asista a un casting: un papel secundario de un capítulo piloto de una serie policial. Se trata de un matón con sólo dos palabras de diálogo: “¡No dispares!”. Tyrone pensó que esta no sería su última oportunidad pero que haría que lo recordaran. Al llegar al set estuvo muy nervioso; era por lo que había luchado durante años; y echó a perder 5 tomas.

  • – No tenemos mucho tiempo y se me acaba la paciencia. Te vuelves a equivocar y te largas. Hay 40 tipos como tú afuera del set esperando a que te equivoques… Vamos, todos a sus posiciones… ¡Acción! – dijo el director.

Tyrone detuvo el tiempo en su mente por unas fracciones de segundo. Estuvo consciente de las ubicaciones de los demás actores, de las cámaras, del set, de las luces, de cómo lucía, de su expresión corporal, del guión… y entonces… sólo se dejó llevar.

  • – Esta vez te luciste hijo – masculló el director.

Su escena duró 2 minutos con 13 segundos en la filmación. En la edición final fue recortada a 24 segundos, pero fueron suficientes. El productor lo llamó al término de la edición. Habían pasado 3 semanas desde su actuación y del cheque de 200 dólares que recibió.

  • – James tengo algo para ti… pero es teatro… ¿Has hecho teatro? Bueno, no importa. Si ese brillo en tus ojos lo puedes repetir en el escenario sólo una vez quizá tengas un papel de 20 líneas. ¿Qué te parece?
  • – ¡Sí señor productor!
  • – Muy bien muchacho. Dale mi tarjeta a tu agente y dile que me llame en un par de días.
  • – ¿A mi agente? – balbuceó Tyrone mientras leía “Bill Tooms, Escritor, Productor y Director” en la tarjeta que acababa de recibir.
  • – ¿Acaso no tienes uno?
  • – …
  • – ¡Préstame mucha atención que no lo repetiré! Si quieres ser tomado en cuenta en serio necesitarás un agente. Cuando ella se dé cuenta que tu disposición para la actuación es sólo eso y no talento entonces sabrás que esto no es para ti.

Bill le quitó la tarjeta a Tyrone y escribió en ella un número telefónico y un nombre.

  • – Jazmine Saywer adora las causas perdidas así que le caerás bien. Llámala de mi parte y dile que la llamaré el próximo jueves. – dijo Tooms poniéndole de nuevo la tarjeta en el bolsillo de la camisa.
  • – Gracias señor Tooms.
  • – No me lo agradezcas. Esa audición no la haré yo así que ve preparándote.

Luego de aquella audición la carrera de Tyrone fue en ascenso lentamente. Siguió el consejo de Jazmine y tomó clases de actuación a la vez que trabajaba como camarero en un restaurante de la ciudad. Con el pasar de los meses y los años repitió ese estado aparente total de consciencia de aquella vez sólo tres veces más. Preguntó a varios profesores de teatro y de actuación para cine. Estudió a los más grandes. Era una forma más profunda de “el método”, de eso estaba seguro. Él era catalogado como una joven promesa de “el método”, pero nunca estaba satisfecho de los resultados. Fue nominado a varios premios e inclusive ganó algunos de ellos pero nunca aceptó ninguno. Siempre creyó que sólo merecía la pena aplaudir aquellos pequeños momentos de total consciencia, a los que llamaba los momentos autoconscientes, una forma mucho más avanzada de “el método”. Hasta que un día durante un ensayo frente al espejo sucedió de nuevo. Se dio cuenta de que no necesitaba evocar recuerdos, imaginarse emociones o recrear al personaje del guion en su mente: tenía que “ser” el personaje y para lograrlo requería de ser actor y espectador al mismo tiempo. De ahí el estado autoconsciente y por eso lo difícil que era repetirlo.

En la medida que seguía su carrera logró dominar su técnica, convirtiéndose en una leyenda viviente. Hacía personajes de carácter dramático así como en sus inicios pero se dio cuenta de que su habilidad era mucho más grande. Intentó con películas de acción, de ciencia ficción, de aventura, de suspenso y de comedia. Era muy versátil y realmente convincente en todos sus papeles, por más difíciles que estos sean.Pero había algo que su agente empezó a notar. Durante el término de las escenas Tyrone se quedaba con el personaje: la angustia o felicidad la cargaba dentro de sí y se quedaba con él por algunosminutos. Esto preocupó a Jazmine desde el inicio.

Con el pasar de los años Tyrone lo había ganado todo: prestigio, fama, fortuna, admiración y respeto. No tenía techo. Pero un buen día, luego de terminar la filmación de una escena cómica Tyrone seguía caminando y hablando como su personaje. Todos pensaron que bromeaba; Jazmine no pensaba así. Al llegar al hotel el actor por fin pudo despertar de el espectador. Era la primera vez que la disociación voluntaria de Tyrone de los dos componentes de su ser trabajaban de manera inconexa. Esto volvió a ocurrir en las siguientes películas y presentaciones teatrales. Jazmine lo convenció de que en sus contratos solamente pudiera efectuar una escena al día y que al término del día estaba obligado a descansar. Tyrone siempre era el actor. En su vida diaria era solamente el actor pero cada vez que actuaba no podía evitar el estado autoconsciente. No podía evitar la disociación de el espectador y de el actor. Eran dos, pero era sólo uno. Le daba una perspectiva única, la luz, la ubicación de los micrófonos y cámaras, los gestos de los productores, el enfoque y señas del director y demás asistentes, las reacciones de sus compañeros detrás de cámaras, el desarrollo del guion a medida que se presentaba la escena: el espectador que era él mismo estaba fascinado con lo que veía y escuchaba, cada cosa, palabra y gesto de la escena estaban en su cabeza y a la vez alrededor de ella. El actor sólo tenía que emplear sus técnicas de actuación conocidas, repetir el guion y reaccionar adecuadamente, sentir las emociones y moverse de acuerdo a la escena, y de acuerdo a lo que el espectador presenciaba. Era perfecto.

Tyrone estaba cada vez más afectado por ese desdoblamiento de su consciencia. En cada escena se perdía en su papel. Jazmine siempre se lo llevaba a un lado y le daba un vaso con leche tibia para calmarlo. Por un tiempo logró convertir ese hábito en una señal de cambio de personalidad para Tyrone. Pero James lo había visto casi todo, lo había probado casi todo, lo había imaginado casi todo a lo largo de su entrenamiento y a lo largo de su exitosa carrera, y entonces un día se convirtió en el profesor Lawrence Smith, de intelecto superior y gustos exquisitos. Empezó a vestirse diferente y a hablar como Lawrence, un personaje de una película policial que muere en el tercer acto. Jazmine le siguió el juego por unos días hasta que luego lo entendió. A pesar de su personalidad divergente todavía estaba al tanto de su propio ser. Podía ser el papá querendón de la última película familiar y sin embargo atender sus responsabilidades contractuales. El problema era cuando afloraba algún asesino o algún personaje duro o desagradable. Esos días Jazmine lo reportaba como enfermo. Tyrone James empezó a ser tildado primero de excéntrico y luego de loco. En uno de sus arranques atacó a los camarógrafos y a su compañera actriz, rompiéndole la nariz, como lo hubiera hecho su personaje de aquel momento, un vividor de mujeres.

Poco a poco los momentos en los que Tyrone era Tyrone eran cada vez más distantes. Perdió varios contratos y su contador aprovechó la oportunidad para engañar a “Steve “Rocket” Johnson”, estrella del football americano que no sabía nada de números y mucho menos de papeles financieros. Tyrone lo perdió casi todo. Sólo le quedó Jazmine, quien ya había perdido la esperanza de recuperar a su mejor cliente y a su amor platónico.

Jazmine lleva a Tyrone a un tratamiento psiquiátrico exclusivo con los últimos 100 mil dólares que le quedaban de su otrora fortuna. El tratamiento lo afectó terriblemente. Entró en una profunda depresión que lo llevó a aflorar diferentes realidades de manera continua y sin descanso. No existían el día ni la noche. Siempre estaba en su personaje, cualquiera que este fuera.

Pasaron 14 años. Tyrone estaba en un psiquiátrico público y Jazmine había hecho su propia vida hacía ya algún tiempo, pero lo visitaba cuando podía. Siempre le llevaba recortes de revistas y periódicos antiguos, mostrándole lo gran actor que era, pero Tyrone siempre era alguien más todo el tiempo.

Las últimas palabras de Jazmine fueron: “Hasta luego Tyrone. Recuerda que no estás sólo, ésta es tu casa y que yo siempre estaré para ti.” En un momento de lucidez Tyrone logró entender lo que le dijo Jazmine, aunque ella ya se había marchado, entendió que esa no era su casa, no estaba en Louisiana. Se dio cuenta de que había envejecido y recordó el último momento de lucidez que tuvo: hace más de 8 años. Las ideas, las emociones, los diálogos empezaron a rondar por su cabeza. El tiempo se detenía muy lentamente y empezó de nuevo a notar la posición de las cosas, de las ventanas y puertas, de los demás pacientes. De nuevo iba a tomar una personalidad cualquiera al azar, cualquiera a la que su memoria pueda acceder a través de los olores, sonidos y colores que podía percibir en ese instante, y entonces dijo: “Yo soy el actor… yo también soy el espectador…” Y levantándose de la silla exclamó “Seré mi propio personaje. Actuaré mi propio papel. Yo seré Tyrone James”. Tyrone logró concentrarse lo suficiente y terminó por romper el lazo que unía al actor del espectador, a pesar de ser una misma persona. A partir de ese momento decidió actuarse a sí mismo y fue consciente de todo a su alrededor. A las pocas semanas logró ser dado de alta.

Tyrone parecía ser el de antes. Como aquél muchacho impetuoso que quería aprenderlo todo para ser actor, sólo que esta vez sabía que jamás volvería a actuar profesionalmente. Tyrone James volvió al bar en donde alguna vez trabajó. El dueño lo reconoció y le dio un gran abrazo.

  • – Ha pasado mucho tiempo… ¿Cómo estás James? ¿Vienes a comprarme el bar?

Tyrone sonrió, “No Sr. Carter. Esta vez vengo a pedirle una oportunidad. Me gustaría tocar en la banda.”

Carter, ya anciano, se acercó lentamente, lo miró bien y apuntándolo con su bastón le dijo:

– Sé que has tenido momentos duros, pero creo que a todos aquí les gustaría saber qué tan bueno eres.

Tyrone cogió una silla, tomó un bajo, se sentó al lado de la batería y empezó a tocar. Por primera vez, desde que inició su largo viaje, Tyrone James fue realmente Tyrone James.

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