Amanece tan temprano como siempre, noto la llegada del nuevo día porque mis ojos quedan cegados sin previo aviso por la muy molestosa luz que penetra por la ventana, porque voces y ruidos prevén el comienzo de un nuevo día. Yo, yo no deseo despertarme aún, por eso intento conciliar de nuevo el sueño. Y entre, vuelta y vuelta con inquietud en la cama. Comienzo a recordar ese extraño sueño que tuve la noche anterior. La primera escena que logro recordar es en la que aparezco sentada en una cafetería algo pintoresca tomándome un café y mirando hacia un punto fijo, cuando de pronto, se hace presente un espejo justo a la altura de mis ojos y en él queda reflejado un señor lánguido y barbudo que me mira fijamente sin decirme nada. Yo quería hacerle preguntas a aquel señor pero la voz no me salía, y cuando parecía que iba a poderle soltar una palabra, desapareció del sueño. Seguidamente, logré recordar otra escena en la que le pagaba a la camarera de aquella cafetería mi café, ella en vez de darme las gracias por una pequeña propina que le dí, me cogió mis manos con fuerza y me dijo con un tono de voz maternal “el ahora, es mejor que el mañana”.Ambas personas me han resultado y me resultan familiares. Pero, la verdad, es que mi cuerpo sigue deseando salir despedido de la vigilia. Nada me importa en éste momento y menos darle respuesta a un sueño, porque las fuerzas simplemente me fallan.

Horas más tarde, y tras haber sonado el despertador más de lo que cualquier persona con ocupación consideraría necesario. Me levanto de la cama para ir a tomar el desayuno, el apetito brilla por su ausencia, pero sé que lo tengo que hacer, como ducharme e ir a la cola del paro a esperar que suceda algún milagro. En el corto espacio/ tiempo en el que he llegado hasta aquí, la cola del paro, reminiscencias del pasado se acumulan en mis pensamientos, recuerdos llenos de simplificaciones, donde el dinero no me provocaba dolores de cabeza. Tan absorta me llegué a quedar en mis pensamientos que no supe entender lo que estaba sucedido en aquella cola. Una ambulancia atendía a una señora que lloraba desconsoladamente, mientras gritaba con voz desgarrada;»¡Ya no me queda nada!». Según supe luego había sufrido un ataque de pánico al conocer a través de una llamada que su casa iba a ser embargada por el banco. A mí, el conocer aquella historia de cerca me impactó y durante varios días no pude dejar de pensar en aquella pobre señora.

Sinopsis

La vida es en sí misma es una gran novela. Un devenir de acontecimientos que se acumulan en un tiempo determinado y que enlazan con el contexto que nos ha tocado vivir.

La presente novela narra la historia de una mujer de cuarenta años que se encuentra desde hace algo más de un año en el paro. Las circunstancias ha hecho que ella misma se transforme, y haya entrado en una crisis existencial de la cual le es muy difícil salir.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS