El bueno pa’ nada.
Por: Leandro Felipe Solarte Nates
(Fragmento)
Como todos los días, después de caminar sin ruta fija con las vitelas y películas clásicas pirateadas ofreciéndoselas a los transeúntes, llego al café Alcazar, en la esquina suroriental del parque Caldas. Mientras esperó el café negro caliente, desde la mesa frente a la calle, me entretengo con los transeúntes que pasan por la puerta.
En la esquina del parque, el viajero intérprete de saxofón, con su sombrero extendido en el suelo, improvisa un jazz desconocido.
-Esta villa ilustre que parió tantos próceres, da tristeza. Desde el cielo deben estar llorando a moco tendido al ver como se la tiraron estos malos gobernantes… ¡Por eso será que llueve tanto!… Son las lágrimas de los hijos ilustres… ¡El alcalde es un burro!… Está calentando silla gracias a sus amigos politiqueros, los dueños de buses urbanos y los comerciantes-
-¡Esta ciudad necesita un líder que sepa manejarla¡-
–¡Cállate borracho hijueputa!… Si no querés que te voltee el mascadero por andar rajando del doctorcito, que todos los días me da pa’ la comida- le responde la loca Rosario, al impecablemente vestido, Licenciado Rodríguez, mientras se le acerca amenazante con un palo de escoba.
A pesar de haberse tomado un litro de aguardiente, el orador cotidiano entiende que con locos no se discute, pues la causa está perdida, y abandona el amplio portón de la Alcaldía, que ocupa, cuando ya rebosa de tragos y hoy no se le adelantó a ocupar el ‘estrado’ de quejas contra el burgomaestre, el loco Isidoro, que tiene mejor chorro de voz y parlante que Rodríguez, lo que es mucho decir, si al licenciado le dicen que es un Demóstenes o Gaitán desperdiciado por culpa del alcohol; pero por no rebajar hijueputazos en sus discursos, Isidoro rápidamente suele ser desalojado por la policía.
-Minutos a doscientos- -Maní salado y dulce- – Ensalada de frutas- –tinto y pintado con pan y queso- -Ayayay, este atembado me piso el juanete…- -¡fíjese por dónde anda sonso!..- -Mató a la mujer y al mozo- –Compre El Relámpago de las noticias por mil cagados pesos… ¡Cae el que mató al profesor por robarle el celular!… léalo en el diario de las mejores páginas sociales de la ciudad -¿Dónde están los desaparecidos?- Empiezan a gritar un grupo de ancianas y jóvenes mujeres acompañadas de sus hijos desplegando pancartas y carteles con las fotografías de sus familiares-
Aparece un piquete de anti-disturbios parándose frente a la sede de la Alcaldía, mientras otro grupo se dirige a la sede de la Gobernación, para contener a estudiantes que exigen el nombramiento de profesores de Español y Ciencias.
-Vamos Tony… Busquemos qué tesoro encontramos en este tarro- le dice el reciclador al chandoso que mueve la cola, y en las madrugadas lo calienta bajo una de las arcadas del puente de La Herrería.
Sí, hoy amanecí con oídos sensibles a toda clase pregones callejeros y a detallar desde este rincón privilegiado, frente a la puerta principal del café, lo que hace a diario la multitud que nos encontramos en la calle: ‘aumentando’ los índices de empleo, como acaba de declarar por la radio y televisión, el Presidente y el ministro del Trabajo.
Mientras descanso, rogando, que los vientos de verano, no tumben la amenazante hoja seca de la palmera bamboleándose veinte metros encima de la banca del parque en la que está sentada la pareja de ancianos, pienso que cada vida es una historia y nadie sabe lo de nadie, pues la procesión va por dentro y lo que vemos de las personas es su facha y por eso entre más viejo me he convencido que es mejor no juzgar por las apariencias.
No sé por qué, al andar de vendedor ambulante para sostenerme mientras intento ser un artista que pueda sobrevivir con sus obras, recordé lo que me sucedió con mi primo, casi contemporáneo, Antonio, quien siempre motivó mi curiosidad, por el vuelco dado a su vida, después que, desde la niñez, por su curiosidad, copiosas lecturas y actividades organizando grupos políticos, culturales y deportivos, se perfilaba como un líder de gran proyección, entre sus compañeros de estudio y andanzas que tanto lo admirábamos. Creó que somos parecidos, igual de jodidos, sobreviviendo a diario por hacer realidad sueños utópicos, desde que preferí dejar botado mi futuro al abandonar la universidad y después de escribir febrilmente durante días seguidos, como desahogándome de toda la turbulencia que me dominaba el cerebro y terminar en borracheras prolongadas y resacas tenebrosas, y ofreciendo a los transeúntes vitelas, como la de la foto en blanco y negro, tomada en 1951, con el viejo auto en primer plano, dos beatas con su pelo cubierto por pañoletas en el medio y la Ermita y cúpula de Belén, al fondo.
Estos pregones callejeros me recuerdan esas vacaciones de regreso al pueblo y redescubrimiento de Antonio… Fue por casualidad cuando sus familiares lo veían como una vida desperdiciada, “un inútil, bueno pa’nada”, según su hermana.
Eso sucedió en agosto del 2010.
Hastiado del ajetreo de Cali, decidí cambiar de ambiente, apenas me dieron el mes de vacaciones del único trabajo serio que tuve en mi vida cuando fui ayudante de biblioteca. Decidí visitar la casa de mis abuelos paternos, en Quilichao, donde vivió mi primo Antonio y habitada por su hermana y dos hijos.
De regreso al pueblo de mi infancia me dediqué a visitar los sitios que eran nuestro paraíso. Muchos árboles habían crecido, el centenario samán del parque lucía frondoso y su tronco más grueso, como para abarcarlo con los brazos de diez hombres con las manos extendidas en círculo. El río contaminado, ya no tenía sardinas ni sabaletas que pescar. Las calles congestionadas de motos y autos, no permitían jugar los interminables partidos de fútbol de la niñez y los guayabales y potreros que recorrimos durante mañanas y tardes, estaban llenas de urbanizaciones en construcción.
De regreso a la casona, almorcé y me senté en una mecedora, mirando al corredor que daba al patio, dormí unos minutos y al despertarme y pasar por el cuarto donde aún estaba la cama que ocupó Antonio, recordé el viejo baúl que desde hacía tiempo despertaba mi curiosidad. No había nadie cerca y mis anfitriones dormían la siesta. Tenía floja la chapa y lo abrí. De inmediato impregnó el ambiente un rancio olor a papel viejo, algo húmedo. Intrigado, escogí el raído maletín de cuero que usaban los escolares de los años 60s y el cual, Antonio, escudriñaba con frecuencia, como si fuera su más preciado tesoro.
Al abrirlo hallé recortes de periódicos, fotografías y varios escritos, unos a mano y otros martillados en la máquina portátil, la mayoría, amarillento. Escogí una de las carpetas y al desplegarla encontré numerosos cuadernillos cosidos con ganchos. Después de acomodarme en la cama empecé a leer, mientras en la calle, después del desfile de la fiesta patronal, explotaban ‘cuetones’ y sonaban notas de los ‘chupacobres’ de la banda municipal interpretando cumbias, y pasodobles. Era una carta escrita a mano con letra legible y tinta azul. Me concentré en leerla.
Bogotá, 10 de marzo de 1975.
Apreciado Toño:
Esperando que estés bien con tu familia y los de la gallada, te cuento que me estoy amañando en esta ciudad atraído por la novedad de sitios y ambientes variados y gente de todas partes que se encuentra uno: en la universidad, parques, cines, bares y bailaderos. Después del guayabo inicial al dejarlos a ustedes, calles y metederos del pueblo y las bailoteadas en “El Grillo”, ya me estoy adaptando, pero no dejan de inquietarme los amores con mi negra, que es lo único que me mantiene azarado… La noté muy rara en las dos llamadas en que la encontré en la casa, pues en otros cuatro intentos, la mamá de mala gana y la sirvienta, que me tenía bronca, me contestaron que había salido con unos amigos. No sé si ha vuelto con el tumbalocas de Arturo, que desde hace tiempo andaba detrás de ella y es el preferido del viejo lambón y arribista de su papá, pues la familia es rica y metida a la politiquería. Te cuento que una pelada hermosa y simpática, de Barranquilla, me está coqueteando, pero aún extrañó a Lucía y te pido el favor, que sin dar visaje, me informes en que pasos anda la negra, para saber a qué atenerme.
Con respecto a la política, te cuento que esto es un hervidero y hay dirigentes de todos los grupos de izquierda con una oratoria y preparación que me han dejado con la boca abierta. Se ve que esos manes leen mucho y escriben unos artículos y comunicados tenaces en el periódico estudiantil de la universidad…Por el contenido de los mensajes y las reuniones seguidas ya me la huelo que están preparando un gran paro nacional, pues la semana pasada hubo una asamblea del comité nacional de estudiantes universitarios, con delegados de las universidades de Antioquia, Industrial de Santander, del Valle, Cauca, Caldas, Tecnológica de Pereira, Cartagena y otras.
También te cuento que estoy en los equipos de fútbol y baloncesto del semestre y ya me toca ir a entrenar con los de fútbol.
Después te escribo y no te olvides de averiguarme en qué anda la negra, para decidir qué hacer, porque esta traga maluca me está achantando y la costeña me tiene ganas.
Nos vemos”.
Enseguida había otra carta. Era copia al carbón a máquina, fechada el 18 de marzo de 1975.
-“Estimado Tobías. Había demorado en responderte, porque vivo en un acelere tenaz. Me hiciste dar envidia de la buena cuando me cuentas sobre el ambiente y los temas de estudio que viven en la universidad Nacional. Creo que a pesar de haber sacado el puntaje suficiente me equivoqué al escoger la carrera, pues lo mío han sido las Letras y Sociales y este plan de estudio tiene muchas matemáticas y ciencias exactas que no han sido mi fuerte y lo obligan a uno a clavarse horas y horas a macear y llenar los vacíos que nos dejó nuestro escaso interés por estas materias y algunos de los profesores improvisados que tuvimos en química y otras áreas. Fuera de lo anterior debo sacarle tiempo a un trabajo de medio tiempo que me conseguí vendiendo libros y además asistir a las reuniones del grupo de estudio marxista leninista y del consejo estudiantil de la facultad. Intento sacudirme de tanto encierro trotando, haciéndole a veces al fútbol, beisbol, baloncesto y nadando; pero creo que este remedio es peor, porque si de vez en cuando voy al Cine Club, me quedo dormido, apenas apagan las luces, ya que termino el día exhausto y por la noche me pongo a cabecear, a los pocos minutos de abrir un libro para estudiar.
En estos días, acá también se está calentando el ambiente y hemos hecho varios mítines en la facultad y participamos en una marcha conjunta con estudiantes de las facultades de las Ciencias de la Salud, Derecho, Ingenierías, Humanidades y colegios de bachillerato como el Liceo Humboldt, Industrial y Ulloa…Al final se armó una zambapalos con cierre de las calles principales y enfrentamiento a piedra con la policía, que nos las devolvía y nos bombardeó con gases lacrimógenos que hicieron llorar a los que éramos del tropel y hasta a los pacientes del hospital y transeúntes que corrían cerca, para salvarse de la gazapera y de que los agarraran a bolillazos, antes de apresarlos.
Aquí, como cuando estábamos en el colegio, sucede lo mismo y la mayoría de estudiantes se hacen los locos a la hora de participar en la lucha organizada, pues a los primiparos sólo les gusta echar piedra…la mayoría sólo se interesan por el estudio, la vida pequeño burguesa de sus clubes sociales y fiestecitas zanahorias y de repeso me he encontrado con un poco de fanáticos protestantes de Alfa y Omega y hasta tenemos una pareja de compañeros puertorriqueños, que algunos de los jefes del movimiento estudiantil, dicen que son agentes de la CIA, aunque no sé, si esta visión se debe a la paranoia predominante de ver infiltrados en todas partes.
En otro aspecto en que no he encontrado mayor diferencia con lo que vivimos en el bachillerato, es en el fanatismo y las encarnizadas peleas, primero ideológicas y en largos debates y después a puños, entre los dirigentes de los distintos grupos de izquierda. Allá sólo existían los ‘mamertos’ de la Juventud comunista. Acá además de los ‘emeles’, tenemos a los del Moir, los troskistas y otros grupos socialistas afines a los elenos, y en las reuniones del Consejo estudiantil se trenzan en unas discusiones de horas, citando a Marx, Engels, Mao, Lenín, Stalin, Trosky, Ho Chi Min, Enver Hoxha, etc, etc, que al final alejan al grueso de estudiantes y los dejan alegando entre los mismos de siempre y a veces hasta agarrados a puños y patadas, para al final, ante la sustracción de personal, -aburrido por las reuniones interminables entre los ‘vanguardistas’ que se postulan como poseedores de la ‘verdad revelada’ sobre la revolución y el marxismo, como sucede después de las peleas entre marido y mujer-, tener que ponerse de acuerdo entre los mismos siempre, para escribir y mimeografear chapolas, pintar paredes y convocar mítines y marchas por las calles de esta ciudad pequeña y camandulera, donde la Semana Santa, es lo máximo, tanto para los rezanderos que viven dándose golpes de pecho y echándose bendiciones a toda hora, como para quienes aspiran a alquilar habitaciones en sus casas y montar un negocio, así sea vendiendo maní, empanadas y tamales de pipián, o ´reliquias sagradas’, ‘astillas de la cruz en la que crucificaron a Cristo’ imágenes de santos y ornamentos religiosos,- como se ve, en las películas, que hacen sobre Jerusalén y Roma-, para ganarse unos pesos con los turistas, ya que fuera de las procesiones, exposiciones de pintura y artesanías y conciertos de música clásica y folclórica, todo es comercio y se llenan los hoteles, casas de familia, restaurantes, almacenes, tabernas, bailaderos y los moteles no se dan abasto, -aprovechando los sardinos para volárseles a los padres- pues la Semana Santa equivale en importancia a las ferias de otros pueblos y ciudades…
Sobre el encargo de averiguar sobre la negra Lucía… después que te fuiste la vi triste; pero con el paso de los días anda revoloteando con sus amigas y los chicos ‘bien’ del pueblo, entre ellos Arturo, paseando en sus carros y los fines de semana, bailando en “El Grillo”. De ahí no sé más, ni tampoco me convertiré en sabueso. Es lo que puedo decirte. Creo que es mejor que hables francamente con ella, para dejar las cosas claras y no andes en la incertidumbre de un amor de lejos que te va a joder en el estudio y tu estado de ánimo… En fin viejo Tobi, estoy en un acelere tenaz, ya me desembarre de ilusionarme con la Catalina, pues se ennovio con Marcos y acá también me está gustando una caleña compañera de semestre, pero la veo difícil, porque viene de una familia tradicional, de mucho ‘pedigri’, y sus amiguitos, en los corrillos y a la salida de clases, viven hablando de clubes sociales y pendejadas de ‘niños bien’…A veces me dan ganas de dejarlo todo botado e irme a recorrer el mundo, así sea como esos hippies que andan fabricando y vendiendo artesanías y viven al día, conociendo otros ambientes y culturas en medio del rebusque; pero lo difícil es dejar abandonado el compromiso con la causa revolucionaria, quedarle mal a la familia y dejar de recorrer los mismos horarios y calles, como paso de semana santa, metido en la rutina diaria de los compromisos… en fin ya va ser hora de una reunión en el Consejo Estudiantil, para discutir, si entramos o no, en Asamblea Permanente, protestando: por cambios en el pensum académico que le restan espacio a las humanidades y contra dos profesores, que son unas cuchillas y nos la tienen montada a los dirigentes del consejo estudiantil… Algún día te caigo en Bogotá, para sacudirme de la rutina de los compromisos, de las mismas calles y ambiente, y para que conversemos de todo. ¡Nos vemos!-
Cuando iba a empezar a leer otro escrito, tres toques en la puerta me hicieron guardarlo para ir a abrir.
Sinopsis.
Es la historia de un personaje que al regresar a su pueblo natal visita la casa de un primo, compañero desde la infancia, al que lo despreciaban por no ‘trabajar’ para conseguir su sustento, y escudriñando entre sus objetos personales encuentra un baúl, con un legajo de escritos amarillentos y apolillados, que, como cuentos, acerca de diferentes historias y temas, fue escribiendo a lo largo de su vida, antes de su muerte accidental. A medida que va desempolvando los relatos, va ubicando las épocas y circunstancias familiares, sociales y políticas de la sociedad, en las que el inédito escritor escribió sus relatos, antes de su muerte trágica.
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