Los Paladines Mutantes

Los Paladines Mutantes

Gonzalo R Baleato

07/02/2018

Capitulo 1

La clave para un logro

Desde los primeros brotes sobre humanos, hace más de seis siglos; el genoma sapiens ha evolucionado de un modo misterioso e ignoto. No todos heredan ese gen, sin embargo, existen individuos que sí lo poseen y no son conscientes de ello, hasta muchos mueren sin saberlo. La razón es que el gen emerge de manera inerte, activándose de forma distinta y en circunstancias diferentes en cada individuo, proporcionándole cualidades especiales.

En el año 2023 se originó el mayor acaecimiento de todos desde que se fundó el universo. Una alineación planetaria que solo ocurre cada cuatro mil quinientos cincuenta y cuatro años sobre una aurora boreal qué afectó a todo el planeta. Ese mismo año, un grupo de jóvenes recibieron esos dones especiales que hoy en día siguen sin estar valorados, y con razón, la verdad es que la vida es un misterio y esta intrigante historia nos cuenta el porqué. Había surgido la era de los héroes; pero todo héroe tarde o temprano acaba teniendo un enemigo. No obstante, empecemos por el principio.

—Erick Kane, 20 años. Nací el 16 de agosto en Brooklyn (Nueva York). A los 13 años me sucedió algo extraño. Estaba con mis amigos haciendo carreras con la bici en una carretera que conecta con un acantilado cerca de la Curva Asesina. Se llama así porque la historia cuenta que en esa misma curva murieron muchas personas en espantosos accidentes, finalizando en una caída de más de ochenta metros. Un camión que transportaba Z4-12, una sustancia líquida desconocida y en proceso de investigación, venía en dirección opuesta a mí. Yo no supe reaccionar, pero el conductor del vehículo sí, y al intentar esquivarme pegó un frenazo, a la vez que un giro inesperado a la derecha provocaba el volcamiento. El depósito del camión se quebró, y el Z4-12 se desparramó por la carretera, pillándome en medio, haciéndome patinar, caer al suelo y a empaparme con la sustancia. Mis amigos me dijeron que fuera a urgencias, sin embargo, no les hice caso y me marché a mi casa. Por la noche, poco después de cenar, me sentía raro, así que me fui a mi cuarto. Cerré la puerta y me dirigí a mi cama, pero antes de llegar me desmayé, por suerte caí encima de ella. A la mañana siguiente, cuando me desperté, me encontraba mejor que nunca y me fui corriendo a desayunar. Mi madre se alegró al verme tan contento, y me preparó una taza de leche, la cual estaba hirviendo. Cuando iba a soplar para enfriar un poco el contenido, sonó el timbre; en ese momento estábamos solo mi madre y yo. Ella abrió la puerta y era Escarlata, mi mejor amiga, que había venido de Brasil a pasar unos días en casa de sus tíos. Ella se sentó frente a mí mientras mi madre cerraba la puerta. Sin darle la oportunidad de negarse, mi madre empezó a prepararle tortitas a mi amiga. Yo volví a mi desayuno mientras ella nos contaba lo cansada que estaba del viaje. Acerqué mis labios al borde de la taza, y soplé. Exhalé un vapor que congeló de inmediato la taza y su contenido. Escarlata y yo nos miramos con asombro y temor, pero ninguno de los dos habló. A partir de aquel día me convertí en Gélido.

—Escarlata Dolp 21 años. Nací el 21 de Septiembre en Rio de Janeiro (Brasil). Tenía 14 años cuando me fui a una expedición arqueológica a Rondonia con mi clase. Al llegar allí, después de varias horas excavando, todos mis compañeros estaban ya demasiado cansados para continuar y se fueron a comer a un restaurante que estaba por allí cerca. No obstante, yo tenía la esperanza de poder encontrar algún hueso u otra cosa, así que me quedé allí excavando con el permiso de mi profesora. Al rato, vi algo que se asemejaba a un cristal color turquesa de pequeñas dimensiones y al tratar de cogerlo, nada más tocarlo, se quedó enganchado en mi mano haciéndome un pequeño corte. Al instante se desintegró convirtiéndose en un fino polvo y filtrándose en el corte. Poco después, una de mis compañeras se acercó hasta donde yo me encontraba para decirme que debía empezar a recoger que ya nos íbamos. Al llegar a casa no había nadie. Mi madre me dejó una nota encima de la mesa del salón que decía:

—“Cariño, llegaré tarde, ha habido un problema en la fábrica y no creo que llegue hasta las cuatro o cinco de la madrugada. Tienes verduras con pollo en la nevera, nos vemos por la mañana, besos. Te quiero; mamá.”

Al acabar de leer la nota y ver qué buena pinta tenía la cena, me fui a limpiar un poco mi cuarto, y a darle de comer al conejillo de indias que tenía. Serían las once cuando oí el ruido de cristales rompiéndose, unos ladrones habían entrado en casa. Yo con lo asustada que estaba, traté de esconderme en el cuarto de mis padres, pero hice demasiado ruido, y uno de ellos fue en dirección a la habitación. Cuando se estaba acercando a mi posición, cerré los ojos con fuerza. Al abrirlos, lo vi; ese desconocido estaba frente a mí, mirándome, aunque parecía no verme. Echó un vistazo al cuarto; debajo de la cama, dentro del armario… Y se fue mientras le decía a su compañero que allí no había nadie.

Después de un rato rebuscando por la casa, los dos hombres se marcharon. Mientras, yo seguía en el cuarto de mis padres. Me acerqué al espejo, me puse frente a él y traté de concentrarme, cerrando los ojos como lo había hecho minutos antes. Al abrirlos, ahí estaba, o mejor dicho, ahí no estaba. No podía verme, aunque sabía perfectamente que estaba ahí. Me giré un poco y coloqué mis manos justo frente a mi cara, con las palmas hacia adentro, y en dirección a la pared. Y eso era lo que podía ver; la pared. Sentía mis manos, mi cuerpo, pero no podía verme.

¿Cómo contar lo que me había sucedido? ¿A quién podría confiar mi secreto?

No sería hasta meses más tarde cuando me surgiría la oportunidad de contárselo a alguien. Del mismo modo, no sería hasta entonces que empezarían a conocerme como Ausencia.

—Nemesio Balto 18 años. Nací el 7 de septiembre en Galicia (España). Era el día de mi onceavo cumpleaños. Una gran tormenta eléctrica llevaba horas produciendo destellos que iluminaban el gris cielo. Llovía a mares, y sin duda sería una de las últimas tormentas del verano. Después de las felicitaciones, los regalos, la comilona y los besos tan agobiantes de la familia, mis hermanos mayores César y Borja se ofrecieron para ir a jugar conmigo en el granero que teníamos cerca de casa, al pasar nuestro campo de maíz, a unos doscientos metros. Les pedimos permiso a nuestros padres, y a pesar de la lluvia y la tormenta, nos dejaron ir. Nos situamos justo en la salida de casa y esperamos a que escampara un poco, pero iba a peor. César nos retó a ver quien llegaba antes al granero, y antes de que pudiéramos responderle, empezó a correr adentrándose en el maizal. Borja y yo sin pensarlo echamos a correr también. Apenas había recorrido cincuenta metros cuando un intenso destello me cegó haciéndome tropezar y caer, luego le siguió un rayo que parecía haber caído muy cerca. No veía a ninguno de mis hermanos, y asustado, eché a correr de nuevo. Al salir por fin de ese infernal campo de maíz, vi a mis hermanos a punto de llegar, cuando otro tremendo rayo más cayó en medio de los tres. La onda expansiva generada nos lanzó a varios metros hacia atrás, y los tres acabamos de nuevo en el campo de maíz. Nos levantamos con rapidez y corrimos los pocos metros que nos quedaban hasta el granero, cuando sucedió algo increíble. César empezó a elevarse, lo que le llevó a volar. Sin duda tenía miedo, despegar del suelo, caerse, intentar incorporarse y elevarse otra vez y así un buen rato, no es que fuese algo normal. Al final atravesó una de las ventanas del granero, no aterrizó muy bien, pero por lo menos estaba a salvo. Yo fui el segundo en llegar, alcé la mano derecha para abrir la puerta y lo que sucedió me dejó sin palabras. Salió de mi mano tal chispazo que la destrocé entera, con tal vigor, que me impulsó hacia atrás. Mi hermano Borja que iba detrás de mí, pegó un salto, me cogió en el aire, y me llevó debajo del brazo hasta llegar a dentro, donde estaríamos seguros. Al llegar, nos paramos y nos miramos, sabíamos que algo en nuestro interior había cambiado, aunque desconocíamos que. Estuvimos bastante tiempo asimilando lo ocurrido, y pensamos que si a César y a mí nos ocurrió esto, Borja también tenía que ser diferente, pero no sabíamos de que manera. Fue entonces cuando cometí un doloroso error, me burlé de él por seguir siendo normal, como era de suponer se enfureció, y me dio un empujón. De haber sido normal no me hubiera lanzado con la fuerza con la que lo hizo. Atravesé de nuevo la puerta del granero, y casi llego otra vez al maizal. Por enésima vez, me eché a correr, volví a estar dentro, y ya sabíamos que Borja era como nosotros. Decidimos crear nuestros propios apodos, César se haría llamar Águila, Borja, Mole y yo Lostregon.

—César Balto y Borja Balto 19 y 21 años. Nacimos el 19 y el 26 de abril en Galicia (España). Nosotros teníamos 12 y 14 años y como bien dijo nuestro hermano también nos afectó la tormenta. Ahora los tres unidos lucharemos contra la maldad y la crueldad que este mundo soporta.

—Ezio Vaghi 21 años. Nací el 2 de Noviembre en Roma (Italia). A los 14 años era un gran fanático de las ciencias, sobre todo las astronómicas y químicas. Un día, antes de ir a clase, creé una fórmula en el laboratorio de mi casa, que pensé que daría resultado. Se trataba de un líquido que mezclado con diferentes tipos de sustancias químicas crearía un compuesto que al ser ingerido me haría aumentar mi capacidad intelectual. Pero no me di cuenta que al juntarlo con la muramidasa, (una enzima que se encuentra en la saliva de forma abundante), daría paso a un elemento desconocido. Al poco tiempo de ingerirlo empezó a dolerme muchísimo la cabeza, creí que era el fin, y cuando parecía que iba a perder el sentido y a no recuperarlo, comencé a encontrarme mejor, hasta que me recuperé del todo, aunque me sentía raro. Salí del laboratorio de casa y me fui en dirección al colegio, ya que tenía examen de Biología. Por el camino me puse a repasar y una de las cosas que realmente me desconcertó, fue que no me costaba nada memorizar el temario, cuando antes tardaba unos cuarenta y cinco minutos en aprenderme un tema, ahora con solo leerlo una única vez ya se me quedaba todo grabado. Como era costumbre aterrorizarme cuando algo nuevo me sucedía, dejé de leer, y cerré el libro. Mientras seguía caminando miraba ensimismado la portada del libro, tenía aparte de una imagen de un átomo de carbono, un dibujo de un cerebro humano. Me puse a pensar sobre lo sucedido, y llegué a la conclusión de que la fórmula había funcionado. Justo en aquel instante de distracción, me tropecé con Gordon, el matón de clase. Le hice perder el equilibrio, y se le cayó el teléfono móvil en un charco de agua. Me miró con los ojos llenos de ira, y se fue acercando a mí mientras su respiración se aceleraba y sonaba cada vez más. Yo no paraba de decirle que lo sentía y que le compraría otro móvil igual o mejor, pero Gordon hizo caso omiso. Cuando se encontraba a centímetros de mí, me pegó un cabezazo y caí al suelo. Ahí comenzó a patearme el estómago y amenazando mi vida:

—Te voy a dejar tan hecho polvo que tendrán que recogerte con una aspiradora.

Cuando terminó, se inclinó hacia mí agarrándome del pecho y sacó un táser del bolsillo. Pretendía atacarme con él, yo estaba muy asustado y no perdí en ningún momento el contacto visual con el táser. De manera increíble explotó, y le pegó tal descarga a Gordon que lo proyectó con gran elegancia por el aire, cayendo al suelo inconsciente. Además de aumentar mi capacidad intelectual, la fórmula me había proporcionado psicoquinesia. Este fenómeno se basa en el poder de la mente para influir en la materia, la energía y el movimiento de objetos. Más tarde descubriría que también sería capaz de mover los objetos que no estaban en mi campo de visión. Desde ese día mi alias sería Intelecto.

SINOPSIS:

Una nueva historia de jóvenes seleccionados por la vida… ¿o tal vez por el destino? Para salvar el mundo de los diversos enemigos que irán apareciendo a lo largo de este relato repleto de trepidantes aventuras. Jóvenes que recibieron unos dones especiales que deberán utilizar para librar una guerra con los villanos más crueles del universo. La salvación del planeta Tierra a manos de solo unos pocos. ¿Conseguirán estos superhéroes derrotar a los malvados? ¿O sucumbirán en el intento?

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