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6:00 a.m., lunes, tengo que levantarme, que flojera. Debería ser más optimista, pero aceptémoslo, la vida es una mierda la veas por donde la veas, a veces simplemente hay momentos en los que todo parece estar iluminado, pero luego llegan las nubes y vuelven a tapar el sol, ósea pánico y depresión otra vez. Mmm, a ver, el molesto resumen de mi vida: Nombre, Roxane

Apodo, Rox

Edad, 17

Novio, claro

Padres, muertos

Diagnóstico, alta depresión con severos problemas de ansiedad

Desorden alimenticio, anorexia (actualmente)

Sadomasoquismo, no exactamente

Muy bien, ahí está, solo tengo 17 años y ya tengo mi propio apartamento ya que al morir mis padres solo me quedaba un tío, y digamos que la paternidad no es para él, así que me permitió vivir sola siempre y cuando nada de drogas y alcohol. Aunque en mi caso tengo cosas igual de peores. Nunca fui como las demás mimadas y estúpidas niñas que mataban por popularidad, a los once años ellas hacían fiestas en piscinas, yo me encerraba en mi cuarto a oscuras. A los doce asistían a clases de pintura, yo hacía mi propia obra de arte con una cuchilla en mi piel. A los trece robaban el pastel restante de la reunión y yo me saltaba comidas o la ocultaba, lo que fuera con tal de no comer. A los catorce soñaban con miel y corazones, yo me dejaba abusar por mi novio. A los quince estaban en su mejor momento de sus vidas viviendo en grande, mi dolor aumento y cambie la anorexia por bulimia. A los dieciséis las castigaban por llegar tarde de la borrachera, a mí me castigaban por encontrarme mis diversas lastimadas o por tirar y vomitar comida. A los diecisiete les regalaban flamantes depor nutrientes que debería obtener a través de la comida. Después de hacer eso tomaré mi desayuno ya antes mencionado y me iré al colegio. Justo cuando voy a llegar veo pasar el coche de Damian y decido esperar a que se baje y se pierda de vista. Ahora todo es seguro, solo necesito escabullirme al salón. Paso ahí dos horas y ya salgo a mi hora libre, primero debo escanear que Damian no ande cerca, si me ve, vendrá a gritarme de nuevo y ya no lo aguanto. Así que salgo y empiezo a dirigirme a algún rincón oscuro cuando este tipo llega, Hunter. Hunter es todo un caso, porque sé que debería estar mal pero hay algo, un clic, algo que me vuelve loca, y sí, sigo con Damian y en realidad no es que esté haciendo algo mal, pero ¿puede culparme por querer a alguien más?

—¡Rox! ¿Cómo estás?

Llega hasta mí y me da un cálido abrazo que me reconforta como no tiene idea.

—Bien. —contesto algo a secas.

—¿Segura? No suenas muy bien.

—Es complicado Hunter.

Se me queda mirando pensativo, y al final dice:

—Es complicado si tú lo quieres, no te estoy reprochando nada, pero, por favor yo sé que lo puedes cambiar.

—Lo he intentado…

—Pues sigue Roxane, sí puedes, yo lo sé.

Después me abraza otra vez y me dice que tiene que irse. Yo me quedo bastante perturbada y más triste por su ausencia. ¿Qué diablos me ocurre? No, no voy a cambiar, no puedo, aunque él crea que sí. Me voy a mi clase y me quedo sentada en una esquina, no hablo, pareciera que ni pongo atención, pero lo que todos no saben es de las cosas que me entero por estar viendo, porque eso es lo que hago, ver. Todo el mundo puede estar sumido en sus cosas y no darse cuenta, pero yo siempre estoy alerta, ya es como otro sentido. Jalo mis mangas largas hasta cubrir mis manos y me dispongo a salir del salón. Apresuro el paso y entro al baño de mujeres, el cual está milagrosamente vacío. Me miro en el espejo y lo único que quiero hacer es esconderme, los ojos que me devuelven la mirada no parecen vivos. Rox, eres mierda, ni siquiera soy bonita, quizá alguna vez lo fui pero ahora estoy tan demacrada, huesuda, ojerosa, parezco un cadáver, y sin embargo no me molesta. Hay una parte de mí que sí quiere cambiar, pero no puedo dejarlo, es mi adicción. Y ¿qué haces contra una adicción? Y ya con tanto tiempo, es como dejar de respirar, al menos así lo siento yo. Me meto a uno de los baños, y me subo la manga. Mi harakiri del brazo me hace temblar, sin embargo no es cualquier cosa, todo está perfectamente alineado entre cortadas horizontales y diagonales creando un patrón. Para mí esto es arte, al igual que en mi costado, lo cual forma como una costura, y en mi pierna. Jamás me he cortado en ninguna parte de mi cuerpo del lado derecho, por eso lo considero puro, mientras que el izquierdo refleja mi interior. Llevada por el enojo agrego otra línea a mi brazo con la navaja que saco de mi zapato. Deslizo la hoja rápidamente por mi piel y al instante después algo de sangre comienza a salir. La observo como resbala y luego la limpio, me envuelvo papel higiénico y me voy. Pero al salir me topo con un Damian mirándome como desquiciado, yo entro en pánico y me paralizo.

—¿QUÉ HICISTE?

—Yo…

—¡VEN ACÁ PERRA!

Todo el mundo en el pasillo empieza a voltear a ver la escena. Damian me toma fuerte del brazo justo donde acabo de cortarme lo cual me hace gritar.

—¡Oye imbécil!

Hunter salido por arte de magia le mete un puñetazo a Damian haciendo que este me suelte. Llevada por el pánico, huyo, no me quedo a ver qué pasa, solo corro enloquecida a la salida, atravieso el estacionamiento, me meto en mi auto, un Mustang 50 aniversario negro, y por fin me pongo a llorar como no lo había hecho en semanas. Me suelto el pelo para que me cubra la cara y sigo llorando hasta que un golpe en la ventanilla del copiloto me sobresalta. Yo espero lo peor pero para mi gran alivio es Hunter. He estado hablando mucho con él últimamente, a veces no entiende lo que me pasa pero trata de apoyarme. Quito el seguro y se mete al coche inundando el espacio con su aroma a menta. —¿Estás bien Rox? Yo solo niego con la cabeza y hago un intento desesperado por secarme las lágrimas.

—Oye tranquila, ya pasó. —me toma la mano y le da un ligero apretón mientras me mira con preocupación. —Rox ¿por qué sigues con él?

—No lo sé. Creo que no he tenido el valor de decirle que ya.

—Ay Rox. —se queda pensativo acariciando mi mano. —¿Te cortaste?

No lo aguanto, me volteo hacia la ventanilla y rompo a llorar otra vez.

—No, Roxy no llores. —me jala y hace que me apoye contra su hombro. —¿Me enseñas? Esto me saca de mi capacidad mental. Jamás me había pedido que le enseñara, nunca nadie, aparte de mis papás, doctores y Damian me han visto.

—¿Estás seguro?

—Sí.

Con mi mano temblorosa intento subir mi manga. Hunter acaba por ayudarme y la sube hasta el codo. Mi obra de arte macabro le quita la respiración. Tengo desde las cicatrices rozadas, hasta unas apenas con costra o incluso abiertas de hace unos días. En total tengo unas setenta.

—Oh Roxy. ¿Tu abdomen está igual?

—Tengo más. En la pierna es donde solo tengo cinco.

—Dios Rox. Con cuidado toma el borde de mi blusa del lado izquierdo y me mira interrogantemente. Yo hipnotizada solo puedo decir que sí, y entonces él la sube dejando todo al descubierto. Gracias al cielo que los cristales son polarizados. Con la otra mano me roza la piel, primero mi abdomen sumido por la falta de alimento, después mis costillas, y por último las cortadas, me sobresalto un poco cuando lo hace. —¿Te duele?

—No tanto, es solo que nunca antes las habían tocado así.

—¿Ni Damian?

—Él…

—¿Qué? —Solo me lastimaba más. Su semblante se entristece y las lágrimas vuelven a llenar mi rostro.

—Eres hermosa. De repente no sé si lo imaginé, o si de verdad lo hizo.

—¿Qué dijiste?

—Eres hermosa. —repite.

—No, ¿no me estás viendo?

—Te veo, te veo y no eres algo dañado, no me gusta que lo hagas, me duele que lo hagas, pero sin embargo esto no es feo, es la forma de expresión más intensa que he visto, y es hermosa.

Yo no puedo reaccionar, solo lo miro a los ojos y me quedo inmóvil cuando empieza a acercarse a mí, y más tarde ya está rozando mis labios. Me da el beso más dulce que me han dado en toda mi vida, todo encaja a la perfección y me trata con respeto. Me besó, Hunter me besó, y no Damian. ¿Esto me convierte en puta? La verdad ni me importa, solo sé que este chico me adora sin importar lo que hago. Tengo que romper con Damian definitivamente, no sé si Hunter quiera algo conmigo, pero al menos no quiero decepcionarlo. No cuando acaba de hacer esto.

2

Después del beso Hunter tuvo que irse, me sonrió después de hacerlo así que tengo la esperanza de que este evento se vuelva a repetir. Ahora solo debo planear que hacer con Damian, no puedo estar con él, para nada, así que tendré que mandarle un mensaje o una carta. Al final decido lo del mensaje, porque si le mando una carta tendría que dejarla en su locker, y toda su furia explotaría en la escuela, justo donde yo estoy. El mensaje dice así: «Damian, sé que he sido una pésima novia, y yo simplemente no puedo dejar de hacer lo que hago. Cada vez me asustas más y yo ya no sé qué hacer contigo. Por favor no me vuelvas a buscar, creo que los dos hemos tenido suficiente. Espero algún día me perdones, yo ya no puedo estar contigo, te deseo lo mejor.»

Sé que fue algo seco pero no tuve otra manera de decírselo.

Cuando se lo envío me quedo expectante un momento y después decido bloquear su número para que no me llegue ninguna de sus respuestas. Sé que mañana me atacará pero su enojo será mucho menor por el paso del tiempo.

Algo nerviosa miro el tiempo pasar, hago los deberes de la escuela y me tiro a ver mi serie. Ventajas de mis desórdenes: puedo hacer nada y seguir bajando de peso, además estoy muy débil como para hacer ejercicio. Llega la noche así que tomo mi cóctel correspondiente a esta hora y me voy a dormir temprano, y como pueden ver, no hablo con nadie en toda la tarde. Realmente es raro cuando hablo, aparte casi nadie quiere platicar conmigo. Sí duele, no voy a mentirles, pero ya es costumbre, así que está bien.

Al día siguiente me levanto, realizo mi rutina diaria y me dispongo a salir, claro que antes de abrir la puerta me detengo a pensar si estoy haciendo lo correcto. Podría no ir, quedarme, estar a salvo. Pero debo ser fuerte así que no tengo de otra, de ser necesario luchare, jaja hubo una época en que hacía box, fueron buenos tiempos y bastante útiles. Finalmente decido ir, no puede ser tan malo, ¿o sí? Ña, sea lo que sea lo enfrentaré, le tengo miedo a Damian, pero puedo con él, si me lo propongo sé que puedo.

Al llegar a la escuela me bajo del coche un tanto temblorosa, con el cabello golpeándome la cara por el viento. Pero como por arte de magia Hunter se acerca a mí y me da un gran abrazo.

—¿Hora de entrar?

—Claro.

Nos adentramos en el edificio, yo bastante segura, pero aguardando al golpe…

—¡Roxane! —Allí está — ¿cómo pudiste?

—Ey atrás hombre. —le dice Hunter. —Ella está en todo su derecho.

—Mierdas, ella es mía.

—¡Yo no soy de nadie! ¡Ya no te quiero, entiéndelo!

—¡Tú perra…!

—¡Cállate! Soy una persona, no me hables así, perra tu madre.

Damian parece a punto de explotar, todo rojo por la rabia, y de repente, de forma muy extraña sonríe.

—Bueno, parece que me has puesto en libertad, a ver quién te quiere maldito engendro, ¡si es que sobrevives para eso! Con esas últimas atronadoras palabras se marcha. ¿Que cómo estoy? Aliviada, lo último me mató un poco pero por fin me libré de él, después de tantos años, todo lo que nunca pude hacer, por fin.

—Vámonos. —dice Hunter mientras me rodea con un brazo.

Los días empiezan a pasar, todo bastante tranquilo, algún beso a escondidas con Hunter y mi rutina de siempre. A veces por los pasillos veo a Damian a sus anchas, seguido por chicas, no quiero ni imaginarme lo que hará con ellas. Ya sé que me he estado viendo con Hunter y todo eso, y yo realmente siento algo por él, desde que «está» conmigo no me he vuelto a cortar, no siento esa necesidad, sin embargo no he sido lo suficientemente valiente para preguntarle que quiere de mí. No sé si quiera que sea su novia —lo cuál sería súper genial— pero no sé y aún no me atrevo a preguntarle. Solo dejaré que las cosas vayan tomando su curso.

Y miren que va para bien, el miércoles por la mañana en una de las horas libres se acercó a mí y me pregunto formalmente que si quería salir. Imagínense cómo estaba yo, ¡casi flotando! Desde hacía mucho tiempo no me sentía así de feliz. El único problema, fue a un café, es esta tarde, y no sé qué haré, ¿comeré? Yo no quiero, no puedo, solo de pensarlo me dan náuseas, podría hacer eso, vomitar, hubo una época en que lo hacía mucho y Hunter lo sabe entonces probablemente no sea buena idea escapar al baño, además de que no lo extraño, solo lo dispararía, cada vez querría más y más, comer vomitar, comer vomitar, y eso debido a mi débil estado es algo que no me puedo permitir. Después de todo tengo una pizca de sentido común, lo poco que queda.

Así que llega el gran día, mi primera cita en la vida, Damian nunca me llevaba a lugares, sí es triste. ¡Pero ahora tengo una! Hunter dijo que pasaría a mi apartamento por mí así que supongo que entrará o antes o después así que trato que el lugar luzca presentable. Tengo unos cuadros en la pared muy bonitos de instrumentos musicales y algunos animales, caballos y lobos. De hecho mi edredón tiene la cabeza de un gran lobo en tonos morados con el fondo blanco. Solo espero que no se fije en la cocina, porque no tengo nada de comida, si acaso manzanas en el refrigerador y agua, y una alacena llena de mis pastillas. Espero hasta las cinco leyendo uno de mis libros favoritos, Hija de Humo y Hueso. Da la hora y ¡ring! ¡Que puntual! Dejo el libro en su estante, una serie de repisas llenas de libros, como me encantan. Abro la puerta y pongo una gran sonrisa.

—¡Hola!

—Hola Rox.

Se acerca a mí y me da un gran y tierno abrazo.

—Solo debo ir por mi bolso, si quieres pasa.

—Claro.

Voy hasta el armario y saco una pequeña bolsa negra con un moño, la guardo para ocasiones especiales.

—Bonito vestido.

—Jaja, gracias. — ¡le gustó! Es un vestido rojo vino, sin mangas, con un poco de escote a juego con unas mallas negras y zapatos de tacón negros.

—Entonces, ¿nos vamos?

—Sip.

Me da el brazo y lo tomo. Vamos hasta su coche, un Cámaro rojo con líneas negras.

—¿Y a dónde vamos?

—A un Olvide Garden de primera clase.

—Oh, jamás he ido a uno así.

— ¿Que no dijo que a un café?

—Jaja pues ahora iremos.

Llegamos y la velada transcurre de forma muy pacífica y romántica. Hunter ordena fetuccini a la rabiata y yo un spaguetti a la puttanesca, y sí jaja lo escogí por el nombre, me pareció chistoso. Mientras aguardamos la comida hablamos de cosas como que tal nos ha ido, de algunos proyectos de la escuela y algunas anécdotas personales. Para cuando me doy cuenta, me he comido ya la mitad del plato, lo cual hace que se me revuelva el estómago y la comida se me empiece a subir a la garganta. Me le quedo viendo al plato con ganas de vomitarlo todo, y no logro disimularlo muy bien así que Hunter se da cuenta de que algo anda mal.

—¿Qué pasa Roxy? —me pregunta preocupado.

—No… No es nada.

A través de la mesa Hunter toma mi mano en la suya y le da un apretón.

—Tú puedes niña.

Le muestro mi mejor sonrisa y seguimos comiendo, al final, Hunter le da unos billetes de más al mesero y nos sirven una copa de vino tinto.

—¿Qué te pareció? —me pregunta expectante.

—Genial. —miento con facilidad.

—Muy bien. ¿Nos vamos?

—Sí, vamos a mi casa.

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