AQUELLA VIEJA MAQUINA OLIVETTI

AQUELLA VIEJA MAQUINA OLIVETTI

FLOGADIO MADORO

19/12/2017

Mientras presionas el teclado de tu lap y aparecen en la pantalla las palabras que vas hilando letra tras letra, reconoces que puedes darte el lujo de hacerlas desaparecer algunas veces más rápido de lo que tardaste en plasmarlas. Un lujo que antes de que las computadoras aparecieran no podías tener, si acaso imaginarlo. Recuerdas aquella vieja máquina de escribir Olivetti de color verduzco en su veliz de lona con cierre. Acomodar la cinta y recorrerla por enésima ocasión a su posición de inicio y acomodar el papel centrándola para poder perderte en la emocionante tarea de tejer palabras. Presionar con fuerza el teclado y perderte en lo que tu imaginación te iba dictando, hipnotizado con el chasquido de las varillas metálicas con letras talladas al chocar con la hoja apoyada en aquel rodillo que debías girar manualmente para avanzar al siguiente renglón; siempre pendiente del guión que lo terminaría para recordar que la palabra incompleta continuaría la historia unos milímetros abajo. Con la infaltable goma de borrar a un costado para difuminar una idea que había cambiado, cuidando de no estropear más de lo necesario el papel y tener que repetir todo el texto en una hoja nueva. Cambiar una cuartilla terminada y sustituirla por otro espacio en blanco a la espera de tus siguientes teclazos.

Si te preguntas si esta nueva herramienta es realmente buena, debería bastarte darte cuenta que ahora todo se ha vuelto más sencillo y económico, las hojas son infinitas, nada de cintas que han cumplido hasta su deterioro su tarea de desprender tinta sobre una hoja al ser castigadas por las letras metálicas que saltaban con fuerza y rapidez a cada movimiento de tus dedos que ya adivinaban sin necesidad de verlas, su ubicación.

Nada de hojas al carbón apretujadas entre hoja y hoja para obtener el número máximo de copias que necesitadas, con el problema de verte obligado a utilizar la goma para borrar las huellas oscuras dejadas por esas intrusas que marcaban toda la experiencia recibida sobre sus arrendatarias, ya fuera un accidental rayón o el deslizamiento natural entre ellas al viajar a través del rodillo que daba de sí para mantenerlas fijas.

Ahora tu trabajo viaja disfrazado en no sé qué clase de códigos y se despliega en cualquier aparato preparado ex profeso para ello. Si de alguna forma has sabido plasmar tus ideas se imprimirá en forma definitiva, de lo contrario, simplemente presionara la tecla suprimir y empezaras de nuevo lo que debas cambiar.

No es de extrañar la nostalgia que provoca el tocar nuevamente una máquina de escribir mecánica, pero considero que es parte de la esencia del ser humano, añorar lo que ya no es cotidiano, lo que ya no se hace porque hay mejores opciones. ¿Pero acaso no ocurre con todo lo que hemos vivido y disfrutado? La música de antes era mejor, el cine, los juegos….aun el clima de ayer tal vez era mejor.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS