LO QUE LA TECNOLOGIA SE LLEVO

LO QUE LA TECNOLOGIA SE LLEVO

Latigo Negro

14/11/2017

Como todo, hay un inicio y un fin. Existe esa línea recta imaginaria entre nosotros y los objetos cuando se trata de sopesarlas en el tiempo. En esta época nuestras vidas se han visto invadidas por ese nuevo universo paralelo llamado “laberinto tecnológico”. Ese gran fenómeno se ha convertido en una galaxia en expansión cotidiano que nos envuelve y su avance exponencial marca con claridad una frontera histórica perdurable por siempre.

“La revolución Tecnológica” es un movimiento global que transforma vertiginosamente el “modus vivendi” del ser humano, llevándolo a un estado de inconciencia total de lo que está sucediendo y de las repercusiones que a –corto, mediano y largo plazo- tendrá la sociedad que tolerar por el cambio trascendental; porque no sólo afecta el tema de difusión sino el proceso creativo. En esta ocasión seguramente en la ciencia y la tecnología cada vez más complejas; las investigaciones requerirán de equipos multidisciplinares especializados implicados en su momento para facilitarnos la vida; reemplazando así algunas herramientas consideradas obsoletas que nos ocupaban de cierto tiempo hasta hoy, dándonos la oportunidad de actualizarnos mediante la evolución tecnológica a través de los tiempos.

Teniendo en cuenta que algunas tecnologías así crezcan a pasos agigantados en la era digital, el espacio de vida es corto y su permanencia efímera frente a otras disciplinas. A mi modo de ver me pregunto ¿Se justifica todo por el progreso, hasta el desconociendo del origen de ciertas cosas que nos fueron útiles en su momento e indispensables en la vida moderna actual? “ni todo lo moderno es bueno ni todo lo viejo es malo” precisamente la curiosidad es lo que ha llevado al libro de la historia de los sucesos tecnológicos a convertir en best seller los avances en campos como: la electrónica, astrofísica, bioingeniería, medicina, etc. Ante esta importante realidad tan determinante para el planeta, el cambio de mentalidad mide la grandeza para hacer posible y funcional el proceso evolutivo tecnológico.

Muchas de nuestras grandes invenciones han sido el resultado de descubrimientos casuales, especie de subproductos del pensamiento, forzado a buscar otros resultados en más o menos con lo que se busca cambiar o mejorar. Así, fue que evolucionó la escritura desde los punzones y plumas hasta la eclosión de los teclados digitales. Tales importantes invenciones aparecieron lentamente, sucediéndose en gran número de modificaciones que requirieron la labor inteligente de muchas personas, cuyos esfuerzos combinados dieron por resultado por ejemplo la invención de la “máquina de escribir”.

Ese artilugio de arquitectura complicada con su repiqueteo mecánico, electromecánico o electrónico, fue un instrumento de trabajo que permitió suplantar a copistas y escribientes que realizaron por mucho tiempo en forma manuscrita, cierta correspondencia en cadena de manera lenta y tediosa; vivió perpetrada en las oficinas y salas de redacción por muchos años. Este invento data de la época Victoriana y se manifestó con toda su fuerza en el siglo XIX; por decir una fecha exacta el año 1873, cuando la empresa E. Rémington and sons de Nueva York, la comercializó oficialmente.

Cuando las primeras máquinas de escribir entraron al mercado, en un período de menos de cincuenta años, el mundo de los negocios había avanzado más que durante muchos siglos sin ella. El empresario de esa época no estaba más obligado a fijar sus ideas a mano o, a descifrar los rasgos ilegibles del escribiente que tiene que trabajar con prisa, ni a perder más las ideas excelentes que pasan por su pensamiento, antes de que tenga tiempo de escribirlas. La actividad de escribir más fácil, legible y rápida utilizando «la máquina de escribir» se le llamo “Mecanografía”. Así nació este nuevo quehacer apto para los muchachos y muchachas jóvenes de aquellas épocas. Nadie se imaginó, ni sus mismos inventores, que este artefacto en principio mecánico, extendería sus dominios por el mundo entero de la misma manera que las locomotoras a vapor.

Las máquinas de escribir pueden haber desaparecido de nuestras vidas, pero aún perviven en algunos órganos estatales, que no pueden hacer copias digitales de ciertos documentos altamente secretos… Inclusive, cuando parece haber perdido la batalla frente al todopoderoso ordenador; el escritor Don DeLillo confiesa «Necesito el ruido de las teclas de la máquina de escribir manual. La materialidad de un tecleo tiene un peso, es como si usara martillos para esculpir las páginas. Es como si labrara el mármol, solo que mis trabajos son bidimensionales: me gusta ver las palabras y las frases cuando van tomando forma» y al respecto concluye…Cuando viajo hacia algún lugar por tierra en un automotor o por aire en la panza de un avión; ella siempre va conmigo, necesito que su inspiración me acompañe. Puede que una minoría de fanáticos de «la máquina de escribir» continúen siendo un grupo vociferante y no quieran abandonarlas porque funcionan; porque ofrecen una alternativa libre de las distracciones de los métodos modernos durante la producción de un documento; porque desafían al usuario a ser más eficiente y a ver sus errores marcados sobre el papel.

¡Que tristeza amiga! Me enfurecí, rabié, y ahogué las lágrimas. Sé que es un momento difícil de asimilar el dolor, la injusticia y la falta de equidad, que encierra tu abandono…

I

ME DA NOSTALGIA recordar aquellos momentos

de inspiración profunda; con una prístina hoja

de papel colocada en su rodillo, mis pensamientos

comenzaban a verter el nacimiento de una historia.

II

Tac, tac, tac, tac…era el himno de sus arquetipos sincronizados,

en el universo provecto de sus níveas teclas percutidas

por mis dedos al unísono. La adversa inspiración traída;

zurcía cada ristra de palabras cándidas al verso almibarado.

III

¿Cómo olvidar que fuiste mí amiga, mi confidente, mi amante?

Que después de tantos intentos, festejábamos la elocuente

culminación del milagro entre líneas, escrito en el papel.

IV

“Los ordenadores” invadieron tu soberanía dejándote rezagada en el pasado,

pernoctas en el exilio cual trofeo de hojalata, en un rinconcito olvidado.

Expósita en tu encierro pendida a la pared, espera resignada su deceso.

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