Le gustaba el mar casi tanto como la musica o los libros, viajaba aprovechando que dios tomaba su siesta, le gustaba el vino casi tanto como el mar y escribía mientras la gente se descuidaba, perdía sus anillos los días de tráfico, se sentaba en el piso de las cosas mientras la vida iba repartiendo cartas marcadas; le gustaba el café caliente casi tanto como la soledad o el mar.

Se rascaba las heridas y las cicatrices al mismo tiempo que veía las flores de invierno.

Leía en voz alta para recordar que había aprendido a hacerles bocas a sus dibujos y cantaba aprovechando que un buda renacido iba al baño.

Esperaba los atardeceres creyéndose el zorro del principito, le gustaba mirar las estrellas casi tanto como mirar el mundo y derrumbaba edificios mientras 12 ángeles conseguían trabajo como lustra botas.

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