Hola Javier, sabemos que te autodefines como un hombre conservador, chapado a la antigua y amante de casi todo lo antiguo, nos gustaría saber un poco de la forma como las nuevas tecnologías han incidido en ti, en tu forma de leer, escribir, concebir a la sociedad y la vida en general ¡Qué dices! ¿Aceptas?

Por supuesto, con mucho gusto.

Bien, pues entonces ¿Qué te parece si vamos desgranando el elote y le entramos directo al toro por los cuernos?

¡Va! ¡Llégale a lo barrido pues!

¿Eres dependiente de la tecnología digital?

Me gustaría mucho poder responder a la pregunta del título que no, que de ninguna manera pues yo comencé a escribir utilizando exténsil en viejas máquinas de Regminton, de hecho tengo tres, cursaba la secundaria y si cometías un error había que sacar el exténsil con sus seis o siete copias plastificadas para aplicar corrector en cada una de ellas para posteriormente volver a colocar todo el juego en la máquina y en el punto exacto donde debería pegar la tecla, todo ello a fin de poder sacar una adecuada impresión en una vieja impresora «portátil». Mas temo que las cosas han cambiado dramáticamente, ha sido, en un principio un sutil y casi imperceptible proceso pero luego se aceleró sin apenas percatarme de ello.

¿Me hablas de la época de la prehistoria cuando los niños jugaban con canicas cuadradas de barro?

¡Sí! ¡Casi casi! Firmaba yo con el pseudónimo de «Kilowatito», poco después cambié a «Franky», era un taller al que nunca me permití el lujo de faltar pese a que las llemas de los dedos te quedaban como Panquecitos Bimbo: «esponjaditas, esponjaditas» de tanto aporrear la máquina. También eran los días en los que no había teléfonos celulares, portátiles les llaman en España, y si necesitaba uno hacer una llamada urgente desde la calle había que formarse en una caseta telefónica, generalmente colocadas en las esquinas y llevar monedas de veinte centavos suficientes para poder realizarlas. Esto trajo una moda en las exposiciones escolares, cuando se te agotaba el tiempo para realizarlas, el profesor decía: «se te acabó el veinte», de igual manera cuando habías comprendido lo que alguien, después de muchos enredos, consiguió explicarte, comentabas «ya me cayó el veinte».

Ja, ja… ¿En serio? ¿Y ya existían las computadoras o aún utilizaban el ábaco?

Bueeeeno… En la escuela nos enseñaban a usar el ábaco, la regla de cálculo y las tablas de «seno, coseno y esas cosas», estaban totalmente prohibidas las calculadoras electrónicas y en la NASA diseñaban cohetes espaciales utilizando reglas de cálculo, según vi recientemente en un documental televisado. Las computadoras, que me encantaba ver en el trabajo de mi padre en Diners Club, eran unos armatostes más grandes y anchos que mi refrigerador de doble puerta vertical y usaban dos carretes en los cuales giraban dos grandes carretes con una cinta magnética, sacaban unas tarjetas rectangulares de color amarillo claro perforadas y con números en código binario (unos y ceros), que, aunque no nos demos cuenta de ello, se sigue empleando entodos los sistemas de cómputo moderno los plafones eran falsos para permitir al sistema de ventilación funcionar adecuadamente ya que tales artefactos solían calentarse. Cuando desechaban tales tarjetas mi padre nos regalaba algunos paquetes para que doblándolas y cortándolas jugáramos a edificar construcciones.

Así que nada de celulares, computadoras portátiles, tablets, ni cosas de esas ¿eh?

Habían teléfonos de automóvil que costaban una verdadera fortuna y su uso, por segundos, más aún. En México el monopolio era propiedad de una empresa llamada «Servicios Secretariales Especializados, S.A. de C.V», hoy Telcel. Ya egresado de la universidad tuve la oportunidad e imperiosa necesidad de utilizar por todo un larguísimo día, prácticamente hasta la noche, uno de tales aparatos pues la bodega, medio acondicionada como «oficina» del changarro familiar donde trabajaba estaba en un área prácticamente despoblada de Xochimilco y un enorme camión trailer, de doble semi remolque, arrancó todos los cables de teléfono y energía eléctrica a su paso dejándonos totalmente incomunicados y aislados, pero a los clientes, algunos de ellos muy importantes, como Mobil y Texaco, había que continuar dándoles servicio, entregándoles producto e intercambiar información crucial sobre facturación y fechas de cobro motivo por el cuál recibí la instrucción de hacerlo desde el lujoso auto del «Junior» y a mi secretaria se le instaló un pequeño escritorio junto para que tomara nota de todo, mientras Rosa, mi novia y gerente de contabilidad, en el asiento del acompañante atendía asuntos relativos a la facturación y de cuando en cuando, intercambiaba algunos besitos de piquito, me encantaba ver cómo se ponía de mil y un colores cuando, «como sin querer queriendo», parafraseando al Chavo del Ocho, rozaba yo su muy apetitosa piernita y me veía con ojitos de «ya verás grandísimo condenado, me cobraré la revancha cuando menos te la esperes» y efectivamente se la cobraba, esperaba a que pasara uno de los jefes frente a la copiadora cuando ambos nos encontrábamos en ese punto para propinarme un buen agarrón de asentaderas poniéndome a mi más rojo que un camarón cuando menos durante la siguiente media hora frente a las risitas y pícaros comentarios no tan disimulados de los compañeros de oficina .

¿Cómo influyen los costos en el uso de las nuevas tecnologías y de la escritura digital?

Los costos, se ha hecho accesibles para el público en general, hoy en día casi no existe una persona pobre, de las que viven en la verdedera miseria en las peligrosas y alejadas laderas de los cerros que rodean a la Ciudad de México, que no cuentan con servicios de agua ni energía eléctrica, que no tenga un teléfono celular para comunicarse y acceso a un café internet. Si bien el costo porcentual con respecto a sus paupérrimos ingresos es verdaderamente enorme. Puedo decirte, porque me consta, que los dos rubros que consumen la mayor parte de los ingresos de «los que menos tienen», como eufemísticamente les llama la clase política mexicana, son el de transporte para trasladarse a sus centros de trabajo y de regreso a sus «hogares» y el de comunicación vía teléfono celular. En cambio aquello del teléfono del Junior costó un verdadero dineral, la factura fue espeluznantemente abultada, de hecho podrían habernos invitado a comer a todos los oficinistas con brindis y toda la cosa en un excelente restaurante y habría sobrado, pero más habría costado no atender adecuadamente a los clientes. La máquina de escribir de Lety, la secre del Junior, era la más moderna del mercado pues permitía almacenar frases de hasta veinticinco palabras antes de imprimirlas y hacer correcciones. De facto en la «oficina» no estábamos seguros si se sentía más orgullosa de que le hubiesen asignado esa modernísima máquina o de su trastienda.

Vaya par de pillastres eran Rosa y tú, no me explico cómo fue que no los corrieron…. pero ni duda cabe de que me hablas de la época de cuando se inventó la rueda. ¿Y cómo fue que finalmente le entraste al asunto tecnológico?

A decir verdad yo tampoco me lo explico, de hecho «los jalones de orejas» que recibí fueron muy light, mas bien «paternales», pero regresando a tu pregunta déjame decirte que no tuve mi primera computadora, una Compaq portátil sino hasta los treinta y cuatro años de edad que pude comprarme una por mis propios medios. Debo confesar que cuando la abrí no tenía ni la menor idea de cómo funcionaba y es que no tenía cargada la paquetería. La adquirí para poder escribir artículos periodísticos durante mis largas guardias en un lejano y escondido conjunto muy acertadamente llamado «Rincón de Xochimilco».

¿Y tu primer teléfono celular?

El primer teléfono celular que tuve en mis manos era un enorme y pesado ladrillo que solía traer en mi portafolios y lo utilizaba única y exclusivamente para llamar y responder a mis clientes en los bienes raíces, nada de llamar a mi casa para ver si no querían jitomates del súper y mucho menos a mi novia. Naturalmente, carecía de mensajes de texto. Mis teléfonos preferidos fueron esos que se abrían y cerraban, resultaban muy cómodos, podía enviar pequeños mensajes de texto, aunque no imágenes ni fotos, y tenían la enorme ventaja de que al cerrarlos la comunicación quedaba automáticamente interrumpida y no existía el riesgo de que alguien me escuchara diciendo alguna burrada de las que suelo soltar en «petit comité» o enterarse de mis conversaciones personales asuntos.

¿Y qué tal te has adaptado a las nuevas tecnologías?

A los teléfonos planos me costó mucho trabajo agarrarles la onda, hasta hace no poco tiempo llegué a pasar algunos pequeños grandes osos por pegarme el teléfono al cachete como si estuviese hablando por uno de esos viejos teléfonos de cuernito pegados a la pared como el que había en mi casa durante mi infancia. Mi casa de Naranjo conserva aún, adherido a la pared, un pequeño dispositivo manual que en la época de Don Porfirio Díaz, permitía seleccionar al usuario, en ese instante, entre hacer una llamada de larga distancia con Ericsson o la ya extinta Compañía Nacional Telefónica según le conviniera por los costos en cada una. Los nuevos sistemas, en México, no nos permiten hacer tales elecciones e intercambiar alegremente, en el instante, según nos venga en gana. Alvin Toffler, periodista colaborador de Fortune, Live y otras publicaciones dice que en el mundo hay alrededor de seiscientos millones de teléfonos y que cuatrocientos millones de esos se concentran en países desarrollados aunque «el vacío a salvar» no reside en la existencia, o no, de la tecnología sino en la velocidad de ésta. Aunque. en su opinión, la buena noticia es que los países menos desarrollados, como el caso se México y otros, si actúan correctamente, se pueden saltar la etapa previa.

¿Te la vives con el dedo en el teléfono a toda hora?

De mi celular, son relativamente pocas las aplicaciones que utilizo, no me gustan los jueguitos, ni películas, rara vez veo en ellos algo de You tube, sí utilizo mucho la cámara para tomar fotos por doquier pues me aflora el espíritu periodístico, recibo y envío fotos familiares y también memes, muy especialmente los que ridiculizan a personajes de la política como el corruptísimo, sinvergüenza y babotas Presidente Peña Nieto, entre otros muchos. También utilizo el twitter, solo en la computadora y muy poco el face book. Mi watts, en ocasiones (casi a diario) suena cada segundo, en especial cuando el menor de mis hermanos hombres siente incontenibles ganas de reclamar, echar bronca por algo o sacarme una lana. Además conviene resaltar lo que dice la comunicóloga Claudia Benassini al referirse a los likes de los políticos suspirantes a la Silla Grande: «El like no se traduce en nada, no es un compromiso para nada». Y pensar que hoy en día se utiliza para todo, especialmente en face book, es por eso que pienso que en cuanto a comunicación y construcción de lazos interpersonales se refiere, hemos dado un fatal salto hacia el vacío absoluto, carente incluso del fenómeno físico de la gravedad, ya no digamos, de sentido de la propia existencia. Ahora sí que, literalmente hablando ¡Estamos en la nube! Cuando yo era niño, en la primaria, cuando mi profesor de historia (mi favorito) nos cachaba distraídos, después de, haciendo gala de una excelente puntería, que ya le hubiera envidiado el otrora famoso pitcher «El Toro Valenzuela» toda vez que mi profesor tenía un formidable promedio de pitcheo del cien por ciento, calentarnos paternalmenteel Hélix de la oreja con un fugaz borradorazo, nos decía en tono falsamente enojón: «¡Estás en las nubes! ¡Ya despierta! Y acto seguido nos enviaba a los sanitarios a lavarnos bien la cara con agua fría. ¿Cómo podríamos hacerle para despertar la tanto adicto a las redes? ¿Cómo aventarles un buen balde de agua fría para sacarlos de su estúpida, perezosa e improductiva zona de confort?

A ver, a ver… ¿Osea que te has convertido en una suerte de bot de Peña Nieto y algunos otros políticos?

Pudiera ser, que en ocasiones, sin precisamente proponérmelo, haya yo caído en ese extremo, aunque lo mio realmente es señalar, con bases, y como dirían por ahí. con los pelos de la burra en la mano, los vicios y exceso del poder en México. Lamentablemente en este momento no cuento con un espacio donde pueda yo publicar de una forma sistemática, ordenada y libre. Para el periodista y escritor francés Emmanuel Carrere hay dos tipos de periodismo, uno que analiza y critica y el segundo, que cuenta historias, él se confiesa como parte del segundo grupo, yo, sin pretender compararme en absoluto, tengo un poco de ambos, según la ocasión, el tema y el o los personajes que aborde. Incluso puede ser que los mezcle en un mismo trabajo.

Ya llegará… Cambiándole al disco: ¿Es caro tu teléfono?

Mis hermanos me critican, no tan veladamente, por traer un Samsung de los caros y me sacan a relucir sus teléfonos de hace tres o cuatro años, algunos con las pantallas llenas de cuarteaduras. Aunque eso sí, sin ser precisamente lujosos, todos traen autos de muy reciente modelo. En mi computadora solía escribir artículos periodísticos pero en el portal donde lo hacía nen forma gratuita me dieron de baja pues era yo como el encargado de patear el avispero y alebrestar a todos los demás participantes con mis irónicas y puntiagudas opiniones. En cambio manejo un Dodge Dart cuatro puertas mil novecientos setenta y cinco, con una dirección hidráulica mucho más suave y sensible que cualquiera otra moderna que haya yo manejado y un Tsuru, también cuatro puertas, mil novecientos ochenta y uno y vivo en un enorme caserón, literalmente hablando, porfiriano que en muchas partes aún tiene cableado de fierro cubierto con borra y finalmente con plomo, lo cual incrementa de forma espeluznante los recibos de luz, que por cierto, ya son rastreados y monitoreados por computadoras.

¿Y porqué pues, no has cambiado esos cableados tan anacrónicos, disfuncionales y caros?

En primer lugar porque la casa es enorme, setecientos ochenta y cinco metros cuadrados de construcción, hay muros y falsos plafones qué proteger y en ocasiones por falta de recursos económicos para instalar una línea eléctrica externa para matar la interna sin que esto afecte a la vista de la casa.

Ya para casi finalizar, permíteme preguntarte ¿Te gusta la modernidad?

Pues verás, no pocas veces he comentado, mitad en broma, mitad en serio, que me equivoqué de época para nacer, me gustaría haber conocido el Moulan Rouge y el Lido en sus inicios, quitarle las enaguas y las medias de liguero a una linda y elegante muchacha, me encantaban los Mercedes Benz de bolita, el viejo Austin, color verde hoja mil novecientos cincuenta y cinco como los que tuvieron mis padres, con sus molduras de madera bien barnizadas y finos acabados como concepto de lujo, las plumas fuente antiguas, las viejas máquinas de escribir Regminton, la primera televisión a colores que tuvimos en casa, de bulbos, las grabadoras de voz con carretes de cinta, los teléfonos de pared de cuernito muy adornado y garigoleado y por supuesto, los viejos caserones con enormes columnas dóricas para sostener el pasillo del piso superior con duelas de seis metros cuarenta centímetros de largo. ¡En fin! ¡Toda una época! ¡Una gran época! Diría yo.

¿Pero? ¡Y la llegada a la luna y todo eso?


La llegada a la luna y las Olimpiadas del sesenta y ocho, en México, me toco verlas, junto con un montón de vecinos más, en la casa de un vecino y amigo de mis padres que por aquél entonces era el único que contaba con televisión en su casa, en cambio los niños de hoy tenen unos aparatitos, que ni siquiera conozco físicamente llamados «Wi» o algo parecido con los cuales interactúan cada cuál desde su casa sin necesidad alguna de interactuar o convivir físicamente el uno con el otro, ni siquiera como con los viejos Atari que tenía, al menos, que sentarse juntos. Pienso que en ese sentido, hemos perdido mucho y quizá por ello me estoy convirtiendo en un viejo añorante de los mejores días ya pasados. Dicho de otra manera, me estoy haciendo cada día más viejo.

¿Pero eso no te deja fuera de las últimas novedades, no solo tecnológicas, de la escritura, la cultura en general y de los acontecimientos del mundo?

¡No! De ninguna manera lo siento así, cuando me llega algo interesante por medios electrónicos procuro profundizar en el tema buscando también las alternativas tradicionales, continúo visitando bibliotecas y librerías, asistir a conferencias, cursos y demás. Por increíble que pudiera parecerte no todo está en la red y además esta. igual que en otros medios también contiene muchas falsedades, «conocimientos chatarra». y basura en general.

¿El hecho de tener computadora e internet ha cambiado tu forma de escribir?

Es obvio que sí, con la vieja Regminton debía tener más cuidado de no equivocarme, de no regar el tepache porque de hacerlo había que repetir la hoja completa, ahora escribo mucho más rápido pero también cometo más errores de dedo, e incluso de redacción. Afortunadamente pocas veces de ortografía y generalmte suceden por un error de dedo. A la vez me ha inspirado nuevos bríos para escribir más. Yo soy búho, es decir, ave nocturna y carroñera, escribo mejor de noche o por la madrugada, además a esa hora la gente, es decir, mi gente, no me molesta y menos con tonterías. Además, pese a que no quieras, la tecnología, e incluso la ausencia de ella en muchos rincones del planeta y del país, cambia tu perspectiva del mundo y al trastornarse esta forzosamente cambia tu forma de escribir.

¿Hacia dónde se dirige la escritura digital y en qué punto crees que termine?

La escritura digital va a llegar tan lejos como el ser humano la quiera y pueda llevar pero no nos confundamos, esta es tan solo un medio, no es es el conocimiento por sí mismo ni tampoco la expresión literaria en su sentido más puro. Es simple y llanamente eso, un medio, no una deidad superdotada ni nada por el estilo. Depende, y siempre lo hará, de las personas, por más que programen bots, sean estos cortos para twitter, o libros completos para las universidades y centros de investigación y conocimiento. El ser humano, desde el inicio de cualquier proyecto, hasta su conclusión, estará detrás de todo y para su uso y consumo está y estará todo dirigido. Parafraseando y extrapolando al ex presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, «¡No hay de otra!» ¡»No nos hagamos bolas». Por el momento, nos encontramos cómodamente estacionados en una etapa en la que, tal como dice Marshal McLuhan en «La Aldea Global», nos limitamos a reproducir, añadiría yo, casi textualmente, todo lo realizado en la etapa anterior. No se de cuáles habrá fumado Pisitelli para aventurar su dicho de que la escritura digital terminará sustituyendo a los libros impresos, de hecho a los estudiantes jóvenes que he visto buscar información en internet solo les ha interesado obtener resúmenes, generalmente mal hechos, y peor comprendidos, de las obras que deberían leer para sus trabajos escolares y estudios en general. Los maduros y viejos, casi por lo general y con sus deshonrosas excepciones, estamos hechos en la cultura de las bibliotecas y librerías. Pero continuando con Pistelli, pienso que la «construcción» de sus teorías luce ante mi elaborada más como un entusiasta conjunto de deseos e ilusiones que de hechos reales y comprobables o bien del pesimismo ante abandono que muchas bibliotecas han sufrido pero podemos seguir disfrutando de grandes ferias del libro interesantes, concurridas, activas y productivas. Quizá, solo quizá, de una extraña mezcla de ambas cosas. Para Umberto Eco el periodismo se adelanta a los acontecimientos echando a volar la imaginación y creatividad haciendo uso de ciertas bases más o menos «sólidas y creíbles» hasta que la realidad termina por alcanzar a la noticia.

¿Seguimos entonces en las mismas?

¡Sí! Definitivamente es, como dicen en mi pueblo, «la misma gata nomás que revolcada». Pese a los avances tecnológicos y al alarde que hacemos de ellos, en cuanto a escritura digital de refiere, aún no vemos nada nuevo bajo el sol. Para Noam Chomsky la digitalización es el instrumento del capitalismo salvaje para desbancar a los pueblos y pese a que disto mucho de ser un gran seguidor de este señor, debo aceptar que hasta cierto punto, en algunos aspectos, como el financiero tiene razón, toda vez que los grandes capitalistas, esos que hacen hasta lo imposible para disfrazarse de «pobres» para no aparecer en los primeros lugares de Forbes, e intentar pasar «desapercibidos» para seguir robando y evadiendo impuestos a placer la usan a diario para realizar ocultas y complejas operaciones y transferencias de multimillonarias e inimaginables cantidades de dinero. Esas contadísimas y finísimas personitas pueden sacar de un país en crisis miles de millones de dólares en pocos segundos dejando a este sumergido en gravísimos problemas de los cuales le costará lustros salir. Y esto, por desgracia, tampoco es producto de la imaginación, lo han hecho en tiempos muy recientes en innumerables ocasiones en México, así como también han vendido por medios digitales colosales empresas en decenas de miles de dólares millones sin pagar ni un mísero centavo de impuestos mientras a la clase media Hacienda le clava los colmillos salvajemente y sin misericordia alguna. Y lo mismo sucede con la escritura por medios electrónico, su modernidad y rapidez no garantiza, ni de broma, una mayor libertad de expresión pese a que los gobiernos, como el chino, norcoreano y cubano, entre otros, los tienen completamente secuestrados. De hecho, con más frecuencia de la que quisiéramos reconocer, sirve exactamente para lo contrario.

Nos has hablado de los usos perversos de la digitalización, fraudes vía Bolsa de Valores para evadir impuestos, su uso para obtener sobornos de políticos, la desvirtualización de la palabra y el discurso, etc. Entonces dínos por favor ¿Se puede hablar de una moral de la digitalización?

Eso, amigo mío, depende de quién la opere y con qué fines lo haga. Si es un gran magnate experto en manipular la Bolsa de Valores, con los recursos económicos, financieros, logísticos, tecnológicos y con la explícita intención de salvaguardar sus capitales, perjudicar a los pequeños ahorradores e inversionistas en beneficio propio y con la capacidad operativa para hacerlo, tendré que responderte con un rotundo no. O si fuera un político que siga la «filosofía» del ya finado cacique y latifundista mexicano, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), para mayor precisión Gonzalo N. Santos, quien, haciendo alarde de un brutal cinismo y prepotencia, respondió a un periodista a pregunta explícita que «La moral es un árbol que da moras» y que hoy en día pululan por doquier a todo lo largo y ancho de la república mexicana, pues evidentemente tampoco. Pero si se trata de un club de escritura como Fuentetaja y otros que afortunadamente hay por la red, con ciertas reglas cuyo propósito es estimular la participación de los escritores aficionados, su creatividad, intercambio de ideas, puntos de vista y demás pues entonces sí, definitivamente. Pero reitero, no es la digitalización per se, sino quién haga uso de ella y con qué intenciones.

¿Algo más que desees agregar antes de poner el punto final?

¡Sí! Solo que a mi me resulta muy cansado para los ojos y mi mente leer textos largos en una pantalla, si son ensayos o artículos más pronto que tarde termino dándole click para imprimir, no podría leer por ese medio un libro completo, ensayo, o tratado. Ni mi vista ni mi mente lo soportarían. Por anticuado que pudiera parecer, prefiero la experiencia kinésica del papel y la tinta, incluso la considero, por mucho, más romántica y atractiva. Ningún invento ha resultado tan trascendente que el de la rueda y el maravilloso y revolucionario que Gutemberg se sirvió aportar a la humanidad. Después, claro está, de las manitas para rascarse la espalda que venden en los semáforos y el «Paseo de los Pistaches», es decir, Circuito Interior de la Ciudad de México cuando está tan atascado que permite a un pequeño ejército de personas vender bolsitas de pistaches, nueces de la India y morelianas caminando entre los autos. No fue un hecho casual el que tan pronto como apareció el primer periódico mural en Alemania, por ahí del año de mil seiscientos cincuenta de nuestra era, lo primero que intentaron las autoridades locales fue sobornarlo. Así que el periodismo, debido a su naturaleza acusadora y delatora, pues de lo contrario no tendría razón alguna de ser y tampoco sentido, nació como un oficio corruptible, corrupto o fácil de acallar y débil en cuanto a contenidos se refiere.

Dime una cosa Javier ¿En tu opinión tiene el mismo poder e influencia el propietario de un propietario o director de un periódico impreso que el de uno cibernético?

¡No! De ninguna manera, hasta la fecha no he visto a ningún propietario de periódico o revista cibernética llegando en su propio helicóptero a su casa u oficinas aunque claro está, casi todos los periódicos impresos tienen su versión digital, perdón, cibernética y algunos como el Reforma piden como requisito estar suscrito a la versión impresa para poder tener derecho a ingresar a la de internet. El poder que te da tener un periódico impreso de circulación nacional es enorme, a ningún político o empresario le gusta estar en su lista negra. Esto pese a que todos, sin excepción, inflan el número de lectores que tienen pese a que algunos presumen de «ser auditados» por grandes organizaciones internacionales. El objetivo es muy claro, por una parte vender más publicidad a un mejor precio y por el otro presumir poder ante la clase política.

¿Y no hay pleitos por tan colosal poder económico, político, informativo y mediático?

¡Claro! Y no son de los de «enchilame otra», de hecho se dan con todo, hasta con las macetas de los corredores. Esto, tanto al interior de los Consejos de Administración, tribunales y fuera de éstos, después de todo son muchos los intereses que hay en juego y, sobre todo, mucho poder. En México el períodico con más circulación efectiva es La Prensa, que por ahí de principios y mediados del siglo pasado fuera «La Cadena Gacía -Valseca», y su propietario actual tiene un poder bestial. ¡Vaya! Con decirte que, generalmente por vía twitter y de forma más bien estúpida y superficial, se mete con Emilio Azcárraga Jean, principal accionista y aún presidente del Grupo Televisa, pero con este güey ¡Ni madres! Todos le sacan al pinche bulto. Pese a que entre algunos de los viejos buenos periodistas aún se cuentan negras historias sobre la forma en la que su ya fallecido padre se hizo de esa cadena de periódicos, en complicidad con un entonces presidente de la república, no hay quién se atreva a meterse con él, muy machín o crítico del sistema que sea o se sienta, osa tocarlo siquiera con el pétalo de una tierna rosa. Una ex Delegada de la Cuauhtemoc, supuestamente muy crítica del sistema y anticapitalista rabiosa, toda una agitadora social, incluso violenta, Dolores Padierna Luna, ex-esposa del tristemente célebre «Señor de la Ligas», René Bejarano, para ser más precisos, lo primero que hizo al llegar a tomar sus oficinas, y el poder de la demarcación, fue mandar construir una fuente, a manera de tributo, frente al Periódico «La Prensa». ¿Por qué crees que sería?

Tal como diría el ya fallecido conductor de espectáculos, del extinto programa «Siempre en domingo», Raúl Velasco: «Aún hay más»…

Ni qué decir del actual dueño de los periódicos Reforma y El Norte (de Monterrey, Nuevo Léon) cuyo señor padre aún acusa que su hijo, Alejandro Junco Jr. en complicidad con su ex esposa, le robó todas las acciones de la empresa y, literalmente hablando, lo dejaron en la calle. Viene a mi memoria también el tristemente célebre caso de la por aquél entonces muy prestigiada cooperativa del periódico Excélsior, a cuyo también por aquél entonces director, Julio Scherer García, echaron, con pistola en mano, junto con sus principales colaboradores y plumas, contando igualmente con la complicidad y apoyo de los ex presidentes Luis Echeverría Álvarez (L.E.A) y su sucesor, José López Portillo (J.L.P.), ambos de fatídica memoria pues a sus períodos se les conoce como «La Docena Trágica) toda vez que dejaron a México sumergido en profundas crisis económicas, políticas, sociales, de fuga de capitales, endeudamiento con el exteriror, devaluación de nuestra moneda y un larguísimo etcétera. ¡Vamos a echarle un traguito a nuestro mezcalito! Pruébalo con su rodaja de naranja y su respectiva sal de gusano! ¡Salud!

Que esto, que lo otro… ¡Salud!

¡Salud! Para todo mal ¡Mezcal! y para todo bien ¡También! ¡Bueno! Continuemos, ya se me refrescó la garganta… Y también la memoria. No podría quedarse atrás el caso del pleito entre los herederos de la empresa Televisa, los hermanos Cañedo y el aún Presidente de su consejo de administración Emilio Azcárraga que culminó con la expulsión de los primeros del país contando el segundo con la complicidad y apoyo del entonces Presidente de la República Ernesto Zedillo Ponce de León (E.P.N), lo que ocasionó que el júnior Azcárraga tuviera que recurir urgentemente a buscar multimillonarios créditos en dólares para poder liquidar a los derrotados y como ningún mega banco internacional quiso aflojar el billete, una vez que el Chase Manhattan Bank se negó a hacerlo pese a que su, en ese momento, recién finado padre , el famoso y muy temido «Tigre Azcárraga», no tenía que hacer mayor trámite que el de descolgar el teléfono para que se los dieran de inmediato. El caso es que tuvo que entrarle al quite del joven heredero, previo permiso de E.P.N., «el siempre bonachón» Carlos Slim Helú, con la condicionante de que no podría tener acciones en Televisa. pero aún así, Papá Pitufo traía cola con su ofrecimiento, pues ya de tiempo atrás le tenía echado el ojo al negocio de la televisión abierta y por cable, y, ¡No podía faltar! El del clásico pasecito a la red, como es natural suponer, no tardaron en surgir los problemas entre ambos magnates ocasionando, entre otras cosas, que Televisa perdiera aproximadamente el 22% de su facturación por anuncios comerciales que solía pagar Slim para sus empresas, entre las que destacan Telmex, Telcel y Sarnborns, por citar algunas y que ahora es una de las causas que obligan a Azcárraga Jean a dejar, con una fingida sonrisa en el rostro y un cargo honorífico de consolación y pantalla, el mando máximo y egemónico de esa empresa.

¡Cuánta bronca!

Cuando los dioses se encaboronan allá arriba, acá, abajo, solo se escuchan las trompadas. Y hay muchas otras más como el de José Gutiérrez Vivó, conductor de radio y de noticiarios, transformado en empresario y director de noticias radiofónicas que, después de perder un pesado, muy costoso y sobre todo desgastante rosario de pleitos en tribunales, medios de comunicación electrónicos, prensa escrita y hasta en la Residencia Oficial de Los Pinos, en el sexenio del entonces presidente panista Felipe Calderón Hinojosa, tuvo también que abandonar el país y su nombre está estrictamente prohibido, hasta la fecha, en todos los medios de comunicación masiva, diarios impresos y semanarios.

¡O sea que lo fulminaron de tajo!

¡Sí! ¡Definitiva y contundentemente! Dicho de otro modo, está vetado y proscrito. ¡Antes di que no se lo echaron al plato! Pero no pretendo aburrirte, baste con apuntar que todos estos casos, como tantos otros, tienen dos elementos elementos en común, la lucha encarnizada entre dos grupos rivales, muy fuertes, pero dispares y la intervención, generalmente más directa que indirecta, del Presidente de la República en turno como fiel de la balanza para favorecer y proteger a los abyectos y cómplices del sistema de poder.

¿No serán meras casualidades?

¡No! De ninguna manera, yo no creo en las casualidades sino en las causalidades. Parafraseando al que fuera Secretario de Gobernación panista hace un par de sexenios, Santiago Creel Miranda, «no quisiera ser sospechosista», pero no puedo dejar de preguntarme qué estará pasando realmente al interior del poderoso emporio televisivo y radiofónico, cuando a muy pocos días de que su aún Presidente y CEO, Emilio Azcárraga Jean, tenga que dejar, en un hecho inédito, e increíble, su privilegiado cargo de poder, en otrora, prácticamente absoluto, asesinaron, en la carretera a Teotihuacán, al Vicepresidente Corporativo de Televisa, Adolfo Lagos y muy curiosamente resulta ser que quien disparó contra él fue uno de sus propios guaruras, que supongo fue seleccionado, contratado y pagado por la propia empresa, al supuestamente pretender defenderlo frente a un asalto por robarle su muy costosa bicicleta de carreras mientras la pedaleaba alegremente y en otro hecho más reciente, sangriento, terriblemente macabro y me atrevería yo a decir, terrorista, hallaron afuera de las instalaciones de Televisa Guadalajara dos cabezas humanas. ¿Quién les habrá ofrecido semejantes libámenes y a santo de qué? Conviene recordar que esta esta poderosísima empresa no solo maneja televisión, radio, internet y una buena parte del negocio del futbol en México, sino casinos con sus máquinas de apuestas, tiene una injerencia muy fuerte en el asunto de las corridas de toros y una gran variedad de revistas impresas especializadas en el mundillo de los espectáculos, entre otras tantas minucias, como el hecho de tener a su servicio a un selecto grupo de «intelectuales» (presumen estos que de estricto corte liberal) que, frente a sus cámaras y micrófonos, y a la vez desde diversas publicaciones impresas «ajenas» a la televisora, se encargan de «tratar de explicar» a la audiencia, supongo que sin pretender influir para nada en esta, los sucesos más importantes de la vida política, económica, cultural, religiosa y social de México y el mundo.

¿Qué piensas de los que llaman a la televisión «la caja idiotizante»?

No tienes más que ver un cachito de programa de Jorge Ortíz de Pinedo, o escuchar un poco del programucho radiofónico matutino de la «Ké Buenaaaa! para corroborar que el membrete le viene como anillo al dedo. Hay que subrrayar que el hecho de promover la ignorancia, infantilización y estupidización del pueblo también es un jugoso negocio, tampoco es para desdeñarse su participación en el jugoso negocio del teatro barato, y por barato no me refiero al precio de su taquilla, sino a la ligereza, vanidad e insoportable miseria de sus contenidos, así que como podrás ver, la cruenta lucha que se está produciendo en las cúpulas y estos trágicos acontecimientos tiene repercusiones muy severas para la vida nacional, e internacional, así como para la escritura encargada de dar cuenta de esta y registrarla para el presente y la posteridad, ya sea que se guarde en medios convencionales como el papel, o electrónicos, aunque no nos percatemos de ello. ¿Cómo la ves desde ahí? Nomás acuérdate de lo que Erri de Luca, Giovanni Sartori y un largo séquito de tenaces críticos, opinan sobre Silvio Berlusconi, la televisión y su perversa influencia en la cultura y la sociedad.

¡Ufff! Para qué te digo, como dirían los chavos de ahora ¡Está cañón!

¿Te han ofrecido alguna vez sobornos, es decir, lo que en México llamamos «Chayote»?

¡Sí! Un par de veces, pero no fueron los gobiernos sino en un caso el propio diario que era verdad que el salario que se me ofrecía era muy bajo, prácticamente ridículo pero que para eso me daban mi charola de periodista para que pudiera yo satisfacer mis necesidades económicas por la vía libre, nada más, eso sí, haciendo todo con suma cautela e inteligencia. En el segundo caso una revista digital local, recién inaugurada, cuando apenas había yo escrito una decena de participaciones, me propuso que escribiera yo peste y media de los funcionarios de un gobierno estatal y posteriormente su director y creador les haría una visita para venderles publicidad que ellos, sin duda alguna, de inmediato comprarían pues así funciona el sistema de sobornos y de compra de silencios y que luego me daría mi «debida» comisión por ello.

¿Y entonces se suponía que tu te echarías para atrás y ofrecerías disculpas?

¡No! No tanto así, pero naturalmente, habría que bajarles el tono a las publicaciones sin claudicar por completo para no despertar sospechas. Rechacé airadamente ambas propuestas y en el segundo caso me puse de pie en el café de Polanco donde nos hallábamos gritando cuanta majadería e improperio me vino en mente contra el tipo que me lo propuso, los pobres meseros estaban pasmados sin atinar qué hacer. No me enorgullezco de mis formas, pero así fue como sucedió. Si yo escribo en contra de alguna autoridad y digo que la burra es parda, es porque tengo los pelos en la mano para poder comprobarlo y por convicción propia, no porque me paguen sobornos por hacerlo. Así de fácil es el asunto.

¡Bien! Ahora sí, hasta la próxima.

¡Hasta la próxima! Entre tanto… pórtate más o menos y cuídate bien. ¿Quieres? Después de todo hay que tomar en cuenta que un montón de computadoras, operadas y escrupulosamente observadas por seres humanos te están vigilando, desde cámaras de tránsito, virus que hackean tus computadoras y teléfonos hasta sistemas satelitales que te pueden rastrear a cualquier punto de la Tierra por más lejos que pretendas esconderte. Si no me crees acuérdate de Osama Bin Laden, Joaquín «El Chapo Guzmán,» y algunos otros. Un par de compañeros míos de la universidad, en mi segunda carrera, que es la de periodismo, trabajaban en la Secretaría de Gobernación, detectando y reportando, día con día, a todos y a cada uno de los que escribíamos y hablábamos mal del gobierno para tomar medidas según el caso. ¡No! No es una historia ni película futurista, es la realidad que ya nos alcanzó y se ha convertido en «el pan nuestro de cada día». Después de todo ¿Porqué crees que las historias de periodistas asesinados en México llenan los titulares de los periódicos y noticiarios tanto televisivos, radifónicos y de internet casi a a diario? ¿Capicci?

…. Y hablando de éstos ¿Recuerdas el “incidente” ocurrido el 7 de septiembre de este año en el que el helicóptero de la presidencia que usualmente transporta a los lambiscones profesionales ¡Perdón! Reporteros que acompañan a Peña Nieto fue obligado a descender durante una gira presidencial por el Estado de Oaxaca al ser alcanzado por balas de alto calibre? ¡Tampoco es un asunto menor! ¿He? Harto extraño me resulta que con esa curiosidad natural que caracteriza a los reporteros ninguno de los que ahí viajaba juzgara conveniente tomar fotografías del aparato dañado ni de investigar la naturaleza del ataque en vez de quedarse con el fácil expediente de que fue perpetrado por los narcotraficantes, después de todo, los narcos son malditos, pero no estúpidos ¿Qué necesidad tenían de confrontarse con el máximo poder si estaban a salvo puesto que no los andaban buscando y mucho menos cazando? ¿Qué tal si en realidad fue una descarada amenaza contra el presidente? ¿De parte de quién podría haber sido? ¡No lo se! Hay mucho por investigar antes de irse con lo más obvio. ¿No crees?

Si no te molesta, quisiera concluir esta entrevista con las dos siguientes e importantes reflexiónes, la primera, propia, en el sentido de que la escritura irá hacia donde quiera que la humanidad se mueva y que ésta se encuentra prácticamente bajo el yugo de todos estos señorones que se divierten de lo lindo a nuestras costillas y la segunda que recién me acaba de llegar en uno de esos dichosos memes que hoy están tan de moda, vía watts:

Técnicamente, Moisés fue la primera persona que tuvo una tablet conectada a la nube, aunque poco después, en un repentino berrinche de niño chiquiquito o quizá por la deshidratación que inevitablemente produce el desierto, hiciera añicos su preciado juguete. Ya luego le siguieron otros. Aunque supongo que nunca faltarán los románticos que, como el escritor y guionista norteamericano Paul Auster, utilizan la escritura digital en el sentido más puro de la expresión escribiendo a mano toda su obra.


¡Viajeros en el tiempo!

Holanda, año de 1860: En un área rural, una hermosa y joven mujer fue captada por un travieso retratista mandando mensajes de texto con su celular a su novio ¡Que era yo!


FIN.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS