EL JARDÍN QUE ENCOGE
Al principio, la vida era un campo sin fin, donde los días eran largos y las sombras, invisibles. El verano se deslizaba como una brisa cálida, y las risas se mezclaban con el canto de los grillos, mientras corríamos descalzos por el jardín. La infancia, un edén sin fronteras, se sostenía en el frágil equilibrio...