LA PELOTA
Mi calle no tenía autos, o mejor dicho, casi no tenía. El piso de la calle era muy áspero, y estaba dividido en grandes cuadrados de alquitrán en todo su trayecto. Uno de los chicos que jugaba en esta calle tenía asma y, como siempre se agitaba la abuela no lo dejaba cabecear y jugaba...