Nuestro juego

Nuestro juego

Aleja Arias F

07/02/2025

4 Aplausos

0 Puntos

25 Lecturas

– ¿Qué era lo que te iba a decir? -preguntabas en ocasiones cada vez más recurrentes.

– ¡Que me quieres mucho! -respondía yo con una sonrisa.

Pasabas la mano tiernamente por mi cabeza y seguías caminando. 

Era gracioso. Esas pausas repentinas y jugar a ayudarte a adivinar qué era lo que estabas haciendo. Me sentía como un detective resolviendo un misterio y veía como tus expresiones de asombro eran tan genuinas que hasta creía que tú realmente habías olvidado para qué entraste a la habitación.

Era nuestro juego. Al principio parecías desconcertado pero entre los dos siempre lo resolvíamos. 

– Mmmm… Quizá querías contarme cómo estuvo la reunión de hoy, papá -decía en mi primer turno de esa ronda.

– Lo dudo. No hubo reunión -respondías algo preocupado.

– ¡Eso era! Seguro me querías contar que cancelaron la reunión -decía yo con un gesto ganador por haber adivinado el misterio en mi primer intento.

Me gustaba jugar. O quizá debería decir: Me gustaba jugar contigo. No había nadie más a quien le gustara ese juego. Ninguno de los compañeros en el cole lo jugaban conmigo.

Era nuestro juego secreto hasta aquel día en el que decidiste llevarlo a otro nivel. Seguramente habías visto que era tan bueno adivinando que me quisiste retar. Sólo que en esa ocasión me desafiaste demasiado. Era difícil adivinar qué hacías si ni siquiera sabía dónde estabas.

Mamá estaba asustada y decirle que quizá sólo estabas jugando no pareció calmarla. No entendía muy bien cómo podías llamar y preguntarnos dónde estabas. 

Recuerdo que intenté usar toda la creatividad que había adquirido desde pequeño jugando contigo pero sin poder verte no tenía ni una sola pista. 

Pasaron tres días antes de que volvieras a casa. Cuando llegaste todo cambió y empecé a entender…

Me gustaba jugar contigo de peque. Cuando ver tu mirada perdida me hacía reír y cuando ver mi sonrisa te generaba una.

Ya no me gusta jugar, papá. No sólo porque ya crecí. Sino porque entendí que no habías creado el juego. El juego llegó a ti y te fue consumiendo cada vez más.

Hoy te visito nuevamente. Los doctores dicen que el estado de la enfermedad es cada vez más avanzado.

Me miras como si no me conocieras. He cambiado mucho desde la última vez que me llamaste por mi nombre. 

Sonrío y simplemente te digo: «Lo sé, papá. Yo también te quiero mucho».

Votación a partir del 16/02

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS