La última barrera (salud)

La última barrera (salud)

     Un beso, un apretón de manos o compartir habitación; gestos tan simples como esos, pueden propagar una enfermedad hasta niveles catastróficos. En las últimas décadas, los avances científicos se han centrado en evitar que pandemias como las dos de ébola de la década de los veinte, o la de neumonía de principios de los treinta, vuelvan a producirse.

     Primero fue el microchip sanitario, sustituto del microchip personal, el que a finales de los veinte fue capaz de detectar los primeros signos de enfermedad. Una década después, el microchip de cuarentena prometía eliminar para siempre los contagios en masa. En parte lo consiguió, pero efectos colaterales como viajar en vagón de infectados, acceso prohibido a edificios públicos o estancias prolongadas en aislamiento, hicieron que el chip acabara cayendo en desuso.

     Ahora, un lustro después de que el último centro de aislamiento fuera desmantelado, llega el nanochip electroestimulador o, simplemente, NEST; la respuesta que ha encontrado un consorcio de multinacionales a la creciente amenaza de pandemia. Este pequeño dispositivo llega con la promesa de poner fin, no solo a las epidemias, sino a todas las enfermedades contagiosas.

     El NEST, instalado en el bulbo raquídeo, excita el sistema nervioso mediante pulsos eléctricos de alta frecuencia y baja intensidad,  que acaban provocando que las células de Merkel generen un campo estático alrededor del cuerpo. Ese campo ha demostrado ser infranqueable para los gérmenes patógenos, lo que evita que la enfermedad se pueda propagar entre distintos individuos.

    El dispositivo no llega carente de polémica: filtraciones de que las pruebas de campo se han realizado en vuelos estratosféricos sin avisar al pasaje, han desatado la ira de las autoridades sanitarias, que planean una denuncia en contra del consorcio. Controversias aparte, parece que el éxito del NEST está garantizado.

   En esta época en la que ya hemos superado todos los grandes males del pasado, las enfermedades contagiosas aparecen como la última gran amenaza global. El NEST debe ser el arma que acabe con esa amenaza, la última barrera contra el peligro. Yo ya he reservado el mío, ¿a qué está esperando?

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