El regreso de Terminator

           Corría el año 1984 cuando Terminator, la célebre película de James Cameron, nos mostraba un robot que carecía de emociones pero que era capaz de interpretar el mundo integrando toda la información que le proporcionaban sus sensores. Más tarde, en la segunda década de nuestro siglo, el equipo del neurocientífico Giulio Tononi desarrolló la teoría de la información integrada, más conocida como “teoría phi”, según la cual podría definirse la consciencia como una forma de integrar la información en la que distintas partes del cerebro forman conjuntos especializados de neuronas que trabajan aislados, pero bien comunicados con el resto. Desde entonces hemos andado un largo camino en el que, hasta ahora, solo podíamos exigirles a los robots un número limitado de cosas, pues solo percibían partes fragmentadas de la realidad. Sin embargo, la semana pasada, un equipo del MIT ha logrado lo que nadie hasta entonces había conseguido: una computadora capaz de interpretar la totalidad de las señales procedentes de su entorno.

          Bautizado como skynet en honor a la película, el robot en el que ha sido instalado puede desplazarse casi por cualquier sitio, aprendiendo de la experiencia y tomando decisiones instantáneas. Obviamente, el sistema está en fase experimental, pero los científicos creen que en unos años veremos cumplido el viejo sueño de los humanos de disponer de un ejército de máquinas inteligentes que se encargan de todas las tareas. Sin embargo, y como dicen en el MIT: “No queremos unterminator”. Al carecer de emociones, será preciso asegurarse de que la programación del robot impida que tome decisiones que pongan en riesgo a las personas, un poco en la línea que se adoptó con respecto a los drones más de tres décadas atrás. El tema de las emociones vendrá luego. Aún no sabemos cómo hacer a un cerebro artificial sentir placer o ver los colores que nosotros vemos. Cuando lo hagamos, tendremos que plantearnos si estamos interaccionando con una nueva especie de personas. Mientras tanto, ya tenemos terminators, y esperemos que en esta ocasión nos sean más útiles para vivir que para ayudarnos a morir.