Elena Gascón|Brasilia| 9-mayo-2050
El sábado tuve el placer de conocer a Santiago Ariz-Torres, Doctor en biología electrónica y director del Centro de Reprogramación de Especies en Peligro de Extinción. En mi visita descubrí al nuevo Atelopus carbonerensis, el primer anfibio reprogramado con éxito que, con suerte, será reintroducido en su hábitat a principios de 2051.
Elena: Doctor, ante todo, felicidades. ¿Qué significa para la hibridación conservacionista este avance?
Santiago: Gracias. Tras cuatro años de intenso trabajo de todo el equipo, sin duda esto abre un nuevo horizonte para las especies híbridas. Hasta ahora solo se habían podido reprogramar, con éxito, artrópodos.
E: Como todos recordamos, la “hormiga de Madagascar”, Adetomyrma venatrix, se hizo famosa tras ser primer éxito del Centro de Reprogramación. ¿Quizá algún día podamos recuperar especies como los tigres o el pájaro Dodo, doctor?
S: No. La técnica de hibridación necesita un mínimo de especímenes todavía vivos en los que insertar los bioimplantes. Básicamente, estos se reprograman siguiendo el ADN de la especie y analizando sus pautas vitales —alimentación, amenazas, interacciones…—. Después se analiza esta información y se optimiza —enfermedades, adaptaciones a alteraciones en el medio…—, lo necesario para mantener su supervivencia.
E: Muchos detractores aún consideran esta intervención peligrosa, ¿qué les diría?
S: La finalidad del programa es clara: detener la ruptura del equilibrio de los ecosistemas. Nos encontramos en un punto crítico y debíamos actuar.
E: Explíquenos, ¿cómo mantienen el equilibrio ecológico las especies reprogramadas?
S: Se reinsertan en su hábitat; su lugar en la cadena alimentaria; cumplen sus funciones ecológicas y no generan residuos ya que los bioimplantes son microscópicos y no dañan al depredador: una vez defecado su memoria celular reproduce un nuevo individuo optimizado.
E: Por último, ¿cómo ve el futuro de la hibridación en 2100?
S: Veo dos futuros: hibridación completa del ecosistema o su destrucción. Hasta ahora no sabemos los límites de esta nueva ciencia, es una medida de emergencia y podríamos llegar al punto de ruptura a pesar de nuestros esfuerzos.
Esperemos que no suceda, pero mientras tanto el Atelopus carbonerensis se prepara para volver a la naturaleza.
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