La felicidad y sus excesos

La felicidad y sus excesos

Carlos Vázquez

08/06/2015

Desde la comercialización de las píldoras Hart sin efectos secundarios, hace ya una década, hemos logrado un control absoluto de nuestras emociones, pero corremos el riesgo de perder algo más valioso en el camino. Así lo afirma un estudio de la Universidad de Castilla-La Mancha que ha analizado el comportamiento de cuatrocientas personas en un experimento de citas a ciegas. 

Si bien es innegable que las píldoras emocionales han resuelto muchos problemas sociales (donde se incluye la violencia de género y el abandono escolar), no lo es menos que su impacto social todavía no ha sido completamente medido. Sirva de ejemplo la práctica de ciertas empresas de exigir que sus trabajadores consuman Sumisión 24, o la última versión del activismo radical, consistente en inocular forzosamente Altruismo 115 a los grandes millonarios.

Según la investigación de la Universidad de Castilla-La Mancha, publicada en la revista Social Trends & You, el uso de estas píldoras se ha convertido en un requisito social en menos de una década. Hoy es obligado tomar Tristeza 52 en los funerales, o Euforia 86 en las bodas, a riesgo de convertirse en un marginado social. Se consume la emoción que se supone que deberíamos generar espontáneamente, lo cual afecta también a cómo nos relacionamos entre nosotros. Ante el padecimiento de una desgracia, los amigos nos dan Consuelo 50 en lugar de palabras amables.

Pero este estudio se centra en un efecto más perturbador. Ninguna de las citas concluyó de forma ordenada. Los sujetos no mostraron interés por sus parejas y, al terminar el experimento, consumieron Qué-Bien-Se-Está-Solo 20. Ninguno tenía pareja en la vida real, como un porcentaje creciente de la población. El uso de píldoras Hart ha hecho innecesarias las relaciones sociales o afectivas, que son la raíz tradicional de las emociones y que nos guiado hasta aquí, a un paso de las estrellas. Sin ese condicionamiento social, no queda nada que nos una como especie. Indefensos contra el envejecimiento poblacional, sólo nos queda consumir Aceptación 60 antes de la inevitable extinción.

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