Adriana P. F., una vecina de la localidad alicantina de Villajoyosa, se pasea por las playas de la Costa Blanca exhibiendo piernas, brazos, ingles y axilas cubiertos de vello corporal. Preguntada por la razón que le lleva a lucir su cuerpo de esta forma, Adriana responde: «yo estoy cómoda con mis pelos, al que no le guste, que no mire». Algunos vecinos de la localidad han mostrado abiertamente su desagrado con esta situación, que califican de inmoral, uno de ellos comenta:» las playas están llenas de niños, no tienen por qué sufrir con esta imagen cada vez que se cruzan con ella, debería tener más decoro en sitios públicos».
Y es que, aunque no existe ninguna ley que nos obligue a la depilación total, bien es cierto que desde la década de los veinte, cuando la depilación láser dejó de ser un tratamiento propio de personas con cierto nivel adquisitivo, resulta extraño ver a hombres y mujeres cuyos cuerpos no estén completamente libres de vellosidad.
Gregorio Pelo Pollo, director de la empresa Good Bye Hair, líder en el sector de la depilación láser, nos cuenta : «lo normal es que los niños a los once o doce años, empiecen con las sesiones de depilación, de esta forma evitamos la salida del vello mucho más rápido, es mera cuestión de higiene».
Por su parte, Adriana P.F. dice no haber recibido nunca presiones por parte de su familia y allegados para dejar esta práctica tan inusual: «me quieren tal como soy» afirma, «los pelos sólo son eso, pelos».
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