LA SOLUCIÓN (Sociedad: vida cotidiana en el futuro.)

LA SOLUCIÓN (Sociedad: vida cotidiana en el futuro.)

KARLOS KOSAS

13/05/2015

           La operación fue un éxito. No sentí mas dolor que un pinchazo al principio y un cierto aturdimiento al despertar. El tratamiento posterior largo pero no doloroso, por lo menos no en el sentido que entendemos el concepto. Valió la pena, no me arrepiento de haberlo hecho.

  Una de las razones que me llevaron a tomar esa decisión fue la Gran Crisis.

  Se suele decir que los grandes avances del ser humano han sido provocados por crisis y supongo que es cierto. Mi actual estado lo corrobora. No soy el único, muchos congéneres han tomado el mismo camino.

  La situación había llegado a extremos insostenibles, el planeta agonizaba, la vegetación agonizaba. La gente se mataba o moría de hambre o de odio. Los privilegiados lo eran cada vez más como mas eran también los parias.

  Lo peor del género florecía en una primavera pútrida, abortada.

  Entonces surgió la idea, la huida, la salida menos mala.

  Prometían un futuro, y eso ya era mucho.

  Un grupo de científicos supongo patrocinado por alguna multinacional, la rescató del almacén de las patentes calladas. Algo relacionado con genes, mutaciones.

  La respuesta popular, como siempre, se disfrazó de muchos colores. Brotaron partidos pseudo-políticos a favor o en contra, líderes e incluso sectas que querían ver en ello algo mas allá de lo que era.

  Enormes vallas publicitarias garantizaban el final del sufrimiento, la felicidad, la igualdad.

  Eso ha resultado no ser exacto, pero no del todo engañoso. En todo caso ya es tarde para querellas.

  El precio del cambio estaba al alcance de cualquiera: tu cuerpo.

  Los órganos en buen estado servirían para perpetuar la vida de las clases altas.

  El resto para abono.

  Fue un éxito.

  En todas las poblaciones proliferaron hospitales para asumir la demanda cada vez mas unánime. Los mas reticentes acabaron capitulando o fueron perseguidos.

  El planeta floreció de nuevo. Un manto verde casi olvidado lo acogió y pudo verse de nuevo el azul del cielo.

  He de reconocer mi suerte, la gran mayoría se han quedado a ras del suelo.

  Yo, ahora soy un sauce.

Un sauce llorón.

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