Amuletos

Amuletos

By Yannis Lobaina

Valentina Brown, en tres horas de viaje, de la Habana al aeropuerto de Varadero, solo intercambió monosílabos, con su esposo David y su pequeña Claire. Permaneció en silencio , en la parte izquierda del auto, con la cabeza casi afuera, ensimismada mirando el mar.

Esa mañana, del 25 de marzo de 2014, fue el día más turbulento para Valentina Brown. Salió de la Habana rumbo a Canadá, Nova Scotia. Un viaje sin regreso.Llevando consigo sólo, dos grandes maletas llenas de libros, varios rollos fotográficos, amarillos por el tiempo, agendas manchadas de café, libros con dedicatorias personales, sobres amarillos con cartas enviadas de infinitas partes del mundo.

Valentina Brown, pasó noches enteras en simples acciones como: Escoger, regalar, dejar atrás, olvidar, seleccionar, despedidas, empacar treinta y cinco años de vida en dos maletas de 23 kg.

En su cartera de mano, colocó dentro de una bolsa de seda color violeta, sus amuletos: las polymitas de Baracoa, que su abuela Ana María le regaló en su cumpleaños 13, Una postal manoseada de la Tumba de Julio Cortázar, regalo de su amiga KS, su colección de gatos, regalo de su abuela Fernanda, un imán con la foto de Ernest Hemingway, un CD de los Jóvenes del Cayo.

Valentina! Valentina, llegamos a casa ! Exclamó David, varias veces.

Valentina Brown, quedó anonadada, la casa estaba totalmente cubierta de nieve. Intento salir del auto, pero apenas podía mantener el equilibrio, con su grandes botas y pesado abrigo.

David, cerró la puerta del garaje, y le dijo Bienvenida, a tu nuevo hogar!. Valentina, se echó a llorar.

Al día siguiente, Valentina Brown, desempaco sus amuletos. Los colocó cerca de la ventana, con vista al lago Paper Mill. Allí, armó su primer pequeño rincón, en donde conectar con sus memorias de Cuba. Sentada en un sofa de color verde, mientras observa caer la nieve, de pronto,  en su  playlist  suena la canción de Sheryl Crow,  Homesick. 

 Valentina Brown, por cuarta vez en el día, se echó a llorar.