Alma en migracion

Alma en migracion

_Nota_Personal_

29/04/2020

Mi alma estaba cansada, ¿no les pasa que hay momentos en los que sienten que su espíritu necesita migrar, huir? ¿Que necesitan dejar atrás las pesados bultos que con el tiempo acumulamos? pues así estaba yo, ahogado en la desesperación, sentía un cansancio que no me permitía ni cerrar los ojos.

Mi hermana vivía en Valdivia, una ciudad al sur de chile, ella se mudó ahí cuando se casó, me ha pedido que vaya a visitarla varias veces, pero no he sacado el tiempo ni las ganas para ir, después de la muerte de mi hermano me aleje, escape, deje todo atrás y acepte un trabajo en Madrid en un periódico muy conocido. No soportaba las miradas, los susurros, la ausencia de los buenos días de mi madre y mi viejo es con el único que hablo, de vez en cuando le escribo un par de notas.

Las cosas en Madrid marchaban bien, pero los recuerdos pesaban tanto, se acerba la fecha en la que mi hermano había muerto y en las noches las pesadillas o los recuerdos no me dejaban dormir. Revivía todas por varios días, como un castigo impuesto, como quien quiere latigarse, lastimarse…era ese momento de mi vida en donde me sumía en la desolación y el alcohol se convertía en mí mejor amigo, en donde dejaba de ser dueño de mí y solo los recuerdos y el dolor me movían.

Algunas veces me preguntaba qué hubiese pasado si no me hubiera ido y hoy me lo pregunto y también me inquieta saber qué pasaría si volviera a casa, cuál sería la mirada de mi madre, me saludaría, qué pensaría papá, habría un plato para mí, un lugar en la mesa, un espacio en la foto en navidad. ¡No lo sé! y no sé si tenga el valor para saberlo, porque no hay nada más difícil en el mundo que tener la certeza que ver a quien amas estar mejor sin ti.

Creo que todos morimos un día estando vivos y ese día en que él se fue yo me fui con el de cierto modo y es que algunas veces es mejor morir que seguir caminando sin rumbo ni sentido, huyendo de lo que es y no es, sintiéndonos perseguidos por miradas, por palabras. Algunas veces no huyes de nada, solo de ti mismo y en eso me considero versado, llevó escabulléndome por largo tiempo y creo que ha llegado el momento de tomar mi cobardía y tirarla a lo profundo del mar.

No había tomado vacaciones en los 10 años que llevaba trabajando en el periódico, porque siempre encontraba excusas para hacerlo, un buen reportaje, la noticia del año, la entrevista del mes y así pasaba mi vida, pero ya no era hora de darle largas a algo que tenía que pasar y es que vamos por la vida aplazando lo inaplazable, escondiéndonos de la vida, como si ella no nos fuera encontrar.

Compre los tiquetes para viajar en día sábado y llegar primero a casa de mi hermana, ese es un golpe más suave para mi… imagino un poco de lágrimas y unos cuantos reproches y al final un abrazo de mi pequeña hermanita que ya no es tan pequeña, que ha hecho lo que yo no y que me gana en valentía, aun la recuerdo y aún tengo presente sus ojos llenos de lágrimas y recuerdo sus gritos el día en que me fui.

Me subí al avión y sentía tanto temor que temblaba, así que saque la vieja libreta que me regaló mi madre y empecé a escribir para calmar mis nervios.

“Sueño cada tarde con la posibilidad de cambiar mi destino, de encontrar algo que me inspire y me haga recorrer el mundo sin miedos. Algo que me haga vibrar y me lleve a un lugar desconocido; así como Alicia en su caótico país de las maravillas, Liliput con su mundo de enanos o el país del nunca jamás de Peter Pan y encontrate allí.

Claro que yo no quiero dragones ni princesas, solo quiero la posibilidad de un nuevo renacer. Quiero un cuerpo sano al lado de una mente poderosa que me transporte a lugares inimaginables, quiero poder correr por la hierba fresca y húmeda en las mañana de invierno en donde las botas de los pantalones se humedecen, quiero nadar en el agua del río del pueblo, quiero trepar el árbol de la casa de la abuela, quiero tomar la cuchara y probar la sopa calentita y quemarme la lengua y llorar en el regazo de mi vieja. Quiero tener un céntimo en bolsillo para comprar un abrigo para mi hermano en las noches de frío.

Quiero poder vivir con la tranquilidad con la que viviría un niño de 12 años. ¡Ah! (suspiro) pero no es lo que me tocó a mí.

El avión aterrizó y era hora de volver a la realidad, mi hermana me estaba esperando y para mi sorpresa tenía una gran barriga y se veía hermosa, tantos años sin verla y me sentí desfallecer de la emoción y para mi sorpresa solo hubieron llantos y un largo abrazo que me recordó a Juaco, cuando nos abraza a los dos cuando llovía fuerte y los relámpagos nos hacían tiritar… hace mucho no recordaba algo bonito de él y hace mucho mas, no lo llamaba por su nombre Joaquín, mi Juaco.

Tres días después llegué a casa de mamá, por suerte la puerta la abrió mi padre, el viejo se miraba tan feliz, me golpeo la cara suavemente y me dijo “las aves siempre regresan al nido” con su voz temblorosa, que dejó notar su nerviosismo y ese temor en su mirada que jamás pudo ocultar cuando algo lo atormentaba. Mamá estaba en la cocina y pase a saludarla como quien va a encontrarse con la muerte, me miró tan fijamente que no faltaron palabras para entender que no iba a haber un buenos días y menos, un hasta mañana…

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