El Príncipe y el Castillo

El Príncipe y el Castillo

El príncipe llega en su caballo muy de noche a su castillo, una fortaleza inmensa rodeada totalmente por una laguna llena de pirañas, que se conecta con un gran puente, que se abre y se cierra. El castillo está cerrado con unas cadenas gruesísimas y un candado pesadísimo.

Pero el príncipe no puede entrar porque no encuentra las llaves de este candado, no se acuerda dónde, ni cómo las perdió. El príncipe cavila dos opciones viables: devolverse por todo el camino, para ver si de pronto las encuentra. La otra opción es intentar meterse a la laguna con su caballo y nadar hasta el castillo, a sabiendas que las pirañas se lo pueden comer. Es un riesgo bastante alto.

En esta parábola, hay otras dos opciones que no pasan por la cabeza del príncipe: gritar para ver si lo escuchan sus padres (los reyes). El castillo es tan grande que la entrada está demasiado lejos de la habitación donde están descansando. La última opción sería esperar hasta que los reyes se empiecen a preocupar y salgan a buscarlo y lo encuentren en la puerta del puente.

Pero, ¿por qué no piensa el príncipe en estas dos opciones o si las piensa, porque han sido descartadas por él? Posiblemente es bastante impaciente para esperar sentado en la oscura noche como un sirviente. O también no confía en la misericordia de sus padres, para que se preocupen tanto por él. Podría entonces transcurrir mucho tiempo antes que salgan en su búsqueda.

El príncipe es vanidoso, “auto-suficiente”, siempre ha resuelto sus problemas solo, sin ayuda de nadie, aunque esta forma de ser le haya costado.

En esta parábola el castillo representa el corazón del ser humano, nuestro corazón, al cual queremos entrar, pero hemos perdido el rumbo (las llaves), y entrar es difícil, porque no buscamos la ayuda necesaria de los reyes (nuestros padres), de los cuales no queremos saber nada.

Porque es tan grande nuestro rencor, que preferimos tirarnos al río lleno de pirañas (falso yo), o devolvernos a buscar las llaves a sabiendas que la oscuridad no nos deja ver y no llegaremos a ninguna parte.

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